[Misión Rango E] Buscados por La Inquisición [Zephyroth/Remilia]

por **Zephyroth** Mar Jun 19, 2012 12:19 am

Las estrellas. Infinitos puntos luminosos que representaban enormes esferas de gas de proporciones inmiaginables para la mente humana, a una distancia igual de sorprendente. Muy pocos se daban cuenta de ese detalle, que calramente no era menor, y siguen con sus vidas sin interesarse por el fascinante mundo que los rodea. Allá ellos, era lo que siempre pensaba. Mientras filosofaba sobre cuestiones sin sentido, las calles de Onibas se iban haciendo más y más desoladas, cuanto más se acercaba a la parte de la ciudad perteneciente a las lujosas mansiones de los magos más ricos. La misión era clara, transportar unos libros de contenidos bastante valiosos y oscuros hacia el bosque en las lejanías. Nada del otro mundo. Ya estaba acostumnbrado a cumplir esas tareas pero el único inconveniente fue que, al asignarlo a dicha empresa, se "olvidaron" de mencionar que no iría solo. Tal aprecía que esta misión era una movida diplomática para fortalezer relaciones con una de las esquinas que conformaba la Alianza Balam, el Tártaros. Como se enteró a último momento, ya no tenía sentido reclamar y, aunque hubiera tenido un poco más de tiempo, tampoco lo habría hecho. Nadie quiere hacer enojar al master de su gremio, y más cuando se trataba de un gremio tan "encantador" como el suyo.

Ya había llegado al punto de encuentro. Lo que tenían que hacer era primero encontrarse con el vendedor, realizar la transacción e ir hacia el punto de destino. En la teoría parecía demasiado sencillo, en la práctica, estaba por verse. Para poder comprar el libro habían acordado traer la mitad del dinero cada integrante, que luego sería retriuído por el contacto a quien debían dárselo. Miró su reloj de bolsillo, que marcaba las 1:36 am., y luego dirigió su mirada a las estrella. Ahora solo tocaba esperar, por un determinado lpaso de tiempo, y ver qué pasaba.

por **Remilia Scarlet** Mar Jun 19, 2012 2:01 am

No era la primera vez que se preguntaba el por qué permanecía en aquel gremio. No profesaba afecto por su estructura, ni por su sistema, y mucho menos por las personas que allí convivían (O hacían el intento), más que por su joven hermana. Tampoco era por la memoria de sus padres, pues bien les educaron de la manera en que desde muy temprana edad fueran capaces de tomar sus propias decisiones, de ser relativamente independientes. O por lo menos así había sido con Remilia. Y aún así, no lograba plantearse en ningun momento dejar aquel gremio. Por lo menos éste le daba otro título a su conocido nombre, y le entretenía de vez en cuando.

Pero aquello era realmente innecesario. Según el corto reglamento por el que se regía su desorganizado gremio, para que un miembro pudiera considerarse activo debía realizar una misión por lo mínimo una vez cada trimestre, y ya era su turno. Realmente no tenía ganas de realizar un encargo, mucho menos de recadera, pero al menos le consolaba el hecho que su delicada piel no se tendría que enfrentar a la luz solar. Y claro, también el que los objetos a transportar eran libros de magia. Quizás pudiera leer algo de sus contenidos en el camino al lugar especificado.

Esperaba que su compañero no se tratara de algún guarro cualquiera que manejara una magia común, y ni siquiera de buena manera. La única información que poseía del mismo compañero que le habían asignado era simplemente que se trataba del gremio que poseía su base en un globo aerostático, Grimoire Heart. En tal caso, si éste llegaba a dificultarle su propósito era capaz de dejarlo indispuesto a realizar la misión. Soltó una risa tan pequeña y aguda que solo ella pudo notar, al imaginarse a ella misma en un panorama como aquel. Sus ballerinas violeta oscuro parecían rozar delicadamente el suelo cada vez que daba un paso, mientras silenciosamente se acercaba al lugar de encuentro. Si sus cálculos habían sido correctos, llegaría 3 minutos antes de la hora acordada por el vendedor. Y de hecho, así fue.

~Si es cierta la existencia de alguna entidad religiosa, tal vez me esté jugando una broma.

Parecía exclamar en voz alta, aunque el susurro del viento por poco llegaba a camuflar su infantil voz. Aquel rostro común, aquella ropa monocromática, y sobre todo aquellos ojos grises que parecían tener una nula expresión se les hacían más que conocidos. Una de tantas personas de las cuales desconocía su nombre, pero una de las pocas que hasta ahora no consideraba totalmente idiotas. Era una posibilidad casi asegurada de que ese hombre fuera su compañero de misión, al tan solo ver el panorama: faltaban 2 minutos exactos para la hora acordada, las calles estaban totalmente desiertas, y en el exacto punto de encuentro se encontraba aquel hombre.

por **Zephyroth** Miér Jun 20, 2012 1:14 am

Bajo la luz de la luna, las estrellas y algún que otro farol que irradiaba una tenue y amarillenta luz, Zephyroth se encontrado apoyado sobre la apred sobra la intersección de dos calles, en una esquina. Al estar la noche ya vanazada y, debido a un leve pero constante viento, la temperatura hacía meritorio no andar tan suelto de ropajes, por lo que el mago oscuro tenía su sobretodo negro puesto, lo cual en cierto sentido lo ayudaba a disersarse visaulmente en el ambiente, además de su "condición" natural monocromática. No conocía a miembros de Tártaros, por lo que era ilógico quedarse pensando en cómo podía llegar a ser su pareja de misión. Sin embargo y claramente, no se esperaba con lo que se iba a encontrar. De todas las personas a las que había conocido, nunca se le ocurrió siquiera pensar en la posibilidad de encontrársela de vuelta. En el medio de la silenciosa penumbre un casi inaudible sonido logró romper su concentración. Naturalmente, no pudo entender nada de lo que se había dicho, ni siquiera si eran palabras o a qué clase de persona pertenecían, pero era seguro de que no venían con la música de fondo.

Giró su cabeza y allí estaba. La misma chica con la que se topó una vez en la biblioteca de Shirotsume. No sabía su nombre, pero ahora sabía su gremio. Uno no podía pensar que simplemente se tratase de una coincidencia de que ella estuvise en esa misma ciudad, a esa misma hora, en esa misa calle, y sola. Decidió actuar como si aquella suposición ya fuera una verdad inmutable, comenzando a hablar:
-El vendedor llegará en cualquier momento. Espero que hayas traído tu parte del dinero.
Fueron sus únicas palabras. De vuelta, obvió las presentaciones y, como si se tratara de una respuesta divina, antes de que su compañera pudiera decir algo, por una tercera call de las cuatro que formaban la esquina, tres hombres aparecieron, vistiendo túnicas negras con capuchas, tapándoles los rostros.

-¿Ustedes son los compradores?-preguntó en voz baja la figura del medio que por su tono y su figura que se dejaba adivinar por la forma de la túnica, era una mujer, de aproximadamente 1.70 metros de alto. Los otros dos parecían ser sus guadaespaldas, más que nada por poseer dos espadas gemelas cada uno. Lanzó una fugaz mirada a Remilia, esperando que ella respondiera.

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