Magnolia, un nuevo hogar.
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Magnolia, un nuevo hogar.
- Continuación De:
- http://fairytailrol.com.ar/t1294-aquel-dulce-rosa-que-parece-una-nube
- Soundtrack:
Muchas veces había estado en Magnolia, ya fuese parada por el viaje o por alguna misión, aun que irónicamente, mi primera parada para comenzar con esto de las misiones fue aquí, en la gran ciudad de Magnolia, dónde historias relatan sucesos completamente fantásticos de grandes magos. Pero, antes jamás, jamás me había puesto a ver cómo era la ciudad, sus edificios, casas, tiendas, pizzerías, entre muchos otros yacimientos, pero aparte de eso, sus personas, si, aun que recién comenzaba a observar la ciudad desde la estación de trenes, todas las personas tenían algo que en ninguna otra me había fijado, sus rostros, sus alegres rostros, esos rostros que pese a que seas un desconocido, te observan con una cálida sonrisa, cómo diciendo "No importa donde vallas, si has llegado aquí, este es un hogar mas", y todas las personas tenían esa cálida expresión, algo hermoso de una ciudad grande, pero mas grande era el corazón y espíritu de las personas, dónde fácilmente se respiraba un aire de bondad y satisfacción.
- Kozu... Si este es tu hogar... Tu casa... ¿Significa que también es mía, no?... De nosotros -
Dije dándome la vuelta, para observarla con una sonrisa cálida en el rostro, aun que no lo pareciese por mi apariencia cool, despeinada y totalmente sexy, estaba enternecido, no recordaba esta sensación desde que... Desde que vivía con los árboles, todos ellos, esta ciudad perfectamente se asemejaba a eso, a aquella ciudad repleta de árboles, pero que pese a que no se moviesen, tenían la misma calidez que todas estar personas... Y por si fuera poco, para agregar, en este lugar se encontraba la casa de Manolo, mi viejo y fiel amigo pizzero.
- Bien... Te sigo... Realmente espero encontrar un lugar dónde tener casa, aun que mas que una casa, un hogar -
Dije mientras me acomodaba el caraj y el arco, mientras Yu se acomodaba en mi cabeza, para luego estirar las piernas de estar en ese tren, ignorando levemente lo que había ocurrido en el, tanto lo que ocurrió con mi sueño casi mojado, lo que la chica mandíbula de taladro, la puerta compleja de abrir, el enorme cansancio, la húmeda caída, entre todas esas cosas sin orden, en este momento daban igual, ya que se trataba de algo en grupo, algo interno que sólo nosotros sabríamos los verdaderos hechos, y fue cuándo se me ocurrió algo.
- Kozu... Desde hoy seremos Ka-Paw! Así nos haremos llamar, no tiene un significado en específico, y eso es lo bueno, ya que podemos puede ser lo que queramos. Amigos, compañeros, grupo o incluso familia, por eso, pese a que Magnolia se vuelva nuestro hogar, no hay que parar de viajar, por que así mas se nos irán uniendo, y eso es lo divertido de viajar ¿No crees? -
Dije mientras me arreglaba la bandana, sin quitármela, claro, hasta ahora no me la había quitado nunca, y si no me equivocaba, la chica nunca me había visto sin ella, quizás que se imaginase que llevaba tras ella, lo cierto, es que no yo sabía, pero aquel accesorio, se había vuelto parte de mi, ni para bañarme era desprendida, para que decir a la hora de dormir, siempre con ella en la cabeza, jamás me la quitaba por nada y no pensaba quitármela nunca.
Yu: Bien... Entonces vamos... Ya me está dando hambre, ¡Por lo que ordeno ir a comer algo!
Grito mi compañera, ladeando la cabeza en un acto amable, quizás. Era cierto, viajar en tren si da hambre, sólo esperaba que Manolo se encontrase, aun que claro, hace poco lo vimos en la ciudad anterior, por lo que quizás no se encontrara, pero de seguro su esposa o hija nos atendería, aquellos eran buenas personas, pero quizás era momento de dejar de pensar, siempre que pensaba me quedaba de pie sin avanzar, por eso cuando avanzo significa que no pienso, algo un poco irrazonable, pero no había nada que hacer al respecto, sólo seguir avanzando y pensar cuándo se debiese. Y así, luego de terminar de pensar, comencé a seguir a la peliroja, cuándo se decidiese a hacerlo, yo la esperaría y comenzaría a caminar, cuándo ella lo encontrase oportuno.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Magnolia en sí era una ciudad mágica. No solo porque es habitada por magos, poseer un gremio reconocido -aunque sea por sus desastres-, o incluso por su festival de la cosecha. Aquella ciudad era mágica porque, apenas lograbas entrar e ella, te envolvía en un abrazo tan cálido que te hacía sentir en casa, en familia. Aquella era la gran característica de la ciudad de origen de la pelirroja, donde se había criado, donde había vivido y trabajado durante 19 años, e incluso donde le esperaban, aunque solo se tratara de una señora en silla de ruedas de cabello castaño y ojos tan azules como los de su hija. Aquel era su hogar y lo amaba, para ella era un total orgullo el enseñarle todo lo bueno y lo cálido que era aquel poblado a alguien no nativo de allí, así fuera su amigo o no.
Sonrió cálidamente al castaño, una sonrisa característica de todos los habitantes de allí, mientras aún le sostenía del antebrazo con ambas manos. La verdad sentía como el chico había quedado agobiado con tanta amabilidad, con tanta calidez, y apenas y había llegado a la estación, no se imaginaba el ambiente de allá afuera. Aunque claro, de seguro no era la primera vez que iba a aquella ciudad, pero de seguro nunca la vería tal y como lo haría desde aquel momento.
~Magnolia siempre nos recibirá con los brazos abiertos... Y sí esta es nuestra casa, será tu nuevo hogar... ¿A que no es lindo?
Soltó una de sus manos del brazo del castaño, y comenzó a caminar con sus clásicas zancadas de buen humor, había llegado a casa. Esta vez no le había traído nada a su madre, aunque no sabría si un nuevo habitante a Magnolia contaría como regalo o recuerdo. Pero bueno, un gran abrazo y sacarla a comer a un lugar diferente iba a funcionar, ¿No? En aquel caso ella era muy considerada, amaba a su madre, y hacía todo lo posible por ella.
~Bien... Ese nombre me gusta, ¡Tiene el "Ka" de Kallen y el "Paw" de "Pawerful"!- dijo con los ojos brillosos y un gesto infantil inspirado, haciendo como si su pronunciación en el inglés fuera perfecta -Y sobre viajar no te preocupes... Eso adoro hacerlo, y no porque tenga ahora a alguien con quien compartir mis viajes no me voy a detener ni a aflojar, ¡No señor!- soltó el antebrazo del castaño, y señaló hacia el horizonte, ya estando fuera de la estación -¡Y ahora, vayamos al puesto de tacos! ¿Te gustan bastante, no? Conozco un buen puesto cerca de acá...
A veces la pelirroja solía confundir las cosas, algunas veces cosas pequeñas como alguna sílaba de algún nombre, y otras veces cosas como... Aquella. Vamos, habían recién vivido algo realmente gracioso que involucraba dulces, queso derretido y pizza, ¿Por qué no lograba recordar un detalle tan simple como aquel? Bueno, por lo menos tenía la intención, eso era lo que importaba.
~Por cierto, ¿No tienes calor en la cabeza con esa cosa puesta?- señalaba la bandana -Además nunca te la quitas... ¿Qué escondes?-
Dijo en broma, era la primera cosa que realmente no sentía curiosidad, quizás porque ella solía usar mucho una bandana parecida, aunque mucho más pequeña, y de un color parecido a su cabello. Ahora claro, la continuaba usando, pero no tan estrictamente como antes. Quizás el chico la usaba para mantener su peinado, tal y como hacía ella anteriormente con su cabello erizado, o al menos eso quería pensar.
