De viaje [Kallen Kozuki]

Acababa de bajarme del tren desde Magnolia. Llevaba tiempo deseando encontrar un hueco para hacer una escapada a una tienda nueva de la que había oído hablar muy bien. Aun así, no tenía ni idea de por qué iba a esa tienda. Al fin y al cabo, ni tenía dinero ni me faltaba nada. Pero algo me decía que me pasase. Así que allí estaba, sentado en un banco en la estación de Everestia, aburrido pero demasiado cansado como para ponerme a caminar en dirección a la tienda. Miré el reloj.
-¿Qué estás haciendo aquí, Dancer? -me dije a mí mismo, en voz baja- Con lo bien que estarías riéndote por allí en el gremio... Bueno, vayamos a la tienda...
Comencé a caminar en dirección a la salida de la estación con una última duda en mente: "¿Dónde diablos estará la tienda?"

Tal y como una flama naranja, calurosa y viva, Kallen se dejaba llevar por el viento, por las voces, por los sonidos, por el ambiente, siempre terminaba en lugares inesperados lejos de su hogar. Al fin y al cabo a la chica no le importaba, viajar era una de sus pasiones, y aunque fuera algo desubicada en la ciudad, no sentía motivos para desconfiar. Su rostro era sereno, alegre, con una sonrisa imposible de arrancar, y con unos apacibles ojos azules grisáceos que carecían de cualquier signo de preocupación Por algo la chica siempre parecía que fuera lugareña, así se encontrara en un lugar completamente desconocido para ella.

Aquel era uno de esos casos. Everestia apenas la había recorrido, cuando hace mucho tiempo atrás había acompañado a un mago celestial a expulsara unos bandidos de una casa supuestamente abandonada. Aparte de eso no había siquiera pisado más las tierras de los Pegasos Azules, tampoco es que tuviera conocidos allí. Salió del vagón sin ningún tipo de equipaje, más de lo que cargaba siempre en los bolsillos: un trozo de acero, un paquete de gomitas de oso y su monedero en forma de trozo de sandía; y luego de echar un corto vistazo a la estación, comenzó a caminar hacia la salida de ésta.

~Hoguera, hoguera, calienta mi vida entera, alumbra mi camino mientras yo... emm... compro comino~

No era nada poetiza, y aquella melodía improvisada tampoco era muy ingeniosa, pero aún así tarareaba aquella letra recién inventada. Una de las cosas que no se dio cuenta era que su bolsillo derecho tenía un orificio, hizo que el trozo de acero resbalara por el orificio y cayera en el suelo. El golpe sordo del trozo de metal le hizo darse cuenta de su caída, pero al voltear el acero rodaba hacia la salida, se perdía entre los pies de la gente.

~¡El Guren!- comenzó a gatear en el suelo, buscando aquel trozo de acero que para los ojos de otros era vulgar -¿Dónde está? ¿Dónde está el Guren?

Estaba a punto de llegar a la puerta de la estación cuando algo me llamó la atención, un refulgente brillo rojo que se arrastraba impetuoso entre los pies de la gente. ¡Se quema la estación! pensé. Me acerqué corriendo para intentar apagar las llamas, aunque no sabía como lo haría, pero ya improvisaría. Pero al acercarme más me di cuenta de que no eran llamas, sino la melena de una chica de ojos cenizos y de edad un poco mayor que yo. La miré de hito en hito y me agaché para quedar a su altura
-¿Me permitirías saber qué estás haciendo arrastrandote por el suelo? -le pregunté, sonriendo de oreja a oreja.
Ahora que estaba más cerca, me fijé más en su cara... Me recordaba a alguien,no, más bien me sonaba haberla visto antes pero no sabía dónde... Comencé a rebanarme los sesos frenéticamente, buscando alguna cara que coincidiese con la de la chica. ¡Qué bien vendría la magia de archivo en momentos como ése! Bueno, no tenía más remedio que esperar, a ver si mientras me respondía se me ocurría algo...

Ya sus palmas tenían un par de astillas y sus dedos estaban llenos de tierra y trozos de asfalto sueltos, pero a diferencia de otras chicas a la pelirroja no le importaba para nada. Logró localizar el trozo de acero desgastado y opaco bajo un par de sandalias femeninas rojas, pero en seguida la dueña de aquellos pies patearon por accidente el trozo de acero, perdiendose de nuevo entre la multitud. La pelirroja soltó una maldición y golpeó al suelo con un puño, justo antes de darse cuenta de que alguien le había dirigido la palabra.

