Misión Rango D: Libérala!

Altas horas a la mañana, por motivos de la luna y el calentamiento global, sentí que debía despertarme, así, lentamente con el cabello completamente erizado, me levanté de aquella rama sobre la que dormía, para siguiente bajarme del árbol y despertar a Yu. Rápidamente me acerqué a algún lugar con agua, me daba igual si fuese de alguien mas, en las mañanas no razono bien y rápidamente meter la cabeza, para así bajar el cabello y claro, poder despertar por completo, aun no sabía por que hacía eso, pero ya despabilado y haber mirado la hora, todo volvía a mi cabeza, había recordado por completo por que debía levantarme temprano, claro, cómo olvidar mi gran trabajo, debía caminar, tranquilamente, fuera del gremio Fairy Tail, comer algo y esperar a mi compañera a que llegase con algún encargo, eso ya comenzaba a hacerse habitual, y aun no estaba por lo completo acostumbrado.

- Ya casi llegamos... Llegaremos unos minutos antes, por lo que podríamos comer algo de pizza con algo para tomar tranquilamente -

Dije mientras luego de caminar unas cuantas cuadras, llegar fuera del gremio, para luego caminar unos pasos mas al negocio de "Don Manolo", ahí pedir una pizza familiar con un té de Naranja, si, a veces debía tener algo de estilo ¿No? Además, quedaban unos cuántos minutos para que la chica peliroja apareciese con su acostumbrados ánimos con un encargo nuevo, así que tenía el tiempo necesario para comer tranquilamente esa pizza, mientras mi compañera albina se quedaba en mi cabeza, a dormir un rato mas.

También tenía sueño, ese no era tema a discutir, si fuese cualquier otro día, estaría echado sobre la rama durmiendo quizás hasta las seis de la tarde, suerte tenía de poder comer pizza mientras esperaba, si no, no sabría que poder hacer en una ciudad de tan mañana, una ciudad tan tranquila por las mañanas que es difícil de entender cómo es que es tan ruidosa en la tarde, pero, así era esta ciudad, ese era su encanto, al energía que fácilmente se siente al dar cada pisada o ver a cada persona caminar por las amplias calles, pavimentadas y con bellas decoraciones, aun que claro, ese ambiente decorativo no es en comparación al bosque.

Mientras comía esa exquisita pizza, comencé a contar los jewels que me vendrían sobrando, si, me alcanzaba para un tiempo mas, pero las misiones nunca están de mas, por lo que esperaba que esta vez la chica llegara con un encargo con una recompensar absolutamente grande, claro, no ganaba nada con desear eso, ya que era ella la que escogía las misiones, luego simplemente íbamos al lugar, pateábamos traseros para luego recibir nuestra paga para luego huir de los desastres, ese era nuestros días con trabajo y hasta ahora nos iba bastante bien a nosotros tres, Kallen, Yu y yo.

Otra rutina más añadida a la vida de la pelirroja, algo tan simple como despertarse, cocinar el desayuno, salir al gremio, tomar una misión con paga considerable y buena dificultad y luego ir en busca de algún árbol fuera de lo común, crecido sobre el asfalto, en la arena, dentro de un callejón o sobre una caja (?), donde posiblemente se encuentre su ahora compañero fijo de misiones, aquel chico de bandana roja que se hace llamar Dango. Ah bueno, y su fiel y no-tan-amigable gata posiblemente llamada Yu, o "Gato endemoniado" para la pelirroja.

Aquel día, justo después de compartir una tortilla norteña con su madre en el desayuno, se dirigió como siempre lo hacía hacia el gremio, causando un leve temblor al dar zancadas con sus favoritas, un par de botas de excursión color café. De el tablón de misiones tomó la que consideró con un balance perfecto entre paga y dificultad, ya que solo había que rescatar a una niña rica de un grupo de delincuentes, posiblemente de un gremio oscuro o con algún mago involucrado, y luego de una conversación habitual con Mirajane y un gran vaso de azúcar con café -porque había mas azúcar que café- se dirigió en busca de aquel árbol raro en el que habitaba el castaño.

~¡DANGO! ¡BAJA, QUE TRAIGO OTRA MISIÓN!