Sonrió cálidamente al castaño, una sonrisa característica de todos los habitantes de allí, mientras aún le sostenía del antebrazo con ambas manos. La verdad sentía como el chico había quedado agobiado con tanta amabilidad, con tanta calidez, y apenas y había llegado a la estación, no se imaginaba el ambiente de allá afuera. Aunque claro, de seguro no era la primera vez que iba a aquella ciudad, pero de seguro nunca la vería tal y como lo haría desde aquel momento.
~Magnolia siempre nos recibirá con los brazos abiertos... Y sí esta es nuestra casa, será tu nuevo hogar... ¿A que no es lindo?
Soltó una de sus manos del brazo del castaño, y comenzó a caminar con sus clásicas zancadas de buen humor, había llegado a casa. Esta vez no le había traído nada a su madre, aunque no sabría si un nuevo habitante a Magnolia contaría como regalo o recuerdo. Pero bueno, un gran abrazo y sacarla a comer a un lugar diferente iba a funcionar, ¿No? En aquel caso ella era muy considerada, amaba a su madre, y hacía todo lo posible por ella.
~Bien... Ese nombre me gusta, ¡Tiene el "Ka" de Kallen y el "Paw" de "Pawerful"!- dijo con los ojos brillosos y un gesto infantil inspirado, haciendo como si su pronunciación en el inglés fuera perfecta -Y sobre viajar no te preocupes... Eso adoro hacerlo, y no porque tenga ahora a alguien con quien compartir mis viajes no me voy a detener ni a aflojar, ¡No señor!- soltó el antebrazo del castaño, y señaló hacia el horizonte, ya estando fuera de la estación -¡Y ahora, vayamos al puesto de tacos! ¿Te gustan bastante, no? Conozco un buen puesto cerca de acá...
A veces la pelirroja solía confundir las cosas, algunas veces cosas pequeñas como alguna sílaba de algún nombre, y otras veces cosas como... Aquella. Vamos, habían recién vivido algo realmente gracioso que involucraba dulces, queso derretido y pizza, ¿Por qué no lograba recordar un detalle tan simple como aquel? Bueno, por lo menos tenía la intención, eso era lo que importaba.
~Por cierto, ¿No tienes calor en la cabeza con esa cosa puesta?- señalaba la bandana -Además nunca te la quitas... ¿Qué escondes?-
Dijo en broma, era la primera cosa que realmente no sentía curiosidad, quizás porque ella solía usar mucho una bandana parecida, aunque mucho más pequeña, y de un color parecido a su cabello. Ahora claro, la continuaba usando, pero no tan estrictamente como antes. Quizás el chico la usaba para mantener su peinado, tal y como hacía ella anteriormente con su cabello erizado, o al menos eso quería pensar.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
- Dije que no tenía un significado fijo -
Dije mientras le miraba directamente a la cara, para levantar mi mano y picarle la frente. Ciertamente quería ver a Ka-Paw como lo que era, aun que era cierto lo que decía... Excepto por lo Paw... Ni idea de lo que fuese esa palabra, pawarful, paweirful, pawarpizza, no, no sabía, tenía suerte de saber hablar, leer y escribir, bueno, lo básico realmente, pero en eso, Yu saltó de mi cabeza, ella siempre entre los dos fue la que sabía mas cosas, aun que bueno, realmente debía admitirlo, cualquiera sabía mas cosas que yo si se trataban de libros o cosas por el estilo, aun que si era quedarse en un bosque, sobrevivía eternamente.
Yu: El término correcto es Powerful, aun que es algo creativo verle desde ese punto de vista Tetuda.
Dijo mi compañera, mientras comenzaba a dar unos pasos para luego comenzar a estirarse, mientras yo le tomaba del pescuezo y la colocaba en mi cabeza, mientras comenzábamos a "discutir", para luego terminar con sus colmillos clavados en la cabeza, pero ni un gesto de dolor o incomodidad se dibujó en mi rostro, debió ser por que tiempo juntos siendo mordido me había dado esa resistencia. Y con ella clavada a la cabeza, observé a Kozu y su proposición, mientras me cruzaba de brazos sin quitarle los ojos de vista.
- ¿Tacos? Pos... Me parece... Nunca he comido uno, pero comer cosas nuevas nunca está de mas... Aun que después debemos comer pizza ¿Si? Eso es lo mejor de comer -
Dije mientras posaba mi mano sobre su cabeza, al decir el comentario de la "Pizza", mientras levantaba el dedo pulgar de mi mano derecha, aun que era mas alta que yo, no era mucho, se podría decir que era dos melones y una frente mas alta no mas, así que no era mucho la diferencia que se debiese ver, mientras luego posaba la mano sobre su hombro, mientras comenzaba a observar los alrededores, mientras me llevaba una mano al pelo y me lo agitaba un poco, luego estirar los brazos y respirar profundamente, mientras Yu, seguía sin despegarse.
- ¿Mi bandana?... -Aura siniestra con cabeza baja mas sonrisa algo tenebrosa (?)- ¿Seguro quieres saber lo que aquí debajo? -
Dije, eso captó la atención de algunos pueblerinos, lo cierto es que lo hacía con las intenciones de asustar a la peliroja, ya que claro, ni Yu me había visto sin la bandana, era algo parte de mi, era cómo si me quitase un brazo o las bolas oculares, pero luego, levanté el rostro para reír levemente, mientras sonreía como siempre luego y le daba la espalda, sin girar el rostro para seguir observándole, mientras luego de llevar mi mano a la bandana, sin quitarla, claro, sólo posarla ahí, observarle tranquilamente.
- Algún día verás lo que hay debajo de ella, por ahora, es un misterio... Por cierto, debes llevarme a tu casa ¿Eh?... Quiero ver que clase de mujer es tu madre -
Dije mientras le miraba directamente a la cara, para levantar mi mano y picarle la frente. Ciertamente quería ver a Ka-Paw como lo que era, aun que era cierto lo que decía... Excepto por lo Paw... Ni idea de lo que fuese esa palabra, pawarful, paweirful, pawarpizza, no, no sabía, tenía suerte de saber hablar, leer y escribir, bueno, lo básico realmente, pero en eso, Yu saltó de mi cabeza, ella siempre entre los dos fue la que sabía mas cosas, aun que bueno, realmente debía admitirlo, cualquiera sabía mas cosas que yo si se trataban de libros o cosas por el estilo, aun que si era quedarse en un bosque, sobrevivía eternamente.
Yu: El término correcto es Powerful, aun que es algo creativo verle desde ese punto de vista Tetuda.
Dijo mi compañera, mientras comenzaba a dar unos pasos para luego comenzar a estirarse, mientras yo le tomaba del pescuezo y la colocaba en mi cabeza, mientras comenzábamos a "discutir", para luego terminar con sus colmillos clavados en la cabeza, pero ni un gesto de dolor o incomodidad se dibujó en mi rostro, debió ser por que tiempo juntos siendo mordido me había dado esa resistencia. Y con ella clavada a la cabeza, observé a Kozu y su proposición, mientras me cruzaba de brazos sin quitarle los ojos de vista.
- ¿Tacos? Pos... Me parece... Nunca he comido uno, pero comer cosas nuevas nunca está de mas... Aun que después debemos comer pizza ¿Si? Eso es lo mejor de comer -
Dije mientras posaba mi mano sobre su cabeza, al decir el comentario de la "Pizza", mientras levantaba el dedo pulgar de mi mano derecha, aun que era mas alta que yo, no era mucho, se podría decir que era dos melones y una frente mas alta no mas, así que no era mucho la diferencia que se debiese ver, mientras luego posaba la mano sobre su hombro, mientras comenzaba a observar los alrededores, mientras me llevaba una mano al pelo y me lo agitaba un poco, luego estirar los brazos y respirar profundamente, mientras Yu, seguía sin despegarse.
