[Misión Rango E] Hechizo de las Runas
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[Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Si hubiera habido algún reloj cerca, estaría marcando las 9:35 am. Al Sol aun le faltaba para llegar a su cenit y continuar su camino, ahora en descenso, hacia el ocaso, tiempo del cual el mago disponía para poder cumplir la misión que acababa de tomar. Ciudad Clover, bien conocida por ser el lugar donde los maestros de los gremios se reunían en conferencias y otras cosas. Sin embargo, y ciertamente por suerte para él, allí no se centraba la acción, sino a unos dos kilómetros de la urbe, en las ruinas de origen dudoso, donde supuestamente descansaba una poderosa fuente de magia. Las instrucciones habían sido claras: no dañar el objeto de tanto escándalo. No era que esta fuera su primera misión y dudaba mucho que no fuera capaz de cumplirla sin muchos inconvenientes pero, por esas razones de la vida, un pequeño presentimiento lo invadió de cierta “inseguridad”. Naturalmente, aquella “corazonada” fuera de toda lógica no fue más que abandonada por su mente, concentrándose en cosas más apremiantes, como el juntar información útil del lugar y esas cosas. Su “biblioteca de bolsillo”, con más de cinco mil ejemplares, decía poco y nada acerca de dicho lugar, lo cual de por sí era extraño. A lo único que hacía referencia era una “gran importancia” que las ruinas poseían. En otras palabras, una pérdida de tiempo el buscar información por fuentes alternativas. De la base que partía era que estaba custodiada por guardias de la misma ciudad, por lo que como mínimo debía enfrentarse con algunos magos.
Oculto detrás de unos matorrales contemplaba las imponentes ruinas destrozadas que se erguían hacia el cielo, a unos metros de distancia. Ya a primera vista podía distinguir en la entrada de la antigua ciudad a tres guardias, dos con espadas y uno con lanza, vigilando atentamente cualquier movimiento brusco. Había que ser muy cauteloso para poder evitar peleas innecesarias y ahorrar energías para cuando sea estrictamente obligatorio. Giró su cabeza hacia la derecha, hacia otros matorrales en los que había estado minutos antes, a unos tantos metros de distancia. *No falta mucho...* pensó efímeramente cuando, de la nada, una gran llama empezó a elevarse desde el suelo, llamando la atención, obviamente, de los tres guardias allí presentes. Había dejado una mezcla de permanganato de potasio y glicerina que debían entrar en contacto hace unos instantes. Al ser el permanganato de potasio un oxidante muy potente y relativamente fácil de conseguir, junto con la glicerina se produciría una gran reacción exotérmica o, en otras palabras, mucho fuego saliendo del piso. Sin vacilar, el guardia con la lanza, al parecer el de mayor rango, mandó a los otros dos a que investigaran lo ocurrido. Acercándose con cautela, no llegaron a los 50 metros del fuego antes de salir volando por los aires debido a una fuerte y repentina explosión. Habiendo predicho tal movida, Zephyroth había colocado a esa distancia un poco de cesio para que reaccionara con agua, coordinando temporalmente las dos reacciones para que diera el resultado esperado. Siempre era provechoso tener grandes conocimientos de la alquimia.
Dos menos, quedaba uno. Ante la sorpresa de verse rodeado de fuego y explosiones que salían de la nada, el tercer guardia no pudo percatarse del cuchillo mariposa que, rozando penetrante el aire, no tardó en meterse en la garganta del último hombre. No había mucho tiempo. Era obvio que una explosión así llamaría la atención de los demás guardias. Con agilidad, recorrió la distancia que lo separaba de la entrada, recogiendo su arma en el camino y adentrándose en las ruinas con extrema sutileza, antes de que se reunieran los demás guardias en la entrada para averiguar qué acababa de pasar. Esa concentración de enemigos sería ideal para poder avanzar y conseguir lo suyo. Claro, sabía de antemano que no era que iba a tener vía libre, pero algo era algo.
Oculto detrás de unos matorrales contemplaba las imponentes ruinas destrozadas que se erguían hacia el cielo, a unos metros de distancia. Ya a primera vista podía distinguir en la entrada de la antigua ciudad a tres guardias, dos con espadas y uno con lanza, vigilando atentamente cualquier movimiento brusco. Había que ser muy cauteloso para poder evitar peleas innecesarias y ahorrar energías para cuando sea estrictamente obligatorio. Giró su cabeza hacia la derecha, hacia otros matorrales en los que había estado minutos antes, a unos tantos metros de distancia. *No falta mucho...* pensó efímeramente cuando, de la nada, una gran llama empezó a elevarse desde el suelo, llamando la atención, obviamente, de los tres guardias allí presentes. Había dejado una mezcla de permanganato de potasio y glicerina que debían entrar en contacto hace unos instantes. Al ser el permanganato de potasio un oxidante muy potente y relativamente fácil de conseguir, junto con la glicerina se produciría una gran reacción exotérmica o, en otras palabras, mucho fuego saliendo del piso. Sin vacilar, el guardia con la lanza, al parecer el de mayor rango, mandó a los otros dos a que investigaran lo ocurrido. Acercándose con cautela, no llegaron a los 50 metros del fuego antes de salir volando por los aires debido a una fuerte y repentina explosión. Habiendo predicho tal movida, Zephyroth había colocado a esa distancia un poco de cesio para que reaccionara con agua, coordinando temporalmente las dos reacciones para que diera el resultado esperado. Siempre era provechoso tener grandes conocimientos de la alquimia.
