Misión Clase E: Mesero por un Día [Tali Hadeslynn]

Misión: Mesero por un Día
Descripción: Al ser una de las temporadas turísticas más altas de todo Fiore, la ciudad de los restaurantes y comercios de comida, Ciudad Shirotsume, los restaurantes están a tope, tanto así que los empleados de estos establecimientos se encuentran sobrecargados. Uno de los restaurantes de aquella ciudad, "McChuffy", sufrió un gran incidente en cuanto a uno de sus empleados: sufrió un desmayo durante su trabajo. Para poder compensar su ausencia necesitan de un joven calificado, responsable, y por sobre todo capaz de utilizar magia, aunque no especifican el por qué este requerimiento. Tu misión es ir hasta aquel restaurante, y ser uno de los meseros que lo atienden por un día.


Tali

De paso por esta nueva ciudad y dadas las circunstancias, necesitaba urgentemente conseguir algo de Jewels si quería sobrevivir. Y había conseguido empleo en el restaurante "McChuffy". Un nombre raro, sin duda, pero no iba a ponerme a escudriñar qué significaba cuando lo que requería eran jewels, jewels constantes y sonantes en mi bolsillo. Lo que sí me extraño en gran manera, fue que uno de los requisitos fuese "control de magia", pues nunca había visto que un restaurante necesitara de eso para poder ofrecer un buen servicio. No era como que los alimentos se prepararan de la nada, o así, pero.... ¿Por qué magia? Ataviada para la ocasión, no me quedó más que presentarme:

Tali :3:

Tan pronto llegué, el dueño del restaurante se apresuró a recibirme, a leguas se le notaba que estaba demasiado ansioso y quizás un poco nervioso por mi llegada.

-¡Que bueno que ha llegado! Mi mesero estrella ha sufrido un accidente y no nos damos abasto con tanta gente que llega... Pase, pase por aquí.-Dijo, indicándome el sitio donde debía colocarme para tomar las órdenes.

Escuché las indicaciones de Kuon y con una sonrisa me limité a asentir. Me ajusté el delantal que protegía mi uniforme de trabajo, cogí una bandeja y mi libreta de notas para tomar los pedidos. Me ajusté mi uniforme y fui hacia el encuentro de aquella familia, para darles la bienvenida. Frente a ellos, incliné ligeramente mi cabeza, a modo de reverencia y sonreí, alzando el rostro de nuevo. -Bienvenidos a McChuffy; espero que disfruten de nuestro servicio, así como nosotros de su presencia.- Dije, mirándolos. -Por aquí, por favor.-Dije, indicándoles que me siguieran para llevarlos hasta su mesa. Era una ubicación del lugar excelente y tras esperar que tomaran asiento, les entregué los menús, indicándoles que volvería en unos minutos para darles tiempo a pensar qué comerían y así no eligieran mal.

La verdad el trabajo en el restaurant no era tan difícil si aprendías rápido. La cuestión era saberse organizar bien y llevar los pedidos a tiempo. Tras tomar la orden de la familia y una vez que estuvo lista, me apresuré a llevárselas para que pudieran disfrutar de una buena comida caliente. Y así me la pasé toda la tarde, dando la bienvenida a todos los comensales que acudían al restaurante a disfrutar de las viandas. Las tres de la tarde en punto sonaron en el reloj del negocio y noté como todos comenzaron a ponerse tensos, cosa que me extrañó demasiado, pues no veía el porqué, si teníamos buena afluencia de clientes. El gerente se acercó a mí y me dio mi paga, pero era difícil para él disimular si frustración, ya que sudaba copiosamente. Se fue a su oficina y todos los demás empleados temblaban de miedo. Me limité a mirar al exterior, esperando lo que sea que fuese a pasar.

Los cristales de la puerta fueron lanzados hacia el interior de forma violenta. Por instinto, todos procedimos a cubrirnos para no salir lesionados. Un chico apareció sentado de una manera muy extraña y se dirigió al gerente, pidiéndole que le entregara a la mesera. No supe si se refería a Kuon o a mí, pero fuese quien fuese, no dejaría que eso pasara. Observé como el lugar era rodeado por sujetos de la misma calaña que el hombre que había llegado, pero no me dejé intimidar; había cosas que no me impresionaban y un bravucón y su banda no lo iban a hacer.
-Anda, tipejo... si quieres algo ven por él.... de aquí no te llevarás a nadie, eso seguro.-Dije decidida, mientras me ponía en posición de combate para enfrentarme no solo a él, sino a todos sus esbirros. Si ellos estaban aterrando a los comensales en mi nuevo trabajo, yo debía hacer algo para evitar que siguiera sucediendo.