- ¿Mi bandana?... -Aura siniestra con cabeza baja mas sonrisa algo tenebrosa (?)- ¿Seguro quieres saber lo que aquí debajo? -
Dije, eso captó la atención de algunos pueblerinos, lo cierto es que lo hacía con las intenciones de asustar a la peliroja, ya que claro, ni Yu me había visto sin la bandana, era algo parte de mi, era cómo si me quitase un brazo o las bolas oculares, pero luego, levanté el rostro para reír levemente, mientras sonreía como siempre luego y le daba la espalda, sin girar el rostro para seguir observándole, mientras luego de llevar mi mano a la bandana, sin quitarla, claro, sólo posarla ahí, observarle tranquilamente.
- Algún día verás lo que hay debajo de ella, por ahora, es un misterio... Por cierto, debes llevarme a tu casa ¿Eh?... Quiero ver que clase de mujer es tu madre -
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Para la imaginativa pelirroja sí tenía sentido, así como casi a todo le intentaba buscar una explicación extraña, pero por lo menos real para ella. Un ejemplo era su teoría del descubrimiento de la leche, que el hombre que la descubrió había pateado una vaca en lactancia por accidente, saliendo de ésta un chorro de líquido blanco parecido al que daba una madre, por lo que le pareció buena idea probarla, además de que estaba falto de alimento y era padre soltero... En fin, aparte de eso, aquel nombre de su equipo para ella tenía el suficiente sentido -aunque ficticio- para que le sonara genial, para que le sonara perfecto.
Aquellos pensamientos ocuparon la mente de la pelirroja el suficiente tiempo para ignorar la discusión entre la gata y su amo, la verdad ni había escuchado el por qué. Lo que si, apenas sintió que el argumento del castaño iba con ella se dio la vuelta mientras continuaba caminando, pero en reversa, observando al chico castaño con una sonrisa algo infantil, pero inexpresiva y profunda en cierto modo.
~De seguro tienes unos cuernos allí...
Dijo calmadamente, deteniéndose en seco justo antes de extender la mano para intentar quitarle la bandana, pero el chico castaño se apartó. La pelirroja frunció el ceño, hinchando sus mofletes y cruzándose de brazos, de vuelta a su estado infantil aparentemente eterno. Volvió a voltearse, caminando esta vez de frente, como una persona normal lo haría. Al parecer, indirectamente el chico le estaba retando a que le quitara la bandana, o al menos así lo pensaba ella. Lo mas probable es que no fuera así pero, al se Kallen, es normal que pensara de una forma incorrecta algunas veces.
~Ni que fuera tan importante eh...- dijo con la mirada volteada, y una voz acorde a su rostro -Y primero que nada comeremos algo de entrada, ya va a ser mediodía y tengo hambre... Además de que debo llegar temprano a casa para hacer mi segundo almuerzo y el de mi madre... y...-
Parecía cada vez más un murmullo, como si estuviera hablando consigo misma, tanto así se había distraído. Así estuvo caminando durante unos minutos, hablando sola prácticamente, hasta que, tal y como comenzó a hablar con ella misma se detuvo, sorpresivamente. Parecía como con rostro iluminado, como con una gran idea, incluso señalaba al cielo con su dedo índice.
~¡Ya se!- añadió en tono enérgico -Cocinemos Tacos en mi casa, o sea como sea que se llame esa cosa redonda que viene en cajas cuadradas y se corta triangular... Mi madre de seguro sabe hacerla, ¡Ella siempre sabe todo!- dijo con una sonrisa de oreja a oreja -Así que primero, ¡A la casa Kozuki!
Señaló en dirección a donde quedaba su casa, aunque no directamente a ella, y comenzó a caminar como en marcha militar, esperando que el chico le siguiera el paso. La pelirroja estaba muy orgullosa de su madre, la única familia que tenía entendida, el único ser que realmente sentía por el que valía la pena volver a Magnolia, volver a casa. Adoraba a su madre mas que a nadie, tal y como cualquier niño lo haría, aunque la pelirroja si se atreviera a dejarla de vez en cuando sola, ya que confiaba en ella.
Aquellos pensamientos ocuparon la mente de la pelirroja el suficiente tiempo para ignorar la discusión entre la gata y su amo, la verdad ni había escuchado el por qué. Lo que si, apenas sintió que el argumento del castaño iba con ella se dio la vuelta mientras continuaba caminando, pero en reversa, observando al chico castaño con una sonrisa algo infantil, pero inexpresiva y profunda en cierto modo.
~De seguro tienes unos cuernos allí...
Dijo calmadamente, deteniéndose en seco justo antes de extender la mano para intentar quitarle la bandana, pero el chico castaño se apartó. La pelirroja frunció el ceño, hinchando sus mofletes y cruzándose de brazos, de vuelta a su estado infantil aparentemente eterno. Volvió a voltearse, caminando esta vez de frente, como una persona normal lo haría. Al parecer, indirectamente el chico le estaba retando a que le quitara la bandana, o al menos así lo pensaba ella. Lo mas probable es que no fuera así pero, al se Kallen, es normal que pensara de una forma incorrecta algunas veces.
~Ni que fuera tan importante eh...- dijo con la mirada volteada, y una voz acorde a su rostro -Y primero que nada comeremos algo de entrada, ya va a ser mediodía y tengo hambre... Además de que debo llegar temprano a casa para hacer mi segundo almuerzo y el de mi madre... y...-
Parecía cada vez más un murmullo, como si estuviera hablando consigo misma, tanto así se había distraído. Así estuvo caminando durante unos minutos, hablando sola prácticamente, hasta que, tal y como comenzó a hablar con ella misma se detuvo, sorpresivamente. Parecía como con rostro iluminado, como con una gran idea, incluso señalaba al cielo con su dedo índice.
~¡Ya se!- añadió en tono enérgico -Cocinemos Tacos en mi casa, o sea como sea que se llame esa cosa redonda que viene en cajas cuadradas y se corta triangular... Mi madre de seguro sabe hacerla, ¡Ella siempre sabe todo!- dijo con una sonrisa de oreja a oreja -Así que primero, ¡A la casa Kozuki!
Señaló en dirección a donde quedaba su casa, aunque no directamente a ella, y comenzó a caminar como en marcha militar, esperando que el chico le siguiera el paso. La pelirroja estaba muy orgullosa de su madre, la única familia que tenía entendida, el único ser que realmente sentía por el que valía la pena volver a Magnolia, volver a casa. Adoraba a su madre mas que a nadie, tal y como cualquier niño lo haría, aunque la pelirroja si se atreviera a dejarla de vez en cuando sola, ya que confiaba en ella.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
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Por lo visto realmente sería divertido estar en esta ciudad, junto a Kozu y Yu sabía que pasaría buenos momentos, graciosos, tensos, primitivos y quién sabe, tristes, pero juntos superaríamos todo eso y cómo un equipo atravesaríamos el cielo, las nubes y el espacio, para llegar aun mas allá, sin que nada nos impida cruzar, y si llegaba a pasar, simplemente atravesaríamos con todas nuestras fuerzas, pero sin detenernos, el futuro estaba frente a nuestro ojos y solo quedaba observar el por venir y seguir caminando, sin mucha prisa para no perderse en el camino o lo que se encontrase, y claro, encontrar cosas en el camino era lo mas divertido de todo, mientras permaneciésemos juntos, sería siempre días soleados.
- Jum... Y seguro tu tienes cañones láser en esos dos cañones que tienes ahí -
Dije haciendo referencia a su busto, mientras claro, quizás me ganaba un golpe o algo parecido, pero esa era la idea, compartir bromas, discusiones, risas, golpes, entre otras cosas, aun que el golpeado era yo, daba lo mismo, se pasaba bien y mientras todos riésemos estaba bien para mi, pero sin esperar algún golpe, nuevamente di cara a la chica, observando cómo intentaba dar un veloz golpe y arrebatar mi bandana, pero sólo di unos cuantos saltos pequeños hacia atrás mientras me llevaba un mano a la cabeza justo por sobre la bandana, mientras con la otra hacia signo de negación, señalando que por ahora no seria arrebatada, y observar cómo se le inflaban los mofletes.
