Veamos, ¿voy bien? (Savy)

Había sido un día de lo más agotador, porque había tenido que traer todas mis maletas, que no eran pocas, a pie de nuestra última ciudad hasta aqui, donde fuera que estuviese. ¿Por qué hice este camino a pie si existen los trenes? Si, existir existiran, eso no lo discuto, pero el hecho es que cuando fui a la parada tranquilamente para coger uno ¿no me encuentro con que se había estropeado y que hasta el día siguiente no habría otro? Ya era mala suerte la mía. No podía esperar hasta mañana. Así pues, llegué hasta aquí caminando, sin ninguna ayuda, pues aquí, mi querido amigo Noche, mi murciélago, se había pasado todo el trayecto dormido en vez de ayudarme a cargar con las cosas. Ya podría haber llevado un pequeña cajita por lo menos, pero cuando se lo propuse se hizo el dormido. El muy vago...
Miro a mi alrededor, debería de estar cerca. Con todo lo que había andado no me quedaría nada para llegar a mi nuevo Gremio, Lamia Scale. Estaba en un bosque, lleno de árboles y arbustos que daban sombra. Eso estaba bien. Me encantaba la oscuridad que aportaban. Se sentía muy tranquilizador y me hacía recordar a mis horas de entrenamiento con mi maestra. Puede que me parase un momento para descansar un poco, reponer fuerzas comiendo algo que la maestra había preparado y ver cuan lejos estaba la ciudad de donde yo estaba. Me apoyé en un viejo árbol y destapé mis ojos para ver el mapa que llevaba en mi bolsillo.
- Veamos, ¿ire bien? ... si yo estoy aqui y Androsia allí, entonces...
- Ya casi estamos - dijo derrepente Noche dandome un susto de muerte que me sacó un chillido, no esperaba que nadie me interrumpiese y menos el dormilón de mi compañero de viaje. - ¿Qué? No me digas que la gran Nyx se asustó de un murciélago como yo - o por lo menos eso creía que me decía entre risas que podrían a llegar a oirse desde Androsia.

Intenté acallar a Noche de todos los medios, amenazandole con no dejarle dormir todo el día, sobornándole con darle unas sabrosas moscas... nada funcionó y yo quería hecharme una siestita bien merecida. No tenía prisa con llegar al Gremio, con llegar hoy sería suficiente. Intenté dormirme a pesar de las risas de mi compalero, cosa imposible he de añadir. Hasta estonces no había abierto la boca en ningún momento para darme conversación en la aburrida caminata, se había limitado a dormir, pero ahora que era yo la que quería tomar su ejemplo no me dejaba en paz. Le pensaba mantener despierto todo el día de mañana y...
Se cayó, algo poco frecuente en él cuando estaba en ese estado de ánimo.
- Alguien viene - me informó con la vista fija hacia nuestra izquierda -. Y no se tu, pero yo quiero conserbar las moscas que la maestra me ha dado.
No dije nada. Me levanté alerta, con el cuerpo posicionado para la pelea. No me iban a tomar con la guardia baja. Si el que venía quería pelea la tendría, de eso me encargaría yo.
- ¿Quien anda allí? - inquirí preparada para lo peor -. Responde o atacamos, y te aseguro que no será una experiencia nada agradable para ti.
- No, ni de lejos - me secundó Noche volando a mi alrededor.

En el momento en que estaba decidiendo si hechar uno de mis ataques, ya sea el del Rey Serpiente o Los hijos de la Noche para incitar a quien quiera que estuviese por ahí deanvulando, salió un chico de buen parecer. Por su aspecto no me hizo pensar que fuese un bandido o alguien malvado. Eso estaba bien. Aunque una parte de mi se lamentaba por no poder batirme en duelo. Me gustaba pelear, pedostrar mi valía. Había pasado un tiempo considerable desde que luche de verdad con alguien y ciertamente no me hubiese venido mal, pero que le iba a hacer. Además, de que al unirme al Gremio tedría de eso de sobra en las misiones que cogería. Debía ser positiva.