Dos menos, quedaba uno. Ante la sorpresa de verse rodeado de fuego y explosiones que salían de la nada, el tercer guardia no pudo percatarse del cuchillo mariposa que, rozando penetrante el aire, no tardó en meterse en la garganta del último hombre. No había mucho tiempo. Era obvio que una explosión así llamaría la atención de los demás guardias. Con agilidad, recorrió la distancia que lo separaba de la entrada, recogiendo su arma en el camino y adentrándose en las ruinas con extrema sutileza, antes de que se reunieran los demás guardias en la entrada para averiguar qué acababa de pasar. Esa concentración de enemigos sería ideal para poder avanzar y conseguir lo suyo. Claro, sabía de antemano que no era que iba a tener vía libre, pero algo era algo.
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Mientras pasaban los segundos, Zephyroth continuaba corriendo con extremo sigilo y máxima precaución, atento con todos sus sentidos a cualquier inconveniente que se le pudiera presentar. Con cuchillo en mano, cual ninja avanzaba por las calles en ruinas de lo que antes había sido una gran ciudad. No sabía exactamente a donde se dirigía, ya que no había podido obtener algún mapa que lo orientase, pero una especie de sexto sentido no dejaba de guiarlo hacia una vaga ubicación, donde sentía la fuerte presencia de una fuente de magia y poder. Doblando en una esquina, de pronto se encontró con dos guardias, que no tardaron en reaccionar y abalanzarse contra él. Se encontraban en una angosta callejuela, por lo que apenas había lugar para que estuvieran aquellos dos, en otras palabras, o los enfrentaba o debería retroceder, caso en el cual su plan se complicaría exponencialmente. De los enemigos a vencer, uno se encontraba sin arma blanca, con una especie de guantes raros y el otro con una katana. Para maniobrar mejor, fueron por turnos, primero el que empuñaba la espada. Preparándose para el ataque, Zephyroth se puso en posición defensiva con su cuchillo en su siniestra. El primer guardia, a una distancia segura, se quedó parado, agarrando con su mano izquierda el mango de la katana y desenfundando la hoja con la derecha, realizando un corte en diagonal ascendente de izquierda a derecha hacia el mago oscuro, tratando de rebanarle el torso por la mitad. Tenía que actuar rápido, por lo que con agilidad cambió su peso hacia su lado izquierdo, agachándose y dando un paso hacia adelante, haciendo que el corte pasara por arriba suyo. Pudo notar que del corte salía una hoja de aire cortante que siguió su camino destrozando las ruinas detrás de él. Tenía que ser más listo para salir de dicha situación.
Mientras avanzaba hacia adelante y en la posición en la que estaba, tuvo la oportunidad de agarrar con su diestra la muñeca derecha del atacante, mientras este trataba de terminar el corte en el aire. Deteniéndolo en bruto, no sin cierto esfuerzo. Aprovechando el enorme flanco y apertura que le había dejado, con precisión de cirujano y conociendo a la perfección la anatomía humana, clavó su cuchillo, dando un paso más hacia adelante y eliminando la distancia que los separaba, dentro del lado derecho del tórax del contrincante. En un grito de dolor que terminó en un suspiro ahogado, el hombre chorreaba el tibio líquido por al herida y por la boca. Tenía que seguir adelante, ya que no podía detenerse tan abruptamente, al menos no sin usar alguna de sus técnicas. De esta forma, aprovechando la situación en la que estaba, siguió embistiendo con el futuro cadáver, al cual no le faltaba mucho para fallecer, usándolo como escudo viviente, para chocar con el mago que se encontraba detrás. Al ver su intención y sabiendo que a su compañero no le quedaban muchas expectativas de vida, lanzó sobre los dos hombres una bola de fuego que iba aumentando de proporciones sobre la marcha. A sangre fría había atentado contra su compañero, sólo para eliminar a su enemigo.
Mientras avanzaba hacia adelante y en la posición en la que estaba, tuvo la oportunidad de agarrar con su diestra la muñeca derecha del atacante, mientras este trataba de terminar el corte en el aire. Deteniéndolo en bruto, no sin cierto esfuerzo. Aprovechando el enorme flanco y apertura que le había dejado, con precisión de cirujano y conociendo a la perfección la anatomía humana, clavó su cuchillo, dando un paso más hacia adelante y eliminando la distancia que los separaba, dentro del lado derecho del tórax del contrincante. En un grito de dolor que terminó en un suspiro ahogado, el hombre chorreaba el tibio líquido por al herida y por la boca. Tenía que seguir adelante, ya que no podía detenerse tan abruptamente, al menos no sin usar alguna de sus técnicas. De esta forma, aprovechando la situación en la que estaba, siguió embistiendo con el futuro cadáver, al cual no le faltaba mucho para fallecer, usándolo como escudo viviente, para chocar con el mago que se encontraba detrás. Al ver su intención y sabiendo que a su compañero no le quedaban muchas expectativas de vida, lanzó sobre los dos hombres una bola de fuego que iba aumentando de proporciones sobre la marcha. A sangre fría había atentado contra su compañero, sólo para eliminar a su enemigo.