- Te queda bien la imagen de niña pequeña ¿Sabes? -
Dije mientras llevaba las dos manos a cada una de sus mejillas, para exprimirlas levemente aprovechando que las tenía infladas, claro, no es un acto brusco para no lastimarle, pero si para vaciar de aire sus mofletes y ver su reacción, quizás lo evitaría, claro, aquella chica tenía reflejos bastante poderosos... Y lo digo por experiencia propia, recibir una mandíbula taladro no es nada divertido, mas cuándo no le podía decir lo que había pasado, ya que bueno, el pasado se queda atrás, y los ojos los llevábamos adelante por algo.
Sin espera, mientras Yu bostezaba y se colocaba de espalda sobre mi cabeza, comencé a caminar delante, cómo si supiese el camino, mientras escuchaba la aclaración de la chica sobre ir a su casa, y claro que era una buena idea, preparar pizza cacera, que mejor... Aun que siempre las pizzas de Manolo eran las mejores, una cacera echa con las propias manos sudorosas, sucias y ensangrentadas por un arduo día de trabajo, era lo mejor... Si, no se lee muy bien, pero realmente saben a lo que debería referirme.
- Entonces en marcha, vamos a tu casa... Aun que supongo antes debemos comprar ingredientes ¿No crees?... Y es Pizza, no tacos... Ni idea que sean tacos, pero ven, seguro por aquí deben vender... Veamos... Harina, Salsa de tomate o tomates frescos... Queso, jamón, queso, tocino, queso, salame, queso... Y mas queso -
Dije mientras me adelantaba un poco, realmente quedaba atónito por las calles, tan grandes, llenas de tiendas y casas, con niños corriendo jugando, señoras con canastos y hombres con maderales o cosas por el estilo, todos trabajando felices... O bueno, en el caso de los niños siendo niños, quizás esa distracción provocó que no escuchara mucho lo que mi compañeras hablaban, pero si mi instinto localizó algo, una tienda de abarrotes y una feria, y sin pensarlo dos veces, dándome la vuelta hice una seña, para que Kozu se acercara, claro, con el ajetreo Yu terminó sobre la cabeza de la chica, pero se encontraba tranquila, observando el cielo, mientras yo comenzaba a observar la infinidad de productos.
- Kozu, Yu, ¡Fíjense, estos pepinos son enormes! -
Dije tomando lo que ahora sé que se llaman sandías, realmente eran cómo pepinos mas anchos y regordetes, y sin esperar tome una con mis manos y la levanté en el aire, para que estas dos se fijasen bien en aquella maravilla, mientras yo sonreía victorioso de haber encontrado algo poco peculiar, mientras la gente comenzaba a mirar y mas de uno comenzó a reír, yo sin embargo, me quedé ahí, con la sandía sujeta, realmente para ser sandía era mas grande de lo que habitualmente son, por lo visto aun que no era un pepino gigante, era una sandía de un tamaño mas grande de lo peculiar.
Última edición por Dango el Miér Ene 25, 2012 3:29 pm, editado 1 vez
Dango- Mago Clase E
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Vamos, después de todo, aunque había pasado poco tiempo, eran amigos, o incluso más que eso, compañeros de viaje por así decirlo, ya tenían la suficientemente confianza como para bromear de esa manera, ¿No? La pelirroja se volteó solo para darle un zape en medio de la frente y frunció un poco el entrecejo, con un enojo muy mal fingido, pero en realidad con ganas de reír; incluso se le podía notar una risa contenida en sus mofletes hinchados y algo sonrojados. Se veía un poco raro que una chica tan alta y con un cuerpo tan desarrollado como el de ella tuviera un gesto tan infantil, el mismo que el de una chica de cuando mucho 5 años, pero en el cuerpo de una de 19.
Observó como las manos del castaño se acercaban a sus infladas mejillas, para lugo hace como si las pinchara, y con el mismo gesto, sin cambiarlo siquiera un poco, hizo como si se estuviera desinflando por la boca, tal y como un globo, soplándole todo el aire en la cara al chico. Pero luego cambió su expresión a una risa algo enérgica, sin llegar a ser una carcajada, y continuó caminando apenas y un poco detrás de Dango, al ritmo de sus ruidosas zancadas, palmeándose ella misma un par de veces sus mejillas.
~Claro claro, los ingredientes... No olvides aún más tocino, ¡Una pizza sin tocino es una pizza desatocinada!- exclamó como si lo que había dicho tenía sentido.
Estaba feliz. En Magnolia, un día soleado, fresco -para ella-, con el cielo despejado y en el que al parecer prepararía pizza casera, algo que, aunque no quisiera admitirlo, no lo había hecho nunca en su vida, si quiera había probado la torta casera como era debido. Y bueno, allí estaba, por comprar ingredientes para hacer una, específicamente en el mercado central de Magnolia, en los que los propios agricultores dejaban sus tierras para vender. Esta vez a a la pelirroja le tocaba ser cliente, al igual que su compañero.
Pero se llevó una muy grande -repito, GRANDE- carcajada al ver como el al parecer muy inocente castaño confundía una sandía con un pepino, además gigante. Al parecer la pelirroja no era la única que reía ante tal inocentada, unas cuantas personas del mercado reían, mientras otras que, quizás no tenían un buen día, pasaban de largo como si nada. Pero luego de calmar su risa -la cual fue considerablemente corta, a pesar de lo ruidosa que fue- tomó la sandía que el chico tenía en alto, y la sostuvo ella entre sus brazos.
~Esto...- Señalaba con una de las manos al fruto verde, mientras con la otra lo sostenía -Se llama Sandía, y no es un pepino gigante, tal y como piensas...- rió un poco más bajo esta vez.
Dejó la sandía sobre la caja donde el chico la había tomado, y el dueño del puesto miraba al par algo cauteloso. Pero Kallen al brindarle una sonrisa cálida y pagar por una sandía un poco más pequeña que la anterior, y luego de depositarla en una bolsa volteó de nuevo hacia el castaño, y luego de reír por lo bajo nuevamente, le señaló el contenido de la bolsa.
~Cuando vayamos a cocinar, te mostraré lo que es una sandía y a qué sabe... Mientras tanto...- se volvió de nuevo al hombre del puesto, el cual ya les miraba mucho más sereno -Me da kilo y medio de tomates, medio de cebollas...- comenzó a dictarle los ingredientes al hombre, el cual se los iba alcanzando uno por uno.
Según se veía, el mercado era uno de los lugares que despertaban el lado materno o responsable de la pelirroja, un lado que nunca se suele ver sino en esos momentos... Quizás en algún otro, pero hasta ahora no se había descubierto otro aparte. Incluso podía pasar como una hermana de ella misma, al tener un rostro mucho más calmado que de costumbre, una voz más suave y una expresión tanto facial como verbal acordes a su edad.
Observó como las manos del castaño se acercaban a sus infladas mejillas, para lugo hace como si las pinchara, y con el mismo gesto, sin cambiarlo siquiera un poco, hizo como si se estuviera desinflando por la boca, tal y como un globo, soplándole todo el aire en la cara al chico. Pero luego cambió su expresión a una risa algo enérgica, sin llegar a ser una carcajada, y continuó caminando apenas y un poco detrás de Dango, al ritmo de sus ruidosas zancadas, palmeándose ella misma un par de veces sus mejillas.
~Claro claro, los ingredientes... No olvides aún más tocino, ¡Una pizza sin tocino es una pizza desatocinada!- exclamó como si lo que había dicho tenía sentido.
Estaba feliz. En Magnolia, un día soleado, fresco -para ella-, con el cielo despejado y en el que al parecer prepararía pizza casera, algo que, aunque no quisiera admitirlo, no lo había hecho nunca en su vida, si quiera había probado la torta casera como era debido. Y bueno, allí estaba, por comprar ingredientes para hacer una, específicamente en el mercado central de Magnolia, en los que los propios agricultores dejaban sus tierras para vender. Esta vez a a la pelirroja le tocaba ser cliente, al igual que su compañero.