Gritó al pié del árbol, el cual se encontraba tal y donde estaba la vez pasada. Quizás le había gustado aquel lugar lo suficiente al castaño para quedarse allí, o es que cerca había una pizzería... El punto es que la pelirroja, luego de subir al árbol con un par de saltos y comprobar que no se encontraba allí, se dirigió hacia el lugar donde tanto su instinto como su mente decía que se encontraría, era un 99% de probabilidad: en Las Pizzas de Don Manolo Ristorante. Aunque viviera en aquella ciudad desde hace 19 años y se la supiera casi que de memoria, tardó un poco en recordar dónde se encontraba aquella sede de la franquicia en Magnolia, pero al final, logró encontrarla, un poco más tarde de su hora habitual.

~¡Dango!- Dijo en tono impaciente, apareciendo casi como una ninja detrás de este a pesar de sus pesadas botas -¡Si vas a salir a comer pizza, deja una nota o algo! No es lindo gritarle a un árbol y que no haya nadie dentro...

Se sentó muy naturalmente en la silla de en frente al castaño, justo sobre el trozo de pizza que se estaba por comer colocó el volante de la misión que había solicitado hace minutos atrás, y, sin más nada que decir, se cruzó de brazos aún sentada, pero segundos después tomando un triángulo de pizza de la que se supone era el desayuno de Dango, mordiéndola como si ella la hubiera pagado. A veces abusaba de la confianza.

~Saldremos en el tren de las 11 am, así que come rápido que solo tenemos 2 horas...- decía con la boca llena de pizza, mientras la masticaba.

Con un trozo de pizza en la boca, la cual colgaba cual mono sobre un árbol, escurriendo queso mientras el resto que le componía comenzaba a deslizarse sobre el queso, ya que prácticamente era mas queso que pizza, había que decirlo, en especial de la pizza, me gustaba el queso, una pizza con poco queso o sin este, no era merecedora de llamarse pizza, junto con el monstruo que fuese que la hubiese echo, este merecía algo peor que la muerte o una patada en el amiguito de abajo, si, merecía todo eso y mucho mas.

- Perro fabes je yo siempe esoy ati - (Pero sabes que yo siempre estoy aquí)

Dije con la boca llena de pizza, quizás dos trozos se encontrabas dentro de mi boca, mas un tercero colgando de mis labios, mientras estuve al borde de tomar un cuarto, si, cuando comía pizza podía llegar a ser algo poco pulcro, pero quién no fuese así con algo tan maravilloso como este producto circulas, que era fácilmente dividido en triángulos. Pero de ese modo, observe como sobre mi mano, y posteriormente sobre la pizza, un cartel se encontraba sobre mi mano, este era una nueva misión, por lo visto, a simple vista era una paga que realmente merecía la pena, pero no sólo eso, el anuncio principal era lo mas atrayente, ya que trataba sobre rescate, golpear pandilleros, ahora si que estaría bueno.

- Dos horas... Pff... Tenemos rato... Por cierto, ¿No había mencionado que hoy vendría un conocido tuyo?...-

Dije terminando los dos trozos de pizza anteriormente mencionados, mientras el tercero era ingerido junto a otro trozo, ahora sólo quedaban alrededor de treintaicinco trozos mas, ya quedaba cada vez menos, mientras por su lado Yu ingería unos tres trozos, pero al hacerlo no parecía cómo si los tuviese en la boca, es mas, es como si se hubiesen esfumado, mientras a los segundos de masticas, para consiguiente tragar, fijarme en la pelirroja y volver a pronunciar palabra.

- Kozu, te dije que te esperaría fuera de tu gremio, claro, fuera de tu gremio y unos pasos mas adelante está la pizzería, que clase de hombre ignora sus vicios ¿Eh? -

Dije levantándome de la silla, al tiempo que mi rostro se concentraba en el cielo, quedando así por unos minutos, mientras finalmente levantando el puño al ya mencionado azulado cielo, dejando este bien alto, siendo este puño una especie de quita sol para el rostro, ya que ocultaba exactamente donde este se encontraba. Mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro, esta era bastante calmada, mientras cerraba los ojos y respiraba pacíficamente, para luego volver a abrir los ya mencionados.