Zephyroth- Mago Clase E
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Sin más remedio, activó mentalmente su habilidad Diffusal Force, haciendo que la runa en su pecho empezara a palpitar suavemente en una tonalidad naranja. Disminuyendo su inercia considerablemente, la fuerza requerida para cambiar de movimiento a quietud y, en definitiva, para detenerse bruscamente, disminuyó lo suficiente para que, en el poco tiempo y con relativo poco esfuerzo, pudiera detenerse, lanzando el cuerpo ya sin vida sobre las llamas que se abalanzaban sobre ellos. De la misma forma, se tiró hacia atrás, esta vez aumentando su inercia para poder mantener ese impulso inicial y alejarse con un simple salto hacia atrás, para que las llamas no lo devorasen. A una distancia prudente, de unos 5 metros, pudo salir ileso mientras la llamarada se disipaba en al aire, haciendo del cuerpo calcinado el único testigo del ataque.
Volvió a la marcha, esta vez con su inercia en niveles normales, con su cuchillo de vuelta en su siniestra, corriendo lo más rápido posible para disminuir la distancia en el menor tiempo. Su contrincante no se había quedado sin hacer nada ya que, en posición defensiva, se preparaba para lanzar otra de esas llamaradas. Moviendo su pie derecho hacia atrás, tomó impulso para lanzar una patada alta con su pie derecho en arco a la altura del pecho de Zephyroth, mientras que en el viaje, una llamarada empezaba a salir de la planta del mismo, haciendo del ataque doblemente eficaz. Sin embargo, el mago oscuro ya había previsto eso, por lo que al mismo tiempo que su oponente dirigía el ataque, él se lanzaba hacia adelante, subiendo su inercia lo más posible para que ni el rozamiento del aire, ni la gravedad misma alcanzaran para diminuir su marcha, logrando acercarse antes de que la llamo lo tocase. Abruptamente, invirtió el proceso de aumento de inercia completamente, disminuyéndola lo más posible para que sin mayor esfuerzo pudiera detenerse en seco. Ahora si, volviendo su nivel de inercia a la normalidad, pudo quedarse frente a él, levantando el antebrazo izquierdo (aunque dicho movimiento lo había empezado durante la marcha), para poder detener la patada, a la vez que él mismo atinaba una con su pie derecho. Sin embargo, su contraataque (su patada), había comenzado una vez detenido en el suelo, por lo que el enemigo tuvo tiempo suficiente para imitar el primer movimiento de Zephyroth y, levantando el antebrazo izquierdo, detener de la misma forma que él lo había hecho, la patada del mago oscuro.
Con una pequeña sonrisa ante la reacción, mientras lanzaba su patada, Zephyroth disminuyó la inercia en su pie derecho, ejecutor del ataque, para poder, sobre la marcha, doblarlo hacia su cuerpo utilizando la articulación de la rodilla, acercando su pie lo más posible, mientras realizaba el movimiento en ángulo, y así evadir la defensa del hombre, aunque sin golpearlo. Ahora era momento de actuar: teniendo el pie delante del pecho del sujeto y con una inercia muy baja, le resultaba muy sencillo terminar y comenzar nuevos movimientos, por lo que lo único que tuvo que hacer era extender su pata para que ésta realizara una patada directa sobre el pecho del contrincante. Claro, para asegurarse de maximizar los daños, incrementó la inercia de su pie, para que la fuerza necesaria para detener su movimiento, en este caso la resistencia que pusiera el pecho del hombre, fuera mayor. Sin más, el guardián salió disparado hacia atrás, mientras el oscuro lanzaba su cuchillo hacia su cuello, que se clavó durante su caída, para terminar de matarlo. Volviendo su inercia a la normalidad, suspiró con algo de cansancio un poco de cansancio por tener que usar de tal forma su habilidad, apurándose para sacar el cuchillo del hombre muerto y seguir con su misión. No faltaba mucho, pero se daba cuenta de que sería más difícil de lo que imaginaba.
Volvió a la marcha, esta vez con su inercia en niveles normales, con su cuchillo de vuelta en su siniestra, corriendo lo más rápido posible para disminuir la distancia en el menor tiempo. Su contrincante no se había quedado sin hacer nada ya que, en posición defensiva, se preparaba para lanzar otra de esas llamaradas. Moviendo su pie derecho hacia atrás, tomó impulso para lanzar una patada alta con su pie derecho en arco a la altura del pecho de Zephyroth, mientras que en el viaje, una llamarada empezaba a salir de la planta del mismo, haciendo del ataque doblemente eficaz. Sin embargo, el mago oscuro ya había previsto eso, por lo que al mismo tiempo que su oponente dirigía el ataque, él se lanzaba hacia adelante, subiendo su inercia lo más posible para que ni el rozamiento del aire, ni la gravedad misma alcanzaran para diminuir su marcha, logrando acercarse antes de que la llamo lo tocase. Abruptamente, invirtió el proceso de aumento de inercia completamente, disminuyéndola lo más posible para que sin mayor esfuerzo pudiera detenerse en seco. Ahora si, volviendo su nivel de inercia a la normalidad, pudo quedarse frente a él, levantando el antebrazo izquierdo (aunque dicho movimiento lo había empezado durante la marcha), para poder detener la patada, a la vez que él mismo atinaba una con su pie derecho. Sin embargo, su contraataque (su patada), había comenzado una vez detenido en el suelo, por lo que el enemigo tuvo tiempo suficiente para imitar el primer movimiento de Zephyroth y, levantando el antebrazo izquierdo, detener de la misma forma que él lo había hecho, la patada del mago oscuro.