Pero se llevó una muy grande -repito, GRANDE- carcajada al ver como el al parecer muy inocente castaño confundía una sandía con un pepino, además gigante. Al parecer la pelirroja no era la única que reía ante tal inocentada, unas cuantas personas del mercado reían, mientras otras que, quizás no tenían un buen día, pasaban de largo como si nada. Pero luego de calmar su risa -la cual fue considerablemente corta, a pesar de lo ruidosa que fue- tomó la sandía que el chico tenía en alto, y la sostuvo ella entre sus brazos.
~Esto...- Señalaba con una de las manos al fruto verde, mientras con la otra lo sostenía -Se llama Sandía, y no es un pepino gigante, tal y como piensas...- rió un poco más bajo esta vez.
Dejó la sandía sobre la caja donde el chico la había tomado, y el dueño del puesto miraba al par algo cauteloso. Pero Kallen al brindarle una sonrisa cálida y pagar por una sandía un poco más pequeña que la anterior, y luego de depositarla en una bolsa volteó de nuevo hacia el castaño, y luego de reír por lo bajo nuevamente, le señaló el contenido de la bolsa.
~Cuando vayamos a cocinar, te mostraré lo que es una sandía y a qué sabe... Mientras tanto...- se volvió de nuevo al hombre del puesto, el cual ya les miraba mucho más sereno -Me da kilo y medio de tomates, medio de cebollas...- comenzó a dictarle los ingredientes al hombre, el cual se los iba alcanzando uno por uno.
Según se veía, el mercado era uno de los lugares que despertaban el lado materno o responsable de la pelirroja, un lado que nunca se suele ver sino en esos momentos... Quizás en algún otro, pero hasta ahora no se había descubierto otro aparte. Incluso podía pasar como una hermana de ella misma, al tener un rostro mucho más calmado que de costumbre, una voz más suave y una expresión tanto facial como verbal acordes a su edad.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
- Claro, pero recuerda, mas queso que tocino ¿Eh? -
Dije mientras sostenía el pepino gigante, comenzaba a penar que quizás no fuese un pepino gigante, que yo recordase estos eran ásperos con grumos, en cambio esta era lisa, completamente lisa, regordeta y se sentía como si estuviese llena de agua, ya que hacía un sonido aguado cuando se movía, ya que además, observé como las personas comenzaban a reírse, al igual que Kozu y Yu, sabía que hacía el ridículo, pero nunca estaba de mas, era bueno dar una alegría a las personas al día, me sentía bien al escuchar y ver las sonrisas de los demás.
- Sandía... Debo recordar el nombre de tan peculiar producto... -
Dije llevando una mano a mi barbilla y cerrando los ojos, en un gesto pensativo, mientras observaba como esta compraba otro pepino gigante, o sandía, esta era mas pequeña, pero aun así era mas grande que un pepino cualquiera, aun así, tome la sandía con su bolsa, para cargarla por mi mismo, cuando observé su gesto serio y senil, algo que antes no había visto, realmente era asombroso como podía cambiar de una actitud totalmente infantil como la mía a una seria, adulta y madura, quizás era por la situación, algo que hizo incluso callarme a mi, hasta que Yu se aproximó, saltó a mi cabeza y a un puesto de a un lado habló en el mismo tono.
Yu: A mi deme cinco kilos de anchoas, tres salmones y un pez globo... Aquí tiene.
Dijo mientras de quién sabe donde, saco una bolsa con jewels, esta se la hizo entrega al hombre al tiempo en que se colocaba la bolsa con los pescados en la espalda, y se recostaba en mi cabeza... Diablos, yo era el único sin dinero, quizás deberíamos ir a hacer una misión pronto, no quería parecer el chico pobre que tendrá que lavar platos en un restaurante o algo parecido, aun así, suspire levemente y me coloqué erguido, para luego comenzar a caminar nuevamente, esta vez buscaba alguna carnicería, claro, o una tienda en general, donde pudiésemos comprar el resto de las cosas... O bueno, ella, ya que como mencioné anteriormente estaba sin dinero.
- Bien, ahora sólo queda comprar las carnes y el queso -
Dije mientras comenzaba a caminar, colocando mis manos en la nuca y mirando el cielo, mientras daba pasos no tan largos pero si estirando las piernas completamente, mientras iba pensando algunas cosas, como que hace tiempo no preparaba pizza casera ¿Debiese ser una semana? Quizás hubiese perdido práctica, pero hoy se vería eso, además, conocería a la progenitora de la chica pelirroja de apariencia bibliotecaria con piernas destructivas, quizás su madre fuese igual, ya me la imaginaba, una chica alta, de busto grande, pelo rojo, con piernas y brazos musculosos, cejas pronunciadas, colmillos y una risa malvada... ¿Por que la imaginaría así? Quizás seguía algo embobado producto de la patada hace unas horas atrás... Posiblemente.
Dije mientras sostenía el pepino gigante, comenzaba a penar que quizás no fuese un pepino gigante, que yo recordase estos eran ásperos con grumos, en cambio esta era lisa, completamente lisa, regordeta y se sentía como si estuviese llena de agua, ya que hacía un sonido aguado cuando se movía, ya que además, observé como las personas comenzaban a reírse, al igual que Kozu y Yu, sabía que hacía el ridículo, pero nunca estaba de mas, era bueno dar una alegría a las personas al día, me sentía bien al escuchar y ver las sonrisas de los demás.
- Sandía... Debo recordar el nombre de tan peculiar producto... -
Dije llevando una mano a mi barbilla y cerrando los ojos, en un gesto pensativo, mientras observaba como esta compraba otro pepino gigante, o sandía, esta era mas pequeña, pero aun así era mas grande que un pepino cualquiera, aun así, tome la sandía con su bolsa, para cargarla por mi mismo, cuando observé su gesto serio y senil, algo que antes no había visto, realmente era asombroso como podía cambiar de una actitud totalmente infantil como la mía a una seria, adulta y madura, quizás era por la situación, algo que hizo incluso callarme a mi, hasta que Yu se aproximó, saltó a mi cabeza y a un puesto de a un lado habló en el mismo tono.
Yu: A mi deme cinco kilos de anchoas, tres salmones y un pez globo... Aquí tiene.
Dijo mientras de quién sabe donde, saco una bolsa con jewels, esta se la hizo entrega al hombre al tiempo en que se colocaba la bolsa con los pescados en la espalda, y se recostaba en mi cabeza... Diablos, yo era el único sin dinero, quizás deberíamos ir a hacer una misión pronto, no quería parecer el chico pobre que tendrá que lavar platos en un restaurante o algo parecido, aun así, suspire levemente y me coloqué erguido, para luego comenzar a caminar nuevamente, esta vez buscaba alguna carnicería, claro, o una tienda en general, donde pudiésemos comprar el resto de las cosas... O bueno, ella, ya que como mencioné anteriormente estaba sin dinero.
- Bien, ahora sólo queda comprar las carnes y el queso -
Dije mientras comenzaba a caminar, colocando mis manos en la nuca y mirando el cielo, mientras daba pasos no tan largos pero si estirando las piernas completamente, mientras iba pensando algunas cosas, como que hace tiempo no preparaba pizza casera ¿Debiese ser una semana? Quizás hubiese perdido práctica, pero hoy se vería eso, además, conocería a la progenitora de la chica pelirroja de apariencia bibliotecaria con piernas destructivas, quizás su madre fuese igual, ya me la imaginaba, una chica alta, de busto grande, pelo rojo, con piernas y brazos musculosos, cejas pronunciadas, colmillos y una risa malvada... ¿Por que la imaginaría así? Quizás seguía algo embobado producto de la patada hace unas horas atrás... Posiblemente.
Dango- Mago Clase E
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Incluso aquel rostro calmado, serio, sonriente pero tranquilo y extraño totalmente para la pelirroja se vio interrumpido por la curiosa acción del gato, era muy extraño ver a un gato comprando su propia comida. Aún más extraño era que aquella criatura felina fuera poseedora de dinero, y que usara como posadera la cabeza de la pobre pelirroja, pero lo último era otra cosa. Y bueno, por lo que lograba notar la pelirroja el gato poseía más dinero que su propio dueño, lo cual era un hecho aún más gracioso. Lanzó una risa por lo bajo, y comenzó a seguirle el paso.