- Algún día alcanzaremos el cielo con nuestras propias manos, por eso debemos esforzarnos de ahora en adelante... Algún día no necesitaremos eso que llaman aviones, cohetes, o lo que sea que se use para volar, cuando seamos verdaderamente sinceros y honestos con nosotros mismos, atravesaremos cualquier barrera... Por eso, Kozu, venga, vamos, hay una misión que hacer -

Dije finalmente bajando el puño a la altura de mi pecho, pero se encontraba a una distancia de este, para luego con gran fuerza, golpear la mesa, me encontraba emocionado, esta rutina de vida mas que monótona, era divertida y excitante, otra nueva misión se abría ante nosotros, pese a que arriesgábamos el pellejo, eso es lo importante ¿No? El que no arriesga poco gana, ese es un viejo dicho chino tailandés australiano mamífero semi acuático transparentes eguipsio hipopotinesco o algo así, el punto es que, era cierto, cual era el punto de hacer una misión si en el trayecto no perdíamos unos cuántos litros de sangre.

- Bien, vamos, debo ir a buscar las cosas a mi árbol así que apresurémonos -

Dije mientras tomaba a Yu, el resto de la pizza y comenzaba a correr a donde se encontraba mi árbol, sabía que la pelirroja me seguiría y si no, sería unas cuántas horas de que ella me busca a mi y yo la busco a ella, pero no miraría hacia atrás, por algo los ojos los teníamos adelantes, y al rato de correr, alcancé mi árbol, sin perder tiempo tomé mi arco con el caraj con flechas, para luego, sin siquiera tiempo para respirar, comenzar el recorrido a la estación de trenes, ahora ya mas calmados eso si, aun quedaba unos cuántos minutos.

Terminó de comerse todo el trozo de pizza que había tomado con el segundo bocado sin dificultad alguna; realmente no comía aquel trozo de pizza por gusto o por tener hambre, solamente por querer molestar al castaño, lo que al parecer no funcionó. Claro, tenía buen sabor, pero no era el estilo de la pelirroja; ella iba más con los waffles con mucha miel, hojuelas de caramelo con leche, un sandwich rebosante de jalea y algo de mantequilla, o simplemente lo que había desayunado aquel día. Se levantó de su asiento, cruzando los brazos y tapeteando un poco el suelo con un pié, en señal de impaciencia. Gestualmente decía algo como "Come rápido, que estoy impaciente".

~Ajam, un amigo nos acompañará a esta misión...- lanzó una pequeña risita, podria confundirse con maliciosa -De seguro te llevarás bien con el, es pelirrojo igual que yo...

La verdad, se había acostumbrado un poco a los discursos inspiradores de Dango, pero por ello no dejaba de escucharlos, le reconfortaban un poco, sobre todo desde lo sucedido en la mina. Así que, luego de aquellas palabras sonrió ampliamente asintiendo, pero luego como si nada comenzó a correr, halando de la manga al castaño y de la cola al gato, corría a máxima velocidad... Tanto así que en apenas unos muy pocos minutos llegaron a la estación de trenes, la que se encontraba del otro lado de Magnolia.

Jadeando, frente al tren ya, exactamente el quinto vagón, la pelirroja soltó al castaño y a la gata, y apoyó sus manos sobre las rodillas, algo encorvada pero de pié, había corrido bastante, estaba recuperando el aliento. Luego de varios segundos en esa posición, se irguió y con el antebrazo se limpió el poco sudor de su frente, buscando el cartel que indicaba el número del vagón, quería asegurarse de que era el correcto, pero tuvo que apartarse un poco, ya que una gran pila de maletas y cajas le bloqueaban al vista al vagón.

~Bien, ¡Este es! ¡Vamos adentro!

Le hizo una señal a ambos compañeros a que le siguieran y, tan calmadamente como si no hubiera corrido media ciudad hace unos minutos, entró al vagón viendo hacia los lados, esperando encontrar aquel rostro emparchado conocido para ella. Avanzaba lentamente por el vagón, revisando asiento por asiento, hasta que en uno de los últimos le encontró, con la cabeza fuera del tren, asomado por la ventana. Rió por lo muy bajo, maliciosamente, y tomó aire en sus pulmones.