Chasqueé los dientes visiblemente enfadada ante las burlas. Observé a Kuon y le sonreí, haciéndola retroceder hacia donde estaba el gerente y los empleados. -Tú no te irás con él, de mi cuenta corre que eso no suceda nunca.-Mis manos cogieron la bandeja que tenía a la mano y la arrojé, con tan excelente puntería que terminó por dejar noqueado a uno de los secuaces que acompañaban al tipo raro. Sonreí, satisfecha y pronto la oscuridad comenzó a hacerse presente en el lugar, filtrándose por las ventanas para llegar hacia mí, concentrándose en mis manos como enormes esferas que danzaban para mí.
-Te propongo un trato: Llévame con Fuji, a cambio de Koun; yo tomaré su lugar...-Dije, comenzando a hacer fluir aquella densa sombra en mis manos para llegar hasta el chico. -Si lo derroto, no volverán a acercarse a este sitio jamás y tampoco a molestar a nadie en lo que les reste de vida.-Sentencié.

No tenía miedo en enfrentar lo que viniera. Debía luchar para así poder poner fin a la tiranía de Fuji. De pronto, sin que lo esperara, mi falda cayó al suelo hecha trizas, revelando mi ropa interior....que era.... bueno, demasiado sugerente como para ser mostrada. Me cubrí como pude, pero casi no tuve nada de tiempo para protegerme pues en eso, un pie de tres metros llega hasta donde yo...
Un rugido de bestia se escuchó por toda la calle y la verdad es que fue aterrador ¿Acaso Fuji era una especie de mounstruo o algo así? Y yo que creí que era una persona abusiva, horrible, grotesca, pero "normal", humano, al fin y al cabo. Y tal parece que me había equivocado.
-Fuji, ven mí... ¡No te tengo miedo! ¿Me oyes? ¡No te temo!-Dije gritando, esperando que hiciese acto de presencia.

Retrocedí unos cuantos pasos al notar a aquel gigante de más de veinte metros. En verdad era... impresionante. No solo su estatura, sino su masa corporal que superaba en mucho a la mía. Me mantuve sin moverme, pero tampoco reí cuando escuché su sonora carcajada.
No era nada gracioso en absoluto, pero debía aguantar esas burlas si quería liberar a toda esta gente de su esclavitud. Ahora sí que veía por que le temían tanto....
Su enorme pie comenzó a cubrir la zona donde yo me encontraba y supe enseguida lo que venía. Fue cayendo lentamente, pero yo me moví lo más rápido que pude, esquivando aquel pisotón.
El impacto fue tal que todos los vidrios del establecimiento se hicieron añicos, pero yo estaba a salvo.

Fuji terminó por patearme y después, con aquel impacto, fui a estamparme contra las tejas de los techos en las casas aledañas de la ciudad. Aquello había sido rudo y demasiado para mi cuerpo, pero ya ese tipo de cosas no hacían mella en mí. Ya estaba bastante acostumbrada a este tipo de cosas y esto no me asustaría. Poniéndome en pie sobre el tejado de una casa, comencé a lanzar esferas de energía oscura, contra Fuji, y entre más lanzaba, más humo se hacía, pero estaba seguro que le impactaban. Respiré tan solo una vez, para poder reunir más fuerzas.
Di un salto, cayendo desde dos metros de altura y lo hice con tal buen tino, que caí de pie, aunque no por ello no me resentí. Me paré frente a Fuji y le miré, sin demostrarle que estaba aterrada o algo así, aunque ese fuera el caso, no me derrotaría tan fácil.

Al ver que mi ataque lo hizo retroceder, pero al mismo tiempo actuar como bola de demolición, me sentí un poco culpable. Bueno, seguramente habría como pagar los daños a terceros, ya se preocuparían por ello después. Ahora debía retomar el ataque para no darle tregua, sino seguir castigando su enorme cuerpo para así seguir con el plan que tenía en mente. -¡Lo siento mucho! ¡No fue mi intención!-Grité a los vecinos, pues no quería que pensaran que estaba haciéndolo a propósito. De pronto, Fuji comenzó a actuar como un bebé... uno de 20 metros de altura y deforme... un extraño bebé, pero bebé al fin. Empuñando una espada curva, más parecida a una guadaña que a nada, comenzó a atacarme.
Esto era cuestión ya de agilidad y concentración, pues con solo un corte que lograra asestarme, seguramente me desangraría hasta morir. Continué mi ataque, ahora redoblando los esfuerzos, aumentando todo lo posible aquellas esferas oscuras mientras me cuidaba de no dejar que me alcanzara.

Con cada sesgo que parecía dar cual campesino furioso con la hierba mala del campo, yo iba retrocediendo para que aquella espada no tocara mi cuerpo. Seguí golpeando su humanidad con las esferas de energía hasta que ya no pudo más y terminó cayendo. Al pegar en el suelo, todo comenzó a temblar y la gente corrió despavorida. Los edificios se salieron de sus cimientos y todo cayó. También yo lo hice, pero me puse en pie con rapidez y fui hacia él, quedando cerca suyo. Mis manos comenzaron a moverse mientras los pétalos de rosa negra rodeaban su cuello, como si fuesen un látigo que envolvía aquella zona por completo. Me concentré todo lo que pude, para que aquella especie de "cuerda" oscura fuese dando vueltas alrededor de su cuello hasta que ya solo se distinguía una especie de collar color negro, hecho de sombras. Tras un rápido movimiento, hice que los pétalos se movieran y sin más, terminé por degollarlo.