Se puso de rodillas, un poco avergonzada. Aunque no lo estaba por andar en el suelo buscando algo que para ella era muy importante, sino más bien por la mala palabra que había soltado a oídos de un extraño; a veces realmente se comportaba como una niña, aún a sus 19 años de edad. Arregló el mechón de cabello que le caía entre los ojos, uno de aquellos erizados, y dirigió sus claros ojos hacia aquel chico que le dirigía la palabra que, después de todo, le sonaba de algún lugar.

~Busco al Guren, se cayó. -dijo por un momento con tono inexpresivo, pero luego de un respingo le miró con curiosidad- ¿No lo has visto, verdad? ¿Al Guren? Es un trocito de metal así, mas o menos de este tamaño, de color plateado opaco y rodó por el piso, ¿Lo viste, verdad?

Sin darse cuenta, estaba sacudiendo al chico por los hombros. A veces era un poco brusca, y por a veces era casi siempre, tal y como aquel momento. Igualmente estaba un poco desesperada por encontrar aquel trozo de acero, era con que realizaba su alquimia, o la mayoría de ella. Pero al parecer la curiosidad sobre el otro tema le ganó, aunque no encajara muy bien con el contexto.

~Espera, ¿Te conozco?- torció la cabeza cual cachorro.

A duras penas podía centrarme en el objeto que había perdido con tanto grito y tanto zarandeo. Un objeto pequeño... metálico... Me conoce... Que lío...
-¿Te conozco? -dijo la chica.
-¿Te conozco? -dije yo a mi vez, mareado completamente- Te... te parece si buscamos el Gure-lo-que-sea y después te reconozco... -seguí diciendo, mientras intentaba que toda la estación dejase de dar vueltas a mi alrededor.
A ver... ¿Cómo podía ayudarla a encontrar un trozo de metal diminuto? A lo mejor, si pesaba poco... Habría que probarlo. Sonreí con picardía y le dije a Kallen, intentando aparentar seguridad y confianza:
-Tú mira hacia arriba. Si ves tu Gure-lo-que-sea (o cualquier cosilla que se precie), cogelo.
Cerré los ojos para no ver la cara con la que se habría quedado la joven, que seguro que era algo así como "Sí, claro, se ha caído al suelo pero está por arriba, y yo aquí arrastrándome como una loca". No pude evitar que me entrase la risa con tal imagen en mente. Me concentré. Si pesaba poco, funcionaría... Dejé que la magia fluyera a través de mí y creé un pequeño corriente de aire que comenzó a levantar polvo y demás objetos de pequeño tamaño en el aire.
-¿Está ahí tu Gure-lo-que-sea? -pregunté, aún sin abrir los ojos.

Asintió ante la idea del peliverde, por un momento se había olvidado de su objeto de batalla. No era la primera vez que coincidía una oración con alguien a la vez, por lo que no se sorprendió en nada, en cambio se levantó. Era una sugerencia extraña el que la pelirroja viera hacia el cielo en busca del Guren en vez de hacia el suelo, se supone que se había caído, así que debía estar en el suelo, ¿No? A menos de que el chico fuera religioso y a eso se refiriera. En fin, la pelirroja se encogió de hombros y volteó hacia el cielo, y en seguida una ráfaga de viento extendida desde el suelo levantó unos cuantos objetos: una chapa, un carrete de hilo, un boleto de tren usado y una entrada para el concierto de Britney Spears (?), pero ni una señal del Guren. Negó con la cabeza.

~¿Por cuanto tiempo más seguirás rezando? ¡Dios no va a hacer que el Guren caiga del cielo!

En eso, la pelirroja sintió un fuerte golpe en la parte de atrás de su cabeza. Un escalofríos le recorrió al sentir el golpe, y volteó rígidamente. Aquello que le había golpeado era el trozo de metal que estaba buscando, el Guren, y justo más allá había un niño con cara de diablillo riéndose por lo bajo. Kallen frunció el ceño y, luego de recoger el trozo de metal, disimuladamente desde su dedo índice mandó una aguja roja a toda velocidad hacia el brazo del chiquillo, dándole un piquete algo doloroso.

Pero no se notó, o eso pensó la pelirroja. Luego de observar el trozo de metal con aire victorioso y de dejar en claro con ese gesto al chico que había encontrado lo que estaba buscando, guardó en un bolsillo el trozo de metal, aquel que no estaba roto. Se rió por lo bajo cual niño travieso.

~Al fin y al cabo tus oraciones raras funcionaron... En fin, ¿Te conozco de algún lado? Tu cara me suena...

Igualmente Kallen conocía mucha gente, sobre todo por moverse de un lado a otro por Fiore, tanto dentro de Magnolia como fuera de ella. Sería completamente normal que Kallen no recordara su nombre, empezando que nunca se le dio bien el memorizarlos, y tampoco es que les prestara demasiada atención. O eso si realmente lo conocía de nombre, no solo de vista.