~¡¡LAVYYYYYYYY!!- el vagón tembló por el estruendoso grito -¡¡QUE BUENO QUE VINIERAAAS!

La pelirroja esperaba una reacción sorpresiva y graciosa por parte del pelirrojo, como que se golpeara el cuello con el marco de la ventana, al alzar la cabeza por reflejo. Unos minutos después, se les vio sentados a los 4 en la misma cabina, la pelirroja frente al emparchado, y junto a su compañero castaño -no había prestado atención donde se sentó la gata-, enseguida sacó de su bolsillo el algo lleno de salsa de tomate folleto de la misión, el cual decía todas las instrucciones.

~Bien, Lavy, la misión es sencilla: Debemos rescatar a una chica ricachona de unos bandidos raros que la secuestraron, intentando que éstos no se den cuenta para no afectar la vida de la chica... La paga sigue siendo buena si la dividimos en 3, llegaremos más rápido si tomamos el tren hasta la última estación, que queda cerca de donde según el solicitante están ocultos... ¿A que no es genial?

Sonrió ampliamente, tal y como una niña mostrando orgullosamente uno de sus dibujos. Era ese su gesto característico, la sonrisa que mostraba cuando estaba emocionada, y en ese momento estaba emocionada e impaciente por comenzar la misión en que, mas por diversión que por el dinero, iba a participar con dos de sus grandes amigos, y un gato.

~Y si es verdad que yo tengo buen sabor acabas de arruinarme arrojándome leche con tu saliva...-

Dijo parada allí, goteando hojuelas de cereal y azúcar con leche por su cara y su cabello, pero luego de unos segundos se sacudió tal cual un perro, ensuciando de desayuno al par de chicos que le acompañaban, y a una señora que casualmente estaba pasando por aquel pasillo, la cual en un idioma extraño y manoteando comenzó a gritar y a arrojar chanclas hasta salir del vagón. La pelirroja la miró como salía del vagón algo extrañada, pero al oír a Dango llamando su nombre junto con las palabras "Explosivos delicados", volteó a verlo con un gesto Güatafaqueado.

~¡¿Explosivos delicados?!- Gritó algo molesta mientras el tren se movía, pero suspiró luego de oir la serie de explosiones lejanas que se dieron al comenzar a avanzar el tren - Olvídalo, puedes jugar con eso...

Bien, recién había terminado de hablar cuando notó fácilmente en la atmósfera que, aunque haya hablado con un tono bastante alto, el joven pelirrojo al que se dirigía su plática no le estaba prestando atención. Su gesto cambió a uno completamente infantil, con el ceño fruncido y los mofletes hinchados, complementando su graciosa cara con un par de brazos cruzados. Le dio la espalda al par de chicos, quedando su vista hacia la ventana.

~Bien, preséntense, que lo que diga Kallen queda para la otra.- Su ceja derecha se movía hacia abajo y hacia arriba, como en un tic, mientras permanecía con aquel gesto infantil.

Permaneció así hasta ver que el chico castaño se levantaba y salía de la cabina, en lo que se sentó "Correctamente" -en otras palabras, estirando sus sucias botas sobre el asiento de Dango (?)-, sacó una barra de chocolate y le dio un mordisco gigante. Pero al estar tan concentrada degustando aquel dulce magistral digno de los Dioses del Olimpo, no se pudo dar cuenta de que un hombre blanco, flacucho y con apariencia frágil se encontraba asomado en la cabina, cual Stalker; por lo menos hasta que el castaño lo introdujo a la fuerza en la cabina.

~¿Usted es el solicitante?- dijo examinando al hombre con la mirada y gesto curioso -¡Nosotros rescataremos a su hija, no se preocupe! Pero en la solicitud no decía que nos íbamos a encontrar para que nos diera instrucciones, allí lo decía todo... - Se rascó un poco la nuca, pero luego de pensarlo unos pocos segundos, prosiguió - Aun así, mientras más información ¡Mejor!