El robo de la joya-mision clase C[Kallen]

este are mi primera misión desde que había conseguido llegara a la clase C, ya podía darme cuenta de la envergadura de las responsabilidades que significaba llegar a este punto, ahora me encontraba detenida frente a la residencia del que seria el contratista de los servicios era una amplia mansión, por ahora solo me limitaba a observar mientras llegaba la que seria mi compañera de equipo antes ya había participado en misiones con ella por lo cual la había invitado a formar parte de mi escuadrón, no recordaba cuanto tiempo paso desde que se despidieron en el bosque luego de entregarle el objeto que había obtenido, uno o dos años quizás, cuanto abra mejorado desde ese día, ademas aun tenia un enfrentamiento pendiente con ella para medir sus fuerzas, si podían terminar rápido el encargo, cosa que dudaba realmente, le pediría un enfrentamiento,saliendo de sus pensamiento volvía a repasar por ultima vez las indicaciones del encargo, debíamos encontrarnos con el millonario Pucchilini, para revisar el sitio del robo y ver si encontrábamos alguna pista del ladrón, y ademas teníamos ordenes internas del consejo de magia de que si el objeto resultaba peligroso debía ser destruido sin objeciones, guardaba el volante y daba unos pasos para observar si la pelirroja se veía por alguna parte del camino

Ya era hora de probar sopa de otro plato, un plato un poco más picante, o por lo menos con respecto a los pasados. Era hora de una misión clase alta, aquellas que dieran un reto de verdad. Y conocía a alguien que podría acompañarla, con la que se podían los retos grandes, con la que una misión a muerte se hacía divertida. Aceptó la oferta de la misión entre gremios, una en que simplemente debía recuperar una joya robada de unos magos bandidos o algo así, y devolvérsela a alguien con apellido de espagueti, si la joya no resultaba peligrosa.

Sabía que el hombre de nombre como espagueti era millonario, pero no pudo evitar sorprenderse por las dimensiones de su casa. Y de repente no era la única que tenía, o quizás no era la principal, que eso se le pasara por la mente a la pelirroja le sorprendía mucho más. Pero sacudió la cabeza y se acercó mas a la entrada, donde un punto castaño suspendido en el aire marcaba el cabello de la que sería su compañera de misión. ¿Cómo era su nombre? Ese no era su fuerte.

~¡Buenos días!- se atrevió a decir con una voz cantarina, saludando con la mano a su compañera -Aquí vive el espagueti de oro, ¿No?

al fin llegaba la que seria mi compañera, la pelirroja de batallas pasada parecía haber crecido un poco, desde la ultima vez que nos habíamos visto y lo mismo había ocurrido con sus poderes, se podía ver a simple vista que dios había sido aun mas generoso con ella en la zona de los pechos, dios le quita a uno para darle a otro, pero hay casos donde exagera

-si esta la casucha donde debemos empezar a investigar lo del robo, por cierto no digas nada sobre destruir la joya si es peligrosa.. el dueño nos mandaría de regreso inmediatamente

-me volteaba al comunicador y llamaba, cuando respondían me identificaba y la puerta procedía abrirse, así también oficialmente ya habíamos iniciado la misión, ya en la entrada fuimos recibidas por una veintena de sirvientes a un costado y otra veintena de camareras al lado contrario, y en el centro un pasillo por el cual llegaba hasta un imponente salón y en el fondo de la estancia el que debía ser el millonario con nombre de fideos

Rió por lo bajo y asintió, le parecía que la castaña tenía sentido del humor. La chica había cambiado, no mucho, pero lo había hecho, empezando porque su musculatura estaba un poco más marcada, a diferencia del encuentro anterior que apenas y se le veía el relieve de éstos. Ella había estado entrenando todo este tiempo, e incluso había subido de clase, lo que hizo sentir a Kallen un poco mal consigo misma. La última técnica que había aprendido era ese escudo de fuego, y ya hacía más de medio año. Pero ese era otro punto.

Luego de que la chica castaña llamara por el comunicador y facilitara la entrada, la pelirroja pasó intimidada al gran jardín del hombre con nombre de espagueti. Habían cientos de rosales, unas cuantas margaritas, flores azules y naranjas que desconocía los nombre y matorrales de unas formas extrañas, entre una de ellas un lagarto de dimensiones colosales excepto por sus cortos brazos. Pasó un poco aturdida a la mansión, y se deslumbró aún más con el interior y sus miles de adornos.

~¿Y nos pagarán solo 2500, teniendo el dueño todas estas cosas? ¡Dioses!

La chica no era nada discreta, ni se molestó en bajar la voz aunque docenas de criados se encontraran en la sala. Uno de ellos le ofreció una especie de pastelillos de chocolate con queso y una fresa haciendo adorno, de los cuales la pelirroja tomó unos cinco, comiendo dos a la vez. Tampoco es que tuviera mucha clase, y no se contenía cuando se trataba de dulces.