~Y el tocino, no olvides el tocino...- aclaró, alzando su dedo índice de la mano derecha.
Luego de varios minutos caminando por el mercado, unos cuantos diálogos, unos pocos tropezones por parte de la pelirroja con cajas, y luego de comprar 4 kilogramos de queso y apenas 1 de carne, ya estaban los ingredientes listos para comenzar a preparar aquella pizza que habían planeado apenas llegaron a Magnolia, tanto el castaño como el gato y la pelirroja. Tal vez era mucha cantidad de ingredientes para ser solo una pizza para 3 personas y una cosa-gato, pero en parte la pelirroja conocía las cantidades industriales que solía comer el castaño, así que intentó no preocuparse.
~Bien...- Decía posando ambas manos sobre la cadera, apenas y llevaba la bolsa de la harina y las especias -¡A casa!
Volvió a su estado normal en menos de nada, a su gran sonrisa infantil y cálida, y se notó mas que todo al iniciar aquella marcha con la que caminaba, a grandes zancadas y tarareando una melodía quizás desconocida para todos menos para ella y su madre, caminando un poco más adelante que Dango y su gato, para así guiarlos hacia donde estaba el lugar donde ella creció, aquel lugar donde habitaba, su casa. Era un lugar considerablemente pequeño, un poco despintado, pero a pesar de todo reconstruido y bonito, con un pequeño árbol y un arbusto de arándanos en frente, y las 2 únicas ventanas con las cortinas abiertas.
No fue necesario mediar palabra para que, tan solo estando frente a su casa sin tocar el pomo de la puerta, el chirrido de algo que rueda sin aceite sonara desde dentro de la casa. Una ráfaga de viento cálido llegó a la espalda de los dos chicos y el gato que se encontraban frente a la algo raída puerta de aquella casa, cuando una voz sonó con el viento.
~Kallen, ¿Ya has llegado?- era una voz femenina, no tan aguda, mas bien cansada y cálida, desde dentro de la casa.
~¡Si, Mamma!- dijo abriendo la puerta lentamente, esperando no chocarla con su madre -¡Y he traído compañía!
Una hermosa mujer en silla de ruedas se asomó por la puerta, era de cabellos castaños, amarrados en una coleta baja, con una especie de vestido azul con detalles en blanco y ojos color azul celeste, opacos, exactamente los mismos ojos que poseía la pelirroja. Probablemente era tan alta como ésta, su única pierna y el torso se le veían bastante largos a simple vista, pero al estar sobre una silla de ruedas no se podía definir. Se le notaba que solo poseía una sola pierna porque, aunque estuvieran tapadas con la larga caída del vestido, solo un pié se asomaba desde abajo.
~¿Compañía?- miró la mujer por unos segundos a su hija, y luego volteó la mirada hacia el castaño y el gato que le acompañaban -¡Ah, has traído invitados para almorzar! Pasen, pasen, que maleducada he sido...- se desplazó junto a su silla hacia atrás, cediéndoles el paso a los chicos para que entraran.
~Bien, Mamma, el es... Es... Bueno, olvidé su nombre, pero lo puedes llamar Dango- dijo, señalando al castaño, para luego cambiar hacia Yuu -Y esa cosa tampoco sé como se llama, pero la puedes llamar gato, ¿A que no molan?- sonrió de oreja a oreja, tal y como una pequeña niña, y luego señaló la bolsa de harina que cargaba guindada en el brazo -Venimos a prepararte un delicioso almuerzo, ¡Ya verás!
La mujer rió por lo bajo, tapando levemente su rostro con una mano. No, no se veía para nada anciana, cuando mucho visiblemente tendría unos 35 años, aunque su edad nunca la solía revelar a recién conocidos, quizás la pelirroja fuera la única que la supiera. Incluso lograban hacer contraste aquella mujer y su hija, con un rostro tan parecido, a la vez eran muy diferentes, y eso sólo era a simple vista.
~Y el tocino, no olvides el tocino...- aclaró, alzando su dedo índice de la mano derecha.
Luego de varios minutos caminando por el mercado, unos cuantos diálogos, unos pocos tropezones por parte de la pelirroja con cajas, y luego de comprar 4 kilogramos de queso y apenas 1 de carne, ya estaban los ingredientes listos para comenzar a preparar aquella pizza que habían planeado apenas llegaron a Magnolia, tanto el castaño como el gato y la pelirroja. Tal vez era mucha cantidad de ingredientes para ser solo una pizza para 3 personas y una cosa-gato, pero en parte la pelirroja conocía las cantidades industriales que solía comer el castaño, así que intentó no preocuparse.
~Bien...- Decía posando ambas manos sobre la cadera, apenas y llevaba la bolsa de la harina y las especias -¡A casa!
Volvió a su estado normal en menos de nada, a su gran sonrisa infantil y cálida, y se notó mas que todo al iniciar aquella marcha con la que caminaba, a grandes zancadas y tarareando una melodía quizás desconocida para todos menos para ella y su madre, caminando un poco más adelante que Dango y su gato, para así guiarlos hacia donde estaba el lugar donde ella creció, aquel lugar donde habitaba, su casa. Era un lugar considerablemente pequeño, un poco despintado, pero a pesar de todo reconstruido y bonito, con un pequeño árbol y un arbusto de arándanos en frente, y las 2 únicas ventanas con las cortinas abiertas.
No fue necesario mediar palabra para que, tan solo estando frente a su casa sin tocar el pomo de la puerta, el chirrido de algo que rueda sin aceite sonara desde dentro de la casa. Una ráfaga de viento cálido llegó a la espalda de los dos chicos y el gato que se encontraban frente a la algo raída puerta de aquella casa, cuando una voz sonó con el viento.
~Kallen, ¿Ya has llegado?- era una voz femenina, no tan aguda, mas bien cansada y cálida, desde dentro de la casa.
~¡Si, Mamma!- dijo abriendo la puerta lentamente, esperando no chocarla con su madre -¡Y he traído compañía!
Una hermosa mujer en silla de ruedas se asomó por la puerta, era de cabellos castaños, amarrados en una coleta baja, con una especie de vestido azul con detalles en blanco y ojos color azul celeste, opacos, exactamente los mismos ojos que poseía la pelirroja. Probablemente era tan alta como ésta, su única pierna y el torso se le veían bastante largos a simple vista, pero al estar sobre una silla de ruedas no se podía definir. Se le notaba que solo poseía una sola pierna porque, aunque estuvieran tapadas con la larga caída del vestido, solo un pié se asomaba desde abajo.
- Spoiler:
~¿Compañía?- miró la mujer por unos segundos a su hija, y luego volteó la mirada hacia el castaño y el gato que le acompañaban -¡Ah, has traído invitados para almorzar! Pasen, pasen, que maleducada he sido...- se desplazó junto a su silla hacia atrás, cediéndoles el paso a los chicos para que entraran.
~Bien, Mamma, el es... Es... Bueno, olvidé su nombre, pero lo puedes llamar Dango- dijo, señalando al castaño, para luego cambiar hacia Yuu -Y esa cosa tampoco sé como se llama, pero la puedes llamar gato, ¿A que no molan?- sonrió de oreja a oreja, tal y como una pequeña niña, y luego señaló la bolsa de harina que cargaba guindada en el brazo -Venimos a prepararte un delicioso almuerzo, ¡Ya verás!
La mujer rió por lo bajo, tapando levemente su rostro con una mano. No, no se veía para nada anciana, cuando mucho visiblemente tendría unos 35 años, aunque su edad nunca la solía revelar a recién conocidos, quizás la pelirroja fuera la única que la supiera. Incluso lograban hacer contraste aquella mujer y su hija, con un rostro tan parecido, a la vez eran muy diferentes, y eso sólo era a simple vista.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Ir de compras definitivamente salía de mi lista de que cosas podría hacer, realmente creí que era algo divertido, pero tener que cargar bolsas, pasar entre las personas, esperar a elegir productor de apariencia mas o menos agradable, entre todas esas cosas, por lo menos para mi, sería mejor cultivarlas, pero definitivamente ir a comprar al mercado era lo mas aburrido que había encontrado, mas cuando llevaba bolsas y bolsas con comida, bastaba decir que una bolsa estaba repleta de queso, otra de salame, otra de carnes varias, y algunas otras cosas.