Detras del chico apareció un lobo bastante mono pero que veía de forma un tanto hostil a Noche, según el desconocido, porque no le agradaba cualquier cosa que volase. Si yo le dijese la lista de cosas que a Noche no le gustaba no terminaría la lista hasta el año que viene, pensé con una sonrisa interna, era una cucada mi Noche, pero bastante gruñón en sus mejores días. Ya notaba como se iba desvaneciendose la tensión y la anticipación al conbate que no parecía que iba a suceder. Hasta Noche se posó en mi hombro nuevamente sin apenas dirigirle a nadie una mirada para volver a dormirse, supuse por como se acurrucó en su sitio, ya que no veía amenazas próximas en el horizonte.
Le sonreí al chico radiantemente mientras le cogía la mano.

- Igualmente Savy. Yo soy Nyx, Nyx Erebus, y el dormilón de aquí es Noche - a lo que Noche murmuró, mientras estaba a medio camino de dormir, algo que no llegué a entender, ni lo intenté, de lo incomprensible que sonó. - Y dime, Savy, ¿qué te trae a estos parajes pues? - señalé mientras hablaba a los árboles que nos rodeaban.

Después de presentarme tranquilamente, me fui a sentar a una roca cercana, había estado caminando a toda prisa por el bosque y estaba algo cansado, además de que había usado un par de Kage no kotsu para llegar hasta allí y ya estaba bastante cansado, también me fije en que la mujer había echo un leve signo de desilusión, algo que me extraño, pero después de unos segundo denote que a la joven le gustaba pelear, algunas marcas casi imperceptibles lo denotaban, quizá aquella chica hubiera querido una buena pelea y a pesar de que yo prefería pelearme bajo otras circunstancias, una pelea con aquella joven hubiera sido entretenida, pero luego me recordó el por que no tenia tiempo de pelear contra ella, pues aunque la curiosidad me había ganado para acercarme a aquel lugar, tenia un motivo por el cual estar allí.

Cierto, había venido a la ciudad porque…

Pare de hablar de repente, a la vez que Lear se ponía de pie y con las orejas tiesas, algo se acercaba, mas bien alguien y muchos nos estaban rodeando, ¿Se abrían enterado de que había llegado allí? Mire a la chica, aunque parecía fuerte y bastante buena luchadora no quería meterla en mis problemas.

Ehm tienes que irte, vienen a por mí…

La mire preocupado, en realidad eran muchos y sabia de buena cuenta que no eran simples bandidos los que venían a por mi, pero estaba preparado había soñado con encontrarlos, a aquellos 6 bandidos, o mejor dicho, magos oscuros, desde que era un niño y atacaron mi aldea, hacia tiempo me había enterado de que el mago que mato a mi abuelo fue uno de ellos, mientras pensaba lo mas rápido que podía, uno entro en el claro en el que estábamos, con una sonrisa malévola en la cara, poco a poco tras el iban apareciendo los demás rodeándonos, me acerque a la chica, mientras Lear crecía hasta ser mas alto, a cuatro patas que cualquiera de los que estaba allí, ahora si daba miedo.

Siento haberte metido en esto, pero ya que estas, ten cuidado no son unos magos de pacotilla.


Después mire al primer hombre que había entrado en el claro, mi rostro se había tornado, serio, pero tranquilo, la mirada fría delataba mis ganas de acabar con aquel hombre.

Vienes a acabar lo que no pudiste aquellas dos veces, que sepas que tu enviado era un inútil.

[spoiler/]Off// Mm ya que te apetecia luchar ahí tienes, el pasado de Savy ataca, iventate tu los poderes de los que quieras, pero intentemos ir poniéndonos de acuerdo
El Jefe ( es el primero que entro en el claro) tendrá Magia elemntal de veneno ( venmdia a ser como la de agua pero venenosa) [/spoiler]

Estaba esperando un respuesta tranquilamente mientras me sentaba a su lado. Ciertamente, no me vendría mal un descanso, su aparición había destrozado la siestita que tenía programada hacer. Ahora por lo menos podría descar las piernas un poco antes de volver a partir nuevamente hacia el Gremio. Estaba ansiosa por ver como era. Por ahora solo contaba con la descripción que me había dado mi maestra y las historias que les saqué a algunas de las personas que me encontré en el camino. Aún así, yo siempre había dicho, una imagen vale más que mil palabras. Y hasta verlo con mis propios ojos lo que me habían contado seguiría estando tan impaciente e ilusionada como ahora.