~¡Este lugar si tiene clase!- exclamó con la boca llena de dulce -Bien, ¿Donde está el señor Cicciobello?

Apenas devoró el quinto pastelillo, el encargado de dar los detalles sobre la misión, el solicitante, había llegado a la sala. La pelirroja se levantó e hizo una reverencia de saludo, extremadamente recta y exagerada. Apenas oyó la instrucción de seguir al hombre bajo y de bigote canoso y denso, asintió y comenzó a seguirle el paso justo detrás de Linna, observando el cómo se ambientaba el lugar, los adornos, los criados e incluso los muebles, intentando encontrar algo fuera de lugar allí... Aunque realmente todo le parecía extraño, no era una de las casas a las que estaba acostumbrada a visitar.

Ya en la oficina, no menos lujosa y cara que la sala en la que habían estado anteriormente, la chica pelirroja se limitó a permanecer firme apenas más adelante que la puerta de entrada, tenía miedo de tocar algo y que se estropeara, teniendo que pagarlo. La chica castaña no perdió tiempo, ya había surgido la pregunta sobre el testimonio del robo.

~Recién ayer en la mañana uno de mis criados se percató de que la joya roja hacía falta, era hora de pulirlas, y cuando llegó al pedestal donde la almacenaba y la exhibía se dio cuenta de un hoyo apenas visible en el cristal que la cubría, y el anillo había desaparecido...- señaló una de las estatuas que adornaban la oficina, y en uno de sus ojos se podía notar una cámara -El sistema de seguridad que tenemos es muy avanzado, sin embargo no se puede ver más que dos sombras negras pasando a una gran velocidad sobre el cristal, y la joya no se ve más de allí... Eso es todo lo que pasó, no... No se como pudo suceder, como pudieron burlar a Pucchilini tan descaradamente.

~¿Sombras?- repitió la pelirroja mientras se acercaba -Podrían ser magos de velocidad, o incluso un solo controlador de la Umbraquinesis... ¿No tiene otro objeto de valor con poder mágico que le pueda robar?

~Bueno, la otra joya que tengo es la Joya de Agua, un anillo que según si te lo colocas puede hacerte casi inmune al agua, no te puedes ahogar... Claro, nunca lo he probado por mi mismo, así que no se si sus efectos son verdaderos o falsos, ¿Dice que incremente la seguridad a esa joya?

~Emmm... Solo digo que es probable que los ladrones vengan a por ella esta vez, aunque no estoy segura... ¿Qué dices, Linna?- recordó su nombre.

La pelirroja alzó un dedo e intentó hacer un gesto snob, aclarándose la garganta.

~"Un delincuente siempre vuelve a la escena del crimen"- citó -Por muy inteligente que sea, volverá. Por algo hay que vigilarlo igualmente... Siempre vienen lo más pronto posible, quién sabe por qué.

Hablaba como si tuviera experiencia, cuando lo más que sabía de crímenes era aquellas novelas de detectives que había leído hasta ahora, y la vez que hizo aquella misión con su amigo pelirrojo en la que debía atrapar un ladrón de antigüedades, de resto no sabía más que cualquier persona común y corriente. Esperaba que la situación esta vez no cambiara demasiado. El viejo millonario asintió ante la pregunta -mas bien aclaración- de la joven castaña de Cait Shelter, pero esta no había esperado respuesta.

~¿Interrogar? ¿Yo? Pero Linna...

Dijo con un tono mas bien infantil cuando la castaña le asignó la tarea, en cuanto salieron del estudio. Bien, realmente nunca había hecho una interrogación de estilo policial a nadie, y menos en una misión, debía lucirse lo más posible. Su rostro tornó a uno lo suficientemente inspirado, dispuesto a hacer lo que sea. No fue muy complicado el hacer que todos los empleados y derivados de la mansión se reunieran en un solo lugar, solo tuvo que tomar prestado el sistema de megáfonos de la mansión -sin permiso en aquel momento del hombre millonario- y avisó a que habría una reunión muy importante en el estudio número 4 de la mansión. No tuvo que pedir demasiado para que todas las puertas de la mansión se cerraran hasta que tanto la pelirroja como la castaña terminaran.

Una criada rubia, dos mayordomos casi iguales y tres bedeles hasta ahora habían pasado en aquella primera hora. La pelirroja estaba aburrida, casi todas las respuestas constaban en lo mismo: ¿Cuál es su ocupación? ¿En qué zona de la mansión le tocaba estar el día del robo? ¿Logró escuchar algún sonido? ¿Logró ver algo? ¿Notó comportamientos extraños de alguien durante el día? ¿Hay algún criado muy reciente en el personal? Todas las respuestas eran ajenas , defensivas, evasivas. A ese paso no encontraría nada interesante en esos testimonios.