Pero luego, habíamos terminado de comprar, ahora nos dirigíamos a su casa, a su hogar mas específicamente, Kozu me había hablado mucho de su vida y esas cosas, por lo que sabía, vivía sola con su madre, además, según sus comentarios, era una persona bastante interesante, claro, a ciencia cierta no sabía lo que era una madre, a mis conocimientos con suerte sabía que de ella salen los bebés, y punto, no sabía nada mas acerca de lo que era una madre o un padre, claro, eso podría escucharse algo triste, pero no le daba importancia.
Apenas observé el hogar de Kozu, era algo totalmente fuera de mi imaginación, era una casa pequeña, claro, yo siempre viví en árboles, creando mis propias casas, así que el término hogar, para mi no era muy diferente a casa, sólo sabía que hogar era algo mas profundo gracias a los pocos libros que había leído de pequeño, pero, por alguna extraña razón, por mas pequeña que fuese, transmitía una calidez enorme, una calidez, que me hizo sonreír pese a que siempre lo hacia, esta era una sonrisa algo mas tranquila y satisfecha.
- Con que... Este es tu hogar Kozu -
Apenas nos acercamos a la puerta, de apariencia como si llevase años, esta se abrió como por arte de magia, un aire cálido y reconfortable se podía sentir, ahora recién comprendo por que tanta calidez en aquel lugar, pero ahora, sólo creía que era producto del calor, quizás el haber estado rodeado de personas en el mercado nos había acalorado, pero, de inmediato, una suave voz fue escuchada por los presentes, apenas pude notar de quién se trataba al abrir por completo la puerta por parte de la pelirroja. Era una mujer baja, bueno, baja puesto se encontraba en silla de ruedas, seguro si se levantaba mediría quizás lo mismo que la hija, pero, era algo totalmente contrario a lo que imaginaba, por debajo sólo se veía un pie, de seguro era por eso que se encontraba en aquella silla, seguro si no hubiese notado un sólo pie, hubiese hecho un comentario no muy agradable, como era costumbre, pero, aparte de eso, la feroz mujer musculosa cabellos flameantes, no era, es mas, poseía unos cabellos largos y castaños, pero, sin duda lo que mas me llamó la atención, fue el rostro, sin duda, si no hubiese pasado por todo lo que ya había, lágrimas hubiesen caído de mis ojos, no sabía por que, pero sentía esa necesidad, claro, sin embargo no sucedió, pero ver ese rostro gentil, bondadoso, cálido, llenos de ese aire de "Bienvenido, me alegro hayas llegado a salvo" era algo completamente enternecedor, pero, eso terminó al escuchar a mi compañera, la chica de sonrisa apacible y tierna.
- Oh, siento no presentarme... Soy Daidalus Bearlic Daikazoku, pero si, puede llamarme Dango... Ella es Yu... Puede... Ammm... Llamarla Yu -
Dije mientras entraba con las bolsas, aquel rostro cansado de antes, ahora era el mismo de siempre, con esa tranquila y reconfortable sonrisa, con ojos llenos de esperanzas y furor, pero, ahora era el momento de emocionarse, pasado toda esa tortura de las comprar, era el momento de lo mejor, cocinar la pizza, el mejor platillo sin duda, y como si fuese mi casa, me dirigí a la cocina, como si supiese cual era, mientras Yu me seguía por detrás regañándome el entrar tan así, pero finalmente, preferí esperar a la pelirroja, dejando un momento todas aquellas bolsas, llenas de carnes, quesos, verduras, además de la sandía.
Pero luego, habíamos terminado de comprar, ahora nos dirigíamos a su casa, a su hogar mas específicamente, Kozu me había hablado mucho de su vida y esas cosas, por lo que sabía, vivía sola con su madre, además, según sus comentarios, era una persona bastante interesante, claro, a ciencia cierta no sabía lo que era una madre, a mis conocimientos con suerte sabía que de ella salen los bebés, y punto, no sabía nada mas acerca de lo que era una madre o un padre, claro, eso podría escucharse algo triste, pero no le daba importancia.
Apenas observé el hogar de Kozu, era algo totalmente fuera de mi imaginación, era una casa pequeña, claro, yo siempre viví en árboles, creando mis propias casas, así que el término hogar, para mi no era muy diferente a casa, sólo sabía que hogar era algo mas profundo gracias a los pocos libros que había leído de pequeño, pero, por alguna extraña razón, por mas pequeña que fuese, transmitía una calidez enorme, una calidez, que me hizo sonreír pese a que siempre lo hacia, esta era una sonrisa algo mas tranquila y satisfecha.
- Con que... Este es tu hogar Kozu -
Apenas nos acercamos a la puerta, de apariencia como si llevase años, esta se abrió como por arte de magia, un aire cálido y reconfortable se podía sentir, ahora recién comprendo por que tanta calidez en aquel lugar, pero ahora, sólo creía que era producto del calor, quizás el haber estado rodeado de personas en el mercado nos había acalorado, pero, de inmediato, una suave voz fue escuchada por los presentes, apenas pude notar de quién se trataba al abrir por completo la puerta por parte de la pelirroja. Era una mujer baja, bueno, baja puesto se encontraba en silla de ruedas, seguro si se levantaba mediría quizás lo mismo que la hija, pero, era algo totalmente contrario a lo que imaginaba, por debajo sólo se veía un pie, de seguro era por eso que se encontraba en aquella silla, seguro si no hubiese notado un sólo pie, hubiese hecho un comentario no muy agradable, como era costumbre, pero, aparte de eso, la feroz mujer musculosa cabellos flameantes, no era, es mas, poseía unos cabellos largos y castaños, pero, sin duda lo que mas me llamó la atención, fue el rostro, sin duda, si no hubiese pasado por todo lo que ya había, lágrimas hubiesen caído de mis ojos, no sabía por que, pero sentía esa necesidad, claro, sin embargo no sucedió, pero ver ese rostro gentil, bondadoso, cálido, llenos de ese aire de "Bienvenido, me alegro hayas llegado a salvo" era algo completamente enternecedor, pero, eso terminó al escuchar a mi compañera, la chica de sonrisa apacible y tierna.
- Oh, siento no presentarme... Soy Daidalus Bearlic Daikazoku, pero si, puede llamarme Dango... Ella es Yu... Puede... Ammm... Llamarla Yu -
Dije mientras entraba con las bolsas, aquel rostro cansado de antes, ahora era el mismo de siempre, con esa tranquila y reconfortable sonrisa, con ojos llenos de esperanzas y furor, pero, ahora era el momento de emocionarse, pasado toda esa tortura de las comprar, era el momento de lo mejor, cocinar la pizza, el mejor platillo sin duda, y como si fuese mi casa, me dirigí a la cocina, como si supiese cual era, mientras Yu me seguía por detrás regañándome el entrar tan así, pero finalmente, preferí esperar a la pelirroja, dejando un momento todas aquellas bolsas, llenas de carnes, quesos, verduras, además de la sandía.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
Era como si aún Kallen tuviera 6 años, como si se hubiera congelado aquella forma de amar a su madre, y hubiera permanecido de esa manera por todo aquel tiempo. Todo eso desde el incidente del incendio, pues Kallen se había prometido el intentar compensar aquel daño físico que le había hecho a su madre,aunque sentía que nunca era suficiente. Era cierto, por culpa de la misma pelirroja aquella hermosa mujer de ojos azulados y cabellos castaños se encontraba eternamente atada a una silla de ruedas, era algo por lo que la pelirroja siempre se había arrepentido, era realmente el motivo principal por el que era tan trabajadora, y siempre buscaba hacer algo productivo, ya sea de dinero o de comida. Todo esto por su madre.