Se le veía en la cara al chico que pensaba igualmente que conocía a la pelirroja. Porque no, no podía confundirla con alguien, ella había recorrido muchas ciudades de Fiore una y otra vez, y la única pelirroja de ojos azul cenizo y su contextura física era ella, a Kallen le llamaban mucho la atención las personas parecidas a ella misma, así que se habría dado cuenta. Pero cuando el chico mencionó su ciudad de origen en común, Magnolia, se encendió el bombillo de su cabeza, aunque con bajo voltaje. Recordaba haber visto variadas veces una melena verde paseando por el mercado central de Magnolia, quizás fuera el mismo. Pero el chasquido de dedos y la expresión de idea vino cuando el chico mencionó que compartían un gremio.

~¡Eso!- le pokeó con el índice en el centro de la frente, ella era un poco más alta que el chico -¡Ya sé de donde te conozco! Aunque la verdad nunca me supe tu nombre, y si alguna vez lo mencionaron lo olvidé...- rascaba su nuca -Siempre me pasa.

Una sonrisa cálida y llena de energías se mostró en el rostro de la pelirroja, aquella que colocaba cuando acababa de morder un chocolate o cuando terminaba una misión, una sonrisa que develaba toda su personalidad.

~Mi nombre es Kallen Kozuki, ¡Y también soy una maga de Fairy Tail!- se señaló a si misma con un pulgar -Probablemente no me reconocías porque Mirajane siempre me hace vestir de Maid cuando la ayudo en la taberna, no entiendo el por qué dice que hace a todos más felices...- suspiró -En fin, ¿Viniste con el viento o es que estás perdido?

Kallen sabía que a pesar de no ser una maga realmente poderosa, como Erza, Natsu e incluso Mirajane, era un poco reconocida dentro del gremio, por lo menos de rostro y de nombre. A parte de la modelo peliblanca que atendía casi siempre la taberna, la que daba el ambiente cálido y suave era la pelirroja, incluso cuando raramente Mirajane y Elfman iban d emisión, Kallen quedaba como la encargada. No eran realmente parecidas, ya que Kallen poseía la energía de una bomba nuclear, y Mirajane era mas bien tranquila, pero por alguna razón las comparaban.

~Con venir con el viento me refería a si no viniste por una razón en específica...- soltó una risita por lo bajo.

Pero su risa se paró súbitamente cuando el chico le colocó a pocos centímetros de la cara el anuncio de la tienda mágica, una tienda de la que no tenía idea, o por lo menos no leía como debía desde tan cerca. Se alejó un par de pasos hacia atrás, y luego de razonar el nombre por unos cuantos segundos, negó con la cabeza.

~No conozco nada que se llame Estar Flameante por esta zona...- no, los idiomas no eran para nada su fuerte, tan poco que había confundido "Star" con "Estar" -Pero, según la dirección... Creo saber donde queda esa calle.

Tomó el papel que sostenía el chico, y lo miró con un ojo que para otros sería crítico, pero para ella de incomprensión: realmente estaba viendo los objetos que hacían de adorno al anuncio. Dobló el papel y lo introdujo en su bolsillo bueno, y tomó al chico del antebrazo.

~No tienes a nadie esperándote en casa, ¿No? Así por si nos perdemos, no tenemos por que sentirnos mal por llegar tarde.

No esperó respuesta, sino que echó a correr de una vez por la calle que daba justo al frente de la estación de Blue Pegasus, dirigiéndose a donde creía que se encontraba la dirección que el chico daba.

Era una de las cosas que inconscientemente acostumbraba la pelirroja, el tener tanta prisa y emoción en llegar a un lugar que terminaba arrastrando al que estaba guiando, o a quien simplemente le acompañaba. Lo había acostumbrado desde quién sabe qué edad, pero casi siempre cuando se daba un encuentro fuera de lo "laboral", terminaba de una manera u otra arrastrando a la persona con quien se encontró. Claro, casi siempre con un rostro de determinación extraño en la cara, aunque no tuviera idea hacia donde iba o si la tuviera, o como en ese caso, no estuviera segura.

Se las arregló para no chocar contra ningún puesto, pared o persona mientras corría arrastrando a su recién conocido compañero de Fairy Tail, pero no estaba segura si a su compañero le pasaba lo mismo, ya que lo arrastraba realmente sin alguna delicadeza presente, más que en su forma de agarrarlo. Por lo menos sabía que estaba consciente cuando escuchó que le dirigía la palabra. Pero no respondió la pregunta mientras andaba, sino que cuando ya la zona con el tumulto de gente había pasado se detuvo, unas 4 o 5 cuadras más allá.