Me empezaba a relajar, pero algo nos alertó. Primero fue el pequeño lobo quien se puso alerta al instante y luego fue Noche quien se despertó repentinamente de su sueñecito. Algo no andaba bien. Me levanté preparada. Al final parecía que tendría una buena pelea, ya era hora.

Mi sonrisa se intensificó al ver a los desconocidos magos oscuros aparecer, eran seis. Esto se ponía interesante a cada segundo. Le dirigí una mirada llena de felicidad apenas contenida a Savy.

- No lo sientas, Savy, realmente te agradezco que hubieras aparecido, necesitaba un poco de ejercicio para desentumecerme. Y mira por donde me lo has traido hasta aqui - les sonreí brillantemente a los malvados nada más terminar con él, preparada para todo -. Creo que me lo voy a pasar de cine con vosotros, chicos, no me defraudeis. - nada más decirlo extendí mi mano hacia el que estaba más cerca de mi, el segundo en entrar - Hijos de la Noche - grité mientras hacía aparecer una bandada de murciélagos de sombra que empezaron a cortarle y morderle sin piedad.

¡Si! Estaba en medio de una batalla, esto se sentía como el cielo. No me importaba mi defensa, de ello ya se encargaba de ellos Noche creando muros sónicos cuando a alguno se le ocurría la loca idea de atacarme, mientras me dirigía al contrincante que mis murciélagos habían malherido muy gravemente. Podía verlo sangrar de muchos cortes, algunos de ellos graves y dolorosos. Debía de estar pasando horrores. Me explico, me gusta luchar, realmente lo disfruto y es divertido, pero quitar una vida... eso es otra cosa. Jamás he hecho semejante cosa, no a menos que fuera cuestión de su vida o la mia, seguramente por haber visto morir a mis padres. No podría hacer padecer a alguien lo mismo que me hicieron a mi. Me había jurado a mi misma que nunca quitaría una vida si hubiese otra opción, la muerte siempre debía ser mi última acción, nunca la primera.

Me acerqué a él tranquilamente y le decía.

- Si quieres vivir un poco más quedate ahí, en el suelo sin moverte, no me gusta arrebatar las vidas de aquellos que no pueden ofrecerme resis... - su mano derecha atrapó mi pierna mientras que con la otra sacaba una espada. ¡Pretendía cortarme la pierna! ¡Me pretendía hacerme daño! No lo pensé, actué. Mi espada le cortó limpiamente la cabeza. Le dirigí una fría mirada a su muerto cuerpo - Te advertí, te di la oportunidad de vivir tu lamentable vida y la rechazaste...

Me volvía hacia su compañero, el cual no dejaba de tirar bolas de fuego a la muralla que Noche había puesto entre nosotros. Mi amigo me dirigió una mirada preocupada.

- Nyx estas...

- Tranquilo, no ha sucedido. Soy yo aún, un poco cabreada por su estúpida elección y por lo que me hizo hacer, pero yo al fin y al cabo. Realmente odio arrebatar vidas cuando no hay necesidad para ello, pero estoy bien - me preparé para mi siguiente ataque a la par que hablaba con él - Ahora es tu turno, grandullón. Rey Serpiente, - susurré con una sonrisa de quien sabe que posee la victoria - acaba con él - señalé a su objetivo, el cual parecía muy intimidado por el tamaño de mi Rey Serpiente. Realmente parecía muy amenazante con su color negro y su altura, pocos mantenían su entereza después de verlo por primera vez. - Veamos si me das más diversión que tu amigo o de lo contrario tengas más sentido común. Realmente no me gusta manchar mi espada con una vida que podría haberse salvado.