Sonrió de oreja a oreja hacia la reacción de su madre y, tomando su silla de ruedas por los mangos de atrás, la trasladó hacia el pequeño comedor/cocina. No era más que una cocina mediana, con apenas 4 estufas y un horno a gas, un lavaplatos y unos cuantos utensilios, y dentro de una sola repisa en la parte superior los pocos platos y tazas que tenían. La cocina conectaba hacia la sala y el pasillo donde estaban las 2 habitaciones, sólo le separaba de ser parte del pasillo el mesón que actuaba como mesa, a la altura suficiente de la misma silla de ruedas, junto con 4 bancos sin espaldar.
~¡Dango! ¿Qué esperas para traer las cosas?- le hizo una seña con el brazo al castaño, para que se acercara con las bolsas, pero luego volteó hacia donde su madre -Bien, nosotros haremos la masa y el aderezo, ¿Quieres hacer la salsa de tomate?- sonrió como niña emocionada.
~Bien bien... Daidalus-kun, ¿Podrías pasarme la bolsa de los tomates y las especias?- luego recapituló por unos segundos, y sacudió su cabeza -Te llamaré Daidalus, si no te importa, me gusta ese nombre, ¿Bien?
Al parecer, tanto la madre como la hija tenían aquel rasgo en común, el tratar como a un amigo de siempre a alguien que acaba de conocer. Luego de Kallen haber cargado la bolsa de la infinita harina hacia el mesón de la cocina, sacó un bol de tamaños colosales y se lo entregó a la madre, y un rodillo de madera del tamaño de un pilar de edificio (?) y lo dejó sobre el mesón. Sonrió satisfactoriamente y colocó ambas manos sobre su cadera, pensando por unos segundos... Pero luego una gota corrió por su frente y una sonrisa tonta se manifestó en su rostro.
~Y bien... ¿Cómo se hace una pizza?
La pelirroja sabía mucho de cocina, es verdad, y aunque no o pareciera realmente estaba bien ubicada en cuanto a cultura general, menos en el inglés, claro está. Sin embargo, platillos familiares o de gran tamaño no había logrado aprenderlos como era debido, o siquiera aprenderlos, ya que realmente solo cocinaba para ella y para su madre, generalmente. Y bueno, si le tocaba realizar algún trabajo que tuviera que ver con cocina, se desenvolvía lo suficiente; pero por lo menos aquel platillo no tenía ni la más remota idea de cómo prepararlo.
Sonrió de oreja a oreja hacia la reacción de su madre y, tomando su silla de ruedas por los mangos de atrás, la trasladó hacia el pequeño comedor/cocina. No era más que una cocina mediana, con apenas 4 estufas y un horno a gas, un lavaplatos y unos cuantos utensilios, y dentro de una sola repisa en la parte superior los pocos platos y tazas que tenían. La cocina conectaba hacia la sala y el pasillo donde estaban las 2 habitaciones, sólo le separaba de ser parte del pasillo el mesón que actuaba como mesa, a la altura suficiente de la misma silla de ruedas, junto con 4 bancos sin espaldar.
~¡Dango! ¿Qué esperas para traer las cosas?- le hizo una seña con el brazo al castaño, para que se acercara con las bolsas, pero luego volteó hacia donde su madre -Bien, nosotros haremos la masa y el aderezo, ¿Quieres hacer la salsa de tomate?- sonrió como niña emocionada.
~Bien bien... Daidalus-kun, ¿Podrías pasarme la bolsa de los tomates y las especias?- luego recapituló por unos segundos, y sacudió su cabeza -Te llamaré Daidalus, si no te importa, me gusta ese nombre, ¿Bien?
Al parecer, tanto la madre como la hija tenían aquel rasgo en común, el tratar como a un amigo de siempre a alguien que acaba de conocer. Luego de Kallen haber cargado la bolsa de la infinita harina hacia el mesón de la cocina, sacó un bol de tamaños colosales y se lo entregó a la madre, y un rodillo de madera del tamaño de un pilar de edificio (?) y lo dejó sobre el mesón. Sonrió satisfactoriamente y colocó ambas manos sobre su cadera, pensando por unos segundos... Pero luego una gota corrió por su frente y una sonrisa tonta se manifestó en su rostro.
~Y bien... ¿Cómo se hace una pizza?
La pelirroja sabía mucho de cocina, es verdad, y aunque no o pareciera realmente estaba bien ubicada en cuanto a cultura general, menos en el inglés, claro está. Sin embargo, platillos familiares o de gran tamaño no había logrado aprenderlos como era debido, o siquiera aprenderlos, ya que realmente solo cocinaba para ella y para su madre, generalmente. Y bueno, si le tocaba realizar algún trabajo que tuviera que ver con cocina, se desenvolvía lo suficiente; pero por lo menos aquel platillo no tenía ni la más remota idea de cómo prepararlo.
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Re: Magnolia, un nuevo hogar.
- Soundtrack:
Un aire reconfortable y de tranquilidad se podía con facilidad sentir, aquel aire de un "hogar", no una casa, mansión, choza o lo que sea, era el verdadero sentir de entrar y rápidamente sentir el calor que traía, calor que ni con la magia mas poderosa de todas podría igualar, calor sólo conseguido por aquellos dos entes, madre e hija, calor sólo igualado por el que sentí de pequeño y que, luego de mucho tiempo lograba sentir nuevamente.
- Oh... Claro, las cosas... Además, no es como si me molestase que me llame por mi nombre... Sólo que hace años no me llaman así, y sólo una persona lo hacía... Pero bueno, de todas formas, gracias por permitirnos entrar a su hogar señora mamá de Kozu -
Dije mientras entraba en mi nuevamente, por un momento, y quizás podría ser primera vez, había dejado de lado el pensamiento de la pizza y me había centrado en otra cosa, claro, habían sido con mucha suerte unos segundos, pero el echo es que había ocurrido. Pero, como si no hubiese pensado nunca en eso, levantando las bolsas nuevamente caminé a la cocina, detrás de la pelirroja, mientras Yu intentaba ayudar cargando con su lomo algunas bolsas.
Luego de terminar de acarrear bolsas y claro, sacar todo lo que estas contenían, arrojando el recibo del precio de los alimentos al basurero (?), primero, lavar las manos, claro, si prepararíamos algo tan sagrado, debía ser creado con las manos aseadas, si no sería mediocre, y de igual forma, le señalé al grupo que también se las lavaran, aun que Yu por su parte no hizo el mayor caso, de igual forma, no es como si se ensuciase.
- Bien... Veamos... Cómo nos ocuparemos de la masa... Primero necesitamos hacer la mezcla... Necesitamos esto, esto, esto, esto, esto, esto no, posiblemente esto, esto me gusta, esto sabe mal, esto es verde, esto tiene mayonesa, esto tiene sida, esto sirve y esto -
Dije mientras tomaba y arrojaba a un lado cosas que servían y no servían, para luego comenzar a mezclarlas, hasta quedar una masa bien redonda, suave y sensual, la cual coloqué al frente de Kozu, preparando la mesa para darle la forma plana a la pizza, esa masa aportaría fácil unas dos o tres pizzas... O cuarenta, lo que nos rindiese el tiempo, para luego, observarla y posando una mano en su hombro, levantar el pulgar de la mano desocupada, señalando que sería su objetivo, mientras tomando las carnes para comenzar el papel de estar, que sería descongelar, suavizar, freír, cortar, amar y otras cosas.
Yu: Dango... Yo corto la carne ¿Si?...
Dijo mi compañera, mientras saltaba a la mesa y me observaba como la empezaba a suavizar, mientras otro pack de carnes se descongelaba y otro se freía, para luego, sonreír tranquilamente y entregarle la carne suavizada, mientras Yu, por su lado, hacía crecer grandes cuchillas en donde irían las "uñas" para usando estar, empezar a cortar de forma suave y cuidadosa los trozos de carne, mientras se dedicaba también a lavar el pescado y cocinar el mismo. De esta forma, la cocina ya se encontraba algo movida, sin duda, era primera vez que me encontraba en una situación así.
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