Con una pequeña sonrisa ante la reacción, mientras lanzaba su patada, Zephyroth disminuyó la inercia en su pie derecho, ejecutor del ataque, para poder, sobre la marcha, doblarlo hacia su cuerpo utilizando la articulación de la rodilla, acercando su pie lo más posible, mientras realizaba el movimiento en ángulo, y así evadir la defensa del hombre, aunque sin golpearlo. Ahora era momento de actuar: teniendo el pie delante del pecho del sujeto y con una inercia muy baja, le resultaba muy sencillo terminar y comenzar nuevos movimientos, por lo que lo único que tuvo que hacer era extender su pata para que ésta realizara una patada directa sobre el pecho del contrincante. Claro, para asegurarse de maximizar los daños, incrementó la inercia de su pie, para que la fuerza necesaria para detener su movimiento, en este caso la resistencia que pusiera el pecho del hombre, fuera mayor. Sin más, el guardián salió disparado hacia atrás, mientras el oscuro lanzaba su cuchillo hacia su cuello, que se clavó durante su caída, para terminar de matarlo. Volviendo su inercia a la normalidad, suspiró con algo de cansancio un poco de cansancio por tener que usar de tal forma su habilidad, apurándose para sacar el cuchillo del hombre muerto y seguir con su misión. No faltaba mucho, pero se daba cuenta de que sería más difícil de lo que imaginaba.
- Diffusal Force:
Khadgar’s Orange Rune: Diffusal Force
Usos: 1/7
Esta técnica funciona a través de una runa circular con una estrella en el medio, de color naranja. Este tipo de runa en particular (Khadgar), tiene la particularidad de solo funcionar en Zephyroth y no hay necesidad de dibujarla o activarla con un movimiento físico, sino mental. Esto se debe a que dicha runa está marcada con una cicatriz profunda en su pectoral derecho. Esta runa permite al usuario disminuir o aumentar a voluntad la inercia en su cuerpo por un relativamente corto lapso de tiempo (nunca más de un turno). Debido a que esta runa tiene su efecto directamente sobre el cuerpo del que la usa, se debe esperar cierto tiempo (un turno), para volverla a usar. Máximo de usos por batalla: 7.
Zephyroth- Mago Clase E
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Mientras su runa color naranja tomaba el tiempo requerido de inactividad para cargar sus fuerzas, Zephyroth sabía perfectamente que contaba con un arma menos y que debía arreglárselas de esa forma. Ahora estaba caminando, no por estar cansado, sino para analizar mejor la situación. Estaba más cerca del objetivo, y no podía aparecer corriendo estrepitosamente donde sabía que la guardia sería más grande. Se había encargado de limpiar la sangre de su cuchillo, arma que había quitado ya muchas vidas de este mundo, para no ser atrapado por un error tan estúpido como un rastro de gotas que lo condujeran a él. A la vez que avanzaba, las ruinas parecían estar más destruidas. Se adentraba en la ciudad y para cuando ya había pasado una hora, estaba cerca del centro de la misma. Sólo tuvo que enfrentarse a otros tres guardias, pero afortunadamente para él fueron en condiciones mucho más favorables: todos estaban solos y él fue el primero en notar su presencia, asesinándolos fríamente y sin gastar energía.
La calle terminó de repente, por lo que tuvo que detenerse ante el claro que presentaba la enorme plaza central, donde se alzaba en el medio de ella una gigantesca estructura, seguramente lugar donde la fuente de poder descansaba. En forma circular, la gran torre estaba resguardada por cinco hombres en la única entrada que presentaba, haciendo de la misión extremadamente difícil si era necesario vencerlos para poder continuar. No le quedó otra opción más que ir rodeando la estructura, siempre alejado de la plaza, detrás de los edificios en ruinas, hasta llegar al otro extremo de la puerta, del otro lado. Tendría que escalar por las paredes hasta una ubicación segura donde pudiera crear una entrada. El principal problema era no ser visto por nadie. Quizá había guardias escondidos esperando, razón por la cual tuvo que inmiscuirse arrastrándose por el césped elevado que la plaza abandonada le ofrecía, hasta llegar a diez metros antes de que empezara la estructura. Mirando a todos lados y no pudiendo estar más seguro de que nadie lo tomaría por sorpresa, se abalanzó corriendo hacia las paredes, transformando sus manos en fuertes y resistentes garras de color zafiro, gracias a su habilidad Thunder Claws. Desde su palma derecha, un brillo tenue de dicho color rodeó sus brazos y, tras un segundo, ya estaba escalando las paredes en ruinas. Diez, veinte, treinta metros del suelo, lo más lento y sigiloso posible, para no levantar sospechas. A una distancia de cincuenta metros del suelo encontró una especie de ventana, obviamente rota, por la cual pudo adentrarse en el lugar.