~Habías preguntado mi tipo de magia, ¿No?- soltó un bufido, y se sacudió -Creo... Creo que puede llamarse alquimia de fuego, la alquimia es crear objetos con un elemento, ¿No?- se golpeó un par de veces la cabeza con un puño -Si, llamémosla así... Creo qeu es mas interesante practicarla que hablar de ella, ¿No es así?

Al parecer no se había dado cuenta en frente a qué estaban parados. De hecho, estaban en frente del gremio de uno de los cuatro aliados gremios legales, aquel que su símbolo era un caballo alado azul, tal y como era su nombre: Blue Pegasus. No se dio cuenta de su ubicación hasta que el chico de cabellos verdes lo exclamó, por lo que ella volteó hasta localizarlo: un edificio de arquitectura algo extravagante, grande, de paredes con motivos violetas y dorados, y un gran caballo alado azul justo sobre el marco de la puerta de roble. Le brillaron los ojos.

~¡Es Blue pegasus!- exclamó, sacudiendo de nuevo al pobre chico -¿Lo viste? ¿Lo viste?

Era una de las pocas cosas en Fiore que la pelirroja aún no había visto, o mas bien, lugares. Era muy raro que aquello sucediera, porque hacía más de 3 años que para distraerse salía de su ciudad, y elegía un ligar de Fiore al azar, para ya sea admirar su belleza, sorprenderse, o por simplemente visitar algo nuevo. Y cada vez que lograba encontrar algo nuevo para ver, su emoción era única.

~¿Crees que nos dejen entrar para ver un poco lo de adentro? De seguro que si, estamos en la misma alianza... ¿No te da curiosidad?- sofocaba al chico con su energía.

Simplemete esperaba la respuesta del chico con ojos emocionados, y las manos cerradas en puño cubriendo la boca, con su dorso al exterior. Era la respuesta que se esperaba de cierta manera, pero no la reacción, cuando el chico tomó su antebrazo y comenzó a halarle para arrastrarle, casi no cae de boca. Por suerte emparejando su paso con sus piernas alargadas, logró mantener el equilibrio. Cuando quiso darse cuenta ya estaba dentro del gremio aliado. En cada detalle de la casa había violeta, las paredes eran violetas, los cojines de los sillones eran violetas y hasta las velas del caro candelabro. Sin embargo estaba bien combinado con pilares blancos, puertas de roble y estructura de los muebles dorada, el lugar sería más pequeño que Fairy Tail, pero tenía incluso algo más de clase.

Incluso cuando era arrastrada hacia la barra, no dejó de ver todos sus detalles, o por lo menos los que una pelirroja como Kallen podría notar. Sintió curiosidad sobre aquel grifo de forma extraña que estaba en la barra, por lo que lo abrió un poco apenas para ver qué salía, y un grande y potente chorro de cerveza -o lo que fuera ese liquido amarillo con espuma y olor fuerte a alcohol- le llenó toda la cara y el cabello, cerrándolo inmediatamente. Se intentó quitar con las manos la cerveza de la cara, y al final se sacudió como perro para quitarse lo del cabello. Se irguió como si nada hubiera pasado, con ese olor extraño a alcohol etílico entrando por su nariz.

~Eh, ¿Qué es lo que dices?- se volvió de nuevo al chico de cabello verde, el cual había olvidado el nombre -¿Qué tío?

El hombre de detrás de la barra tenía la mirada fija en la pelirroja, una mirada curiosa, pero a la vez con un poco de desapruebo. Quizás por entrar a cureosear como si nada, o desparramarle un par de litros de cerveza, o tal vez porque Kallen al sacudirse le había llenado de unas cuantas gotas de alcohol su raro vestido rosa. La verdad era un hombre muy extraño, completamente calvo y con una barba apenas creciente, los ojos pequeños y achinados y la boca pintada con labial. Si esa era la moda en Fiore, menos mal la pelirroja estaba desentendida de ella.

~Emm no lo sé, pero su cara me suena... ¿No es el presentador del programa ese de la televisión, la ruleta de la suerte?- examinó el rostro del hombre, y mas que todo su tutú -No no, es el que hace los programas de gimnasia a las 7 de la mañana...

~Queridos, estoy aquí...- Lanzó luego de un suspiro el hombre del tutú, con una voz demasiado extraña, como la de un hombre cuando quiere imitar a una mujer.

~¡No no, es el famoso director de teatro, Inochi Furukawa!- Chasqueó los dedos la pelirroja como si fuera una muy grande idea.