Por un momento le dirigí una mirada a Savy. Parecía que no era la única maga alquimica de las sombras. Debía preguntarle luego quien era su maestro, y sobre sus tecnicas, no todos los días encuentro a uno como yo, pues no muchos escogen practicar este tipo de magia supongo que es porque les parece muy... oscuro.

- Savy, ¿qué tal por ahí? - le pregunté tranquilamente mientras intentaba limpiar mi espada con una hoja caida - ¿necesitas ayuda?

Parecía que Savy podía valerse sin mi ayuda. Ya se había hecho cargo él solo de dos de ellos cuando volví la mirada hacia él para preguntar, el mismo numero con los que yo me había enfrentado. Aunque al parecer los dos que faltaban, entre ellos el que me parecía ser el cabecilla del grupo, se habían centrado en él. Cosa muy normal teniendo en cuenta que habían ido a por él cuando aparecieron. Si me atacaron a mi fue porque estaba junto a él en esos momentos y me habían inmiscuido en sus asuntos. Por nada más.

Me quedé mirando su enfrentamiento. Quería ver el alcance de su magia, lo que era capaz de hacer. No todos los días se te presenta la oportunidad de observar a otro usuario de magia alquímica de sombras. Yo solo conocía a mi maestra, y su magia, como la mia, creaba cosas animadas, pero al parecer lo suyo era crear cosas inanimadas. Solo actuaría si su estado fuese bastante malo, si tuviese todas las de perder.

Estuve así, empapandome de información sobre esa extraña pareja, hasta que llegó el turno del jefe. Todo parecía a ir bien, lucía como si Savy lo tuviese en el bote, pese a la extraña sonrisa de él. Algo iba mal. Estaba a punto de decirle que tuviese cuidado cuando apareció la razón de la sonrisa. Le había conseguido engañar y envenenarle.

Me acerqué a él corriendo, dejando que el jefe se escapase. Lo importante era él, salvar su vida. Me quité la cinta de los ojos y lo até a modo de torniquete en su brazo.

- Tranquilo, te pondras bien - le susurré antes de volverme hacia Noche -. ¿Te acuerdas de las hierbas que utilizó Alba cuando una serpiente me envenenó? - asintió -. Ve y buscalos - no discutió, se limitó a hacerme caso e irse. Mientras tanto yo saqué una cantimplora y mojé un trapo para ponerselo en la frente- Aguanta, te salvaremos.

Noche no tardó mucho en encontrar las hierbas que necesitaba, sabiendo de la gravedad de la situación se había apresurado tanto como podía. Se lo agradecía. Si hubiese actuado con la misma pereza con la que hacía normalmente las cosas... bueno, pero no lo había hecho. Ni siquiera lo hizo cuando le di la orden de ir a buscar las hierbas, cosa que en otra circustancias me hubiese ganado unas cuantas palabras mal sonantes junto con el recordatorio de que no era su siervo.

Así pues, me trajo las hierbas que mi maestra solía utilizar para hacer frente a ese tipo de venenos. Cogí dos piedras, una para más grande que la otra. La hierba fue depositada en la de mayor tamaño y, con la pequeña, empecé a aplastarlo para hacer el emplaste.

- Bien, machote, ya casi tengo tu medicina... Ya esta - dije sonriente mientras le aplicaba un poco en el epicentro del veneno. Una vez hecho eso se lo bendé con los pocos recursos que tenía y le di las hierbas sobrantes para que los masticara para acelerar un poco el efecto. - Muy bien, machote, creo que ya esta todo listo. Toma esta pequeña actuación de enfermera como un favor por la pelea que me has ofrecido, estamos en paz - le sonreí de oreja a oreja. - Aunque siempre estoy abierta a invitaciones para ir a tomar algo por alli - le guiñé un ojo de forma coqueta/complice, mientras me reía por lo bajo, relajada por saber que el peligro de muerte se había ido de él.