Gracias a que era de día, los ambientes estaban relativamente bien iluminados. Despacio y sin apuros, con su cuchillo en mano, trató de encontrar alguna indicación o mapa del edificio. Aproximadamente se encontraba en el medio de la torre, pero no sabía si tenía que bajar o subir. Decidió probar suerte y empezó a subir una gran escalera, pasando por pisos inhabitados y abandonados. Al parecer, por lo poco que quedaba, solía ser una biblioteca o un centro de investigación. De tener más tiempo, se hubiera interesado en la búsqueda de información antigua y perdida, pero como no era el caso, prefirió concentrarse en lo importante. La subida finalizó en un largo pasillo que terminaba en una única y solitaria puerta. Zephyroth se esperaba algún guardia o al menos una trampa, pero se sorprendió al encontrarse delante de la entrada sin ninguna dificultad. Acercó el oído, pero no escuchó sonido alguno. Ciertamente, no podía ser que todo estuviera bien. Luego las explosiones de la entrada, era más que natural que duplicaran la guardia. Incluso el solo haber cinco hombres en la entrada parecía sospechoso. Sin más, se decidió por aprovechar lo que parecía ser una mala praxis en la seguridad y, girando la perilla, corrió la puerta, esperando lo que fuese que estuviese delante de él.
La calle terminó de repente, por lo que tuvo que detenerse ante el claro que presentaba la enorme plaza central, donde se alzaba en el medio de ella una gigantesca estructura, seguramente lugar donde la fuente de poder descansaba. En forma circular, la gran torre estaba resguardada por cinco hombres en la única entrada que presentaba, haciendo de la misión extremadamente difícil si era necesario vencerlos para poder continuar. No le quedó otra opción más que ir rodeando la estructura, siempre alejado de la plaza, detrás de los edificios en ruinas, hasta llegar al otro extremo de la puerta, del otro lado. Tendría que escalar por las paredes hasta una ubicación segura donde pudiera crear una entrada. El principal problema era no ser visto por nadie. Quizá había guardias escondidos esperando, razón por la cual tuvo que inmiscuirse arrastrándose por el césped elevado que la plaza abandonada le ofrecía, hasta llegar a diez metros antes de que empezara la estructura. Mirando a todos lados y no pudiendo estar más seguro de que nadie lo tomaría por sorpresa, se abalanzó corriendo hacia las paredes, transformando sus manos en fuertes y resistentes garras de color zafiro, gracias a su habilidad Thunder Claws. Desde su palma derecha, un brillo tenue de dicho color rodeó sus brazos y, tras un segundo, ya estaba escalando las paredes en ruinas. Diez, veinte, treinta metros del suelo, lo más lento y sigiloso posible, para no levantar sospechas. A una distancia de cincuenta metros del suelo encontró una especie de ventana, obviamente rota, por la cual pudo adentrarse en el lugar.
Gracias a que era de día, los ambientes estaban relativamente bien iluminados. Despacio y sin apuros, con su cuchillo en mano, trató de encontrar alguna indicación o mapa del edificio. Aproximadamente se encontraba en el medio de la torre, pero no sabía si tenía que bajar o subir. Decidió probar suerte y empezó a subir una gran escalera, pasando por pisos inhabitados y abandonados. Al parecer, por lo poco que quedaba, solía ser una biblioteca o un centro de investigación. De tener más tiempo, se hubiera interesado en la búsqueda de información antigua y perdida, pero como no era el caso, prefirió concentrarse en lo importante. La subida finalizó en un largo pasillo que terminaba en una única y solitaria puerta. Zephyroth se esperaba algún guardia o al menos una trampa, pero se sorprendió al encontrarse delante de la entrada sin ninguna dificultad. Acercó el oído, pero no escuchó sonido alguno. Ciertamente, no podía ser que todo estuviera bien. Luego las explosiones de la entrada, era más que natural que duplicaran la guardia. Incluso el solo haber cinco hombres en la entrada parecía sospechoso. Sin más, se decidió por aprovechar lo que parecía ser una mala praxis en la seguridad y, girando la perilla, corrió la puerta, esperando lo que fuese que estuviese delante de él.
- Spoiler:
- Khadgar’s Blue Rune: Thunder Claws
Usos: 1/4
Turno 1/2
Esta runa, al igual que todas las de este tipo, está impresa con una cicatriz en la palma de la mano derecha de Zephyroth, con la forma de una daga y un punto saliendo se su mango. Al activarse, sus dos manos y antebrazos se ven rodeados por una especie de aura color zafiro y, luego de un segundo, dicha aura se dispersa, para dar lugar a una especie de garras azules de alta resistencia, fuerza y filo, capaz de soportar ataques elementales, sirviendo tanto para el ataque como para la defensa. Esta piel resistente que cubre sus manos se extienden hasta casi llegar a sus hombros. Esta habilidad dura un máximo de dos turnos y necesita un turno de descanso para volver a cargarse. Máximo de usos por batalla: 4.
Zephyroth- Mago Clase E
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
No había nadie. Solo un maldito pedestal con una piedra que flotaba rotando sobre su propio eje. La misma poseía una inscripción un tanto extraña. Se trataba de un jeroglífico de una clase que nunca había visto. Lo rodeó varias veces, palpó las paredes para tratar de ver si existía alguna trampa e incluso pisó el suelo con fuerza, pero nada sucedía. Luego de cinco minutos de meditación, terminó por agarrar con cuidado el pedazo de pierda, sacándolo del área del pedestal, exacto momento en el cual de las paredes salieron tres soldados hechos de piedra, uno con una gran espada y otro con una imponente lanza, que no hicieron mejor cosa que lanzar dos cortes horizontales con la intensión de cortar a Zephyroth por la mitad. Tirándose hacia atrás, cayó de espaldas contra el piso, encargándose de que la frágil piedra no se rompa. Tenía que salir de allí, no podía quedarse a pelear teniendo un artefacto como ese consigo. Si se rompía, no cobraría la recompensa. Dándose vuelta y poniéndose de cuclillas, se preparó para pararse y salir corriendo cuando un rayo casi lo calcina si no fuera porque tuvo que moverse hacia la derecha, volviéndose a tirar por el piso. Uno de los guardianes, apuntando con su lanza, le había lanzado el ataque, mientras que el otro aprovechaba la distracción para lanzar un tajo vertical para terminar con la vida del oscuro. De cara hacia arriba, rodó con su cuerpo hacia su izquierda, para que la enorme espada pasara por su costado. Dando una revolución completa, teniendo el sello entre sus brazos en forma de cruz y su pecho, lanzó una patada hacia la cabeza del guardián, que tuvo que agacharse para completar el tajo que falló en su intento.
Lo único que pasó a continuación fue un pequeño dolor en el pie de Zephyroth, ya que la patada no surgió efecto alguno. Retiró su pie, dando una vuelta carnera hacia atrás, mientras el espadachín desprendía su espada del suelo y el lancero se abalanzaba contra él. Luego de completar la acrobacia debió lanzarse hacia atrás con un salto, ya que otro rayo había sido lanzado contra él. Casi perdiendo el equilibrio, logró darse vuelta y dirigirse corriendo hacia la salida, cuando chocó con una especie de corriente de aire que rodeaba la entrada y le impedía salir, obra del guardián con la espada, la cual estaba girando en el aire, signo de su control del elemento. No le daban tregua, y tuvo que tirarse hacia un costado para que otro rayo no terminara con su vida. Era claro su plan a seguir: destruirlos, si es que quería seguir vivito y coleando. Dejó el sello en el suelo y, decidido, empezó su marcha contra el lancero. El espadachín estaba ocupado con su hechizo, moviendo en círculos su espada en el aire, pero con su mano libre realizó un ademán que terminó por desequilibrar al mago oscuro, tambaleando hacia adelante, oportunidad que aprovecho el otro para arremeter contra él, lanzando un golpe directo y mortal contra su pecho.
Parecía que todo estaba perdido, pero la lanza, aunque pareciera mentira, solo atravesó el aire, ya que Zephyroth había activado su runa Diffusal Force una vez más, disminuyendo su inercia y ganando la ventaja para detenerse con mayor facilidad y correrse hacia un costado. Ahora si, aprovechando que el que lo atacó tenía sus dos manos ocupadas y estaba inclinado hacia adelante, movió su garra derecha en forma de puño, aumentando su inercia lo más que podía, para que la fuerza necesaria para detener su ataque fuera bastante mayor. En cuestión de un instante, la cabeza del lancero había sido pulverizada por el puño del mago oscuro, cubierto por aquella resistente piel. Ahora debía encargarse del otro. Cuando dirigió su atención a su último enemigo, éste ya había clavado la espada en el suelo, creando una ráfaga de aire que lanzó al mago oscuro hacia la pared. Chocando contra ésta y cayendo al suelo, mientras sus Thunder Claws desaparecían y su Diffusal Force se desactivaba, quedaba sin poderes ante un oponente que representaba una gran dificultad. Finalmente, la misión había alcanzado su climax.
Lo único que pasó a continuación fue un pequeño dolor en el pie de Zephyroth, ya que la patada no surgió efecto alguno. Retiró su pie, dando una vuelta carnera hacia atrás, mientras el espadachín desprendía su espada del suelo y el lancero se abalanzaba contra él. Luego de completar la acrobacia debió lanzarse hacia atrás con un salto, ya que otro rayo había sido lanzado contra él. Casi perdiendo el equilibrio, logró darse vuelta y dirigirse corriendo hacia la salida, cuando chocó con una especie de corriente de aire que rodeaba la entrada y le impedía salir, obra del guardián con la espada, la cual estaba girando en el aire, signo de su control del elemento. No le daban tregua, y tuvo que tirarse hacia un costado para que otro rayo no terminara con su vida. Era claro su plan a seguir: destruirlos, si es que quería seguir vivito y coleando. Dejó el sello en el suelo y, decidido, empezó su marcha contra el lancero. El espadachín estaba ocupado con su hechizo, moviendo en círculos su espada en el aire, pero con su mano libre realizó un ademán que terminó por desequilibrar al mago oscuro, tambaleando hacia adelante, oportunidad que aprovecho el otro para arremeter contra él, lanzando un golpe directo y mortal contra su pecho.
Parecía que todo estaba perdido, pero la lanza, aunque pareciera mentira, solo atravesó el aire, ya que Zephyroth había activado su runa Diffusal Force una vez más, disminuyendo su inercia y ganando la ventaja para detenerse con mayor facilidad y correrse hacia un costado. Ahora si, aprovechando que el que lo atacó tenía sus dos manos ocupadas y estaba inclinado hacia adelante, movió su garra derecha en forma de puño, aumentando su inercia lo más que podía, para que la fuerza necesaria para detener su ataque fuera bastante mayor. En cuestión de un instante, la cabeza del lancero había sido pulverizada por el puño del mago oscuro, cubierto por aquella resistente piel. Ahora debía encargarse del otro. Cuando dirigió su atención a su último enemigo, éste ya había clavado la espada en el suelo, creando una ráfaga de aire que lanzó al mago oscuro hacia la pared. Chocando contra ésta y cayendo al suelo, mientras sus Thunder Claws desaparecían y su Diffusal Force se desactivaba, quedaba sin poderes ante un oponente que representaba una gran dificultad. Finalmente, la misión había alcanzado su climax.
Zephyroth- Mago Clase E
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Miró su cuchillo con mortal rapidez, como quien trata de confirmar la existencia de algo. Era lo único que lo separaba de una muerte segura, su única arma. El guardián estaba en posición defensiva, esperando alguna reacción del oscuro. Se enfrentaba contra alguien a quienes los ataques físicos hacían poco o nulo efecto, sin magias y que controlaba el elemento del aire, trágica coincidencia que ese mismo fuera la debilidad de Zephyroth. Sin lugar a dudas si antes creía que la misión se iba a complicar, era el momento para reevaluar sus consideraciones. Ahora miró a la tabla de piedra con la inscripción del sello: intacta. Al parecer el ataque solo estaba hacia él. Finalmente, posó sus grises orbes sobre su contrincante, imponente en esa posición con aquella arma que fácilmente podría cortar una columna de mármol.
En un parpadeo, la acción retomó su predominio, haciendo que ambos luchadores comenzaran sus maniobras. El ser de piedra había lanzado un corte en diagonal descendente, del cual, desde su hoja, salió una ráfaga de aire cortante. El hombre logró evadirla lanzándose hacia el costado, viendo como el aire literalmente cortaba la pared. Trató de rodearlo, pero el otro adivinó sus intenciones, calculando su trayectoria y anticipándose a su situación, lanzando otra ráfaga de aire cortante hacia su posición. Esta vez no le quedó más remedio que detenerse en seco, apoyando todo su peso sobre su pie derecho, pisando mal y agrandando la herida que había comenzado con la patada sobre la quijada de piedra del guardián. Cayendo de vuelta hacia atrás, no veía muchas opciones que le salvaran de la pelea. El espadachín empezó su arremetida contra el pelinegro, a la vez que seguía lanzando ráfagas de aire cortantes. Con extrema dificultad, tuvo que arreglárselas para esquivar los tres ataques mágicos, salvando su vida, pero cobrando cortes en su hombro izquierdo, pierna izquierda y hombro derecho. A esa altura, su oponente ya estaba tan cerca como para tratar de cortarlo con su espada, lanzando una puñalada para clavar su arma en el pecho del oscuro. Cansado y exhausto, cambió su centro de gravedad y dio un brusco paso hacia la derecha del sujeto. Terminó cayendo al piso, pero con una oportunidad única. Estaba a su costado, mientras él no tenía tiempo para esquivar el ataque que pronto le llegaría. Sabía que al ser de piedra un puñetazo o patada serían inútiles, por lo que solo contaba con clavarle su cuchillo en la parte más débil, sus articulaciones.
Apuntando a la parte anterior de la rodilla, dirigió la doble hoja de su arma hacia tal zona. Apenas se clavó, causando no más que una molestia. Él esperaba que se destrozara la articulación y así poder crearse una ventaja para futuro, pero en vez de eso gastó su ataque sin ganar nada a cambio. Una corriente de potente aire rodeó al ser de piedra, lanzando a Zephyroth de vuelta a la pared. Cayendo dolorido, pudo divisar cómo se marchaba de vuelta hacia él, para finalizar el combate. Aquel maldito guardián parecía inmune a todos sus intentos, aquel maldito guardián... guardián. En el poco tiempo que le quedaba, giró hacia su izquierda, para agarrar algo que estaba en el piso. El guardián ya estaba cerca suyo, demasiado cerca, lanzando un tajo en vertical descendente, directo hacia su persona. En los últimos momentos, logró poner el sello y la piedra delante suyo, entre su cuerpo y el ataque.
En un parpadeo, la acción retomó su predominio, haciendo que ambos luchadores comenzaran sus maniobras. El ser de piedra había lanzado un corte en diagonal descendente, del cual, desde su hoja, salió una ráfaga de aire cortante. El hombre logró evadirla lanzándose hacia el costado, viendo como el aire literalmente cortaba la pared. Trató de rodearlo, pero el otro adivinó sus intenciones, calculando su trayectoria y anticipándose a su situación, lanzando otra ráfaga de aire cortante hacia su posición. Esta vez no le quedó más remedio que detenerse en seco, apoyando todo su peso sobre su pie derecho, pisando mal y agrandando la herida que había comenzado con la patada sobre la quijada de piedra del guardián. Cayendo de vuelta hacia atrás, no veía muchas opciones que le salvaran de la pelea. El espadachín empezó su arremetida contra el pelinegro, a la vez que seguía lanzando ráfagas de aire cortantes. Con extrema dificultad, tuvo que arreglárselas para esquivar los tres ataques mágicos, salvando su vida, pero cobrando cortes en su hombro izquierdo, pierna izquierda y hombro derecho. A esa altura, su oponente ya estaba tan cerca como para tratar de cortarlo con su espada, lanzando una puñalada para clavar su arma en el pecho del oscuro. Cansado y exhausto, cambió su centro de gravedad y dio un brusco paso hacia la derecha del sujeto. Terminó cayendo al piso, pero con una oportunidad única. Estaba a su costado, mientras él no tenía tiempo para esquivar el ataque que pronto le llegaría. Sabía que al ser de piedra un puñetazo o patada serían inútiles, por lo que solo contaba con clavarle su cuchillo en la parte más débil, sus articulaciones.
Apuntando a la parte anterior de la rodilla, dirigió la doble hoja de su arma hacia tal zona. Apenas se clavó, causando no más que una molestia. Él esperaba que se destrozara la articulación y así poder crearse una ventaja para futuro, pero en vez de eso gastó su ataque sin ganar nada a cambio. Una corriente de potente aire rodeó al ser de piedra, lanzando a Zephyroth de vuelta a la pared. Cayendo dolorido, pudo divisar cómo se marchaba de vuelta hacia él, para finalizar el combate. Aquel maldito guardián parecía inmune a todos sus intentos, aquel maldito guardián... guardián. En el poco tiempo que le quedaba, giró hacia su izquierda, para agarrar algo que estaba en el piso. El guardián ya estaba cerca suyo, demasiado cerca, lanzando un tajo en vertical descendente, directo hacia su persona. En los últimos momentos, logró poner el sello y la piedra delante suyo, entre su cuerpo y el ataque.
Zephyroth- Mago Clase E
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Re: [Misión Rango E] Hechizo de las Runas
Había cerrado los ojos, ya que no quería contemplar la espada cortando su carne. Luego de un segundo, volvió a abrirlos, para encontrarse con la gran espada de piedra a centímetros del tablero con el sello. Su plan creado en un momento de desesperación había funcionado. Después de todo, si era un guardián del sello, sería ridículo que él lo destruyese, y más cuando lo más probable fuese que ese sello le diera la vida que ahora estaba usando para protegerlo. No pudo evitar sonreír ante el semblante sin emociones de quien se encontraba parado frente a él. Se levantó lentamente, siempre poniendo delante de él el sello, ahora como escudo, haciéndolo retrasar. Ahora el guardián sabía que no podía realizar ningún movimiento brusco o terminaría con el sello roto y su existencia extinguida.
Era tiempo de la venganza. Aun sosteniendo la fuente de poder, utilizó su habilidad Thunder Claws por segunda vez, envolviendo sus brazos con esa fuertes y resistentes escamas azules. Se alejó unos pasos, dejando el origen de todo el conflicto en el suelo. Ahora, los dos corrieron a su encuentro. El guardián lanzando un corte que fue detenido por el la mano izquierda de Zephyroth, mientras que con la derecha lo agarraba del cuello, a la vez que caían hacia el piso, el hombre encima de la piedra. Sabía que no tenía muchas posibilidades de moverlo de lugar, por lo que también hizo gala de su Diffusal Force, aumentando su inercia y, en otras palabras, la fuerza de su embestida. Ahora sí, cayendo arriba de él, no quedó que finalizar el combate con un puñetazo en su cara, aumentando la inercia de su brazo cuanto pudo para, de vuelta, aumentar la fuerza con la que daba el golpe. La piedra se deshizo en el suelo y no quedó más que levantarse, cansado, agarrar el sello de piedra y crear un agujero en la pared. Usando su garra como agarre, fue deslizándose por la pared exterior de la estructura, para salir sigilosamente del lugar. Había costado hasta el último instante, ya que tuvo que enfrentarse a dos guardianes más, pero luego de lo que tuvo que vivir en aquella sala, eran pan comido.
Era hora de ir a casa y cobrar su recompensa.
Era tiempo de la venganza. Aun sosteniendo la fuente de poder, utilizó su habilidad Thunder Claws por segunda vez, envolviendo sus brazos con esa fuertes y resistentes escamas azules. Se alejó unos pasos, dejando el origen de todo el conflicto en el suelo. Ahora, los dos corrieron a su encuentro. El guardián lanzando un corte que fue detenido por el la mano izquierda de Zephyroth, mientras que con la derecha lo agarraba del cuello, a la vez que caían hacia el piso, el hombre encima de la piedra. Sabía que no tenía muchas posibilidades de moverlo de lugar, por lo que también hizo gala de su Diffusal Force, aumentando su inercia y, en otras palabras, la fuerza de su embestida. Ahora sí, cayendo arriba de él, no quedó que finalizar el combate con un puñetazo en su cara, aumentando la inercia de su brazo cuanto pudo para, de vuelta, aumentar la fuerza con la que daba el golpe. La piedra se deshizo en el suelo y no quedó más que levantarse, cansado, agarrar el sello de piedra y crear un agujero en la pared. Usando su garra como agarre, fue deslizándose por la pared exterior de la estructura, para salir sigilosamente del lugar. Había costado hasta el último instante, ya que tuvo que enfrentarse a dos guardianes más, pero luego de lo que tuvo que vivir en aquella sala, eran pan comido.
Era hora de ir a casa y cobrar su recompensa.
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