Entrenamiento Ookami

Primer día. Amanecer.

Esa mañana era una mañana cálida, donde no había muchas nubes que proporcionaran sombra, en aquella larga y verde llanura, se encontrarían la silueta de una persona acompañada de un cuadrúpedo, una vez que ambos ya caminaron lo suficiente como para encontrar un árbol y así dejar la mochila, comida, y bolsa para dormir a la sombra de este, tanto el lobo como el humano se sentaron en la sombra del árbol dejando las cosas en medio de ellos.

Ah... que maldito calor, y no me imagino como la has de estar pasando tú.

Diría el humano hacia el lobo mientras que este último daría un quejido con la boca y se enrollaría en si mismo.

Hm... Me pregunto si aquí habrá algún tipo de hongo comestible, anda Silver ve a ver si hay alguna, y la traes.

Al decir aquello el humano, el lobo se levantó en sus cuatro patas y se dispuso a buscar hongos en la zona, mientras que el humano se puso a recolectar piedras y madera para hacer una fogata y hervir lo que sería su desayuno, al ver que el canino volvía con unos cuantos hongos en su hocico. El humano haría una fogata con unas cuantas ramas secas, rodeándola con piedras para que el fuego no se extienda a lo ancho, para después colocar dos piedras paradas y una acostada sobre estas dos, para colocar los hongos en la piedra acostada y esperar a que se calienten.

No debemos gastarnos la comida que traemos, ya que tenemos que entrenar y vivir de lo que nos da la tierra.

Diría mientras continúa esperando a que los hongos comiencen a soltar un humo, y así voltearlos para que se quemasen del lado contrario. Al ver que los hongos de igual manera soltaban un poco de humo, tomaría dos platos de la mochila y serviría la misma cantidad de hongos en ambos platos, para así comenzar a comer su nutritivo desayuno.

Al acabar de desayunar, apagaría la fogata con un poco de tierra, ya que no queria desperdiciar las ramas que tenía en ese lugar para usarlas en la noche.

Primer día. Mañana.

Pasadas ya las 10:00am, y después de un buen desayuno de hongos tanto el mago Hayato como el lobo Silver, se levantarían de aquella sombra de árbol, para así empezar su entrenamiento, principalmente se dedicarían a hacer estiramientos, Hayato por su parte, llevaba sus manos hacia el cielo tapando el sol con su mano derecha mientras que sonreía, mientras que Silver, estiraba sus patas delanteras mientras daba un ruido de gusto por la comida que habían dado.

Así que estamos contentos por la comida ¿Eh?

Decía el humano en tono bromista hacia aquel lobo, mientras que este se relamía los labios.

Bien, estamos listos para el entrenamiento físico.

Al decir aquello, lo lobino, se lanzó contra el mago, mordiendo su brazo derecho, para así el mago lanzar al lobo hacia el árbol, haciendo que el lobo se golpease contra el árbol.

Espera ¿Estás bien?

El lobo solo miraba al mago, para después lanzarse de nuevo sobre él y tumbarlo, al estar sobre él le mordería los brazos y luego lo lamería jugando.

Ah, con que “factor sorpresa”.

Diría el mago mientras que toma al animal de su lomo y lo pone a un lado de él, para después acariciar la frente del mismo.

No vamos a pelear entre nosotros, vamos a golpear esa piedra de ahí.

Dice el joven mago apuntando a una roca que media más o menos lo de un humano adulto, al ver el gran tamaño de este, correría hacia él y lo golpearía con la planta de su pie derecho, haciendo que se impulsara hacia atrás, cayendo al suelo.

Hm... es muy gruesa este pedazo de roca.

Primer día. Medio día.

Siendo las 12:00 pm justamente, y después de dar más de 10 golpes a aquella roca gigante, el mago Hayato ya se encontraba completamente empapado en sudor, por sus ropas tan ostentosas, y el calor que hacia ese día, mientras que el lobo Silver se encontraba muy cómodamente en la sombra de aquel árbol, “cuidando” la comida y demás.

¡Hey! Deja de andar de holgazán y ven a pelear.

Reclamaría el joven mago mientras miraba a su amigo canino, el cual simplemente ignoraría la sugerencia del mago, y se dedicaría a mirarle.

Bien, tengo que despedazarte maldita piedra.

Gritaría mientras apunta a aquel ser inanimado, saltando nuevamente sobre él, para lanzar una continua ráfaga de patadas, solo serían diez golpes antes de saltar para ver si le logró hacer algo, notando que solo caía una sola piedra pequeña de un costado de aquella gran roca.

Solo eso le hice... Diablos... Tengo que mejorar mi fuerza.

Volvería a correr hacia la roca, lanzando un puñetazo en el centro de la misma, notando como la roca comenzaría a moverse, para su sorpresa, aquella roca no era lo que parecía, sino una criatura hecha de roca, y al parecer estaba dormida, por lo que sus ojos se sobre saltaron, al ver como se levantaba aquel ser de piedra.

Pero que demonios... Hice...

Diría mientras que de su mano derecha comenzaría a brillar transportando una de sus armas a su mano.

¡Yukianesa!


Mientras que él gritaba el nombre de su arma, el lobo se levantaría de su lugar y erizaría sus pelos, dando un ladrido un tanto estruendoso para así anunciar que estaban ahí.

Primer día. Medio día. Continuación.

Al aparecer en su mano derecha su espada de hielo, un sonido como si algo se conjelara se escucharía.

Bien, Yukianesa, actívate.

Al decir eso, sacaría de su funda la espada estilo samurái para así apuntar a aquella criatura la cual no esperaría un segundo y lanzaría un ataque hacia Hayato, intentando golpearle. Para suerte de Hayato se había percatado de ello y usó el mango de la espada para que eso fuera golpeado en lugar de él, lo que haría que en la hoja de la espada un brillo azulino apareciera llenando un 20% de la hoja.

Excelente.

Saltaría al brazo de aquella criatura de piedra, para después golpear uno de los ojos de dicha criatura, siendo algo inútil, ya que no le pasaría nada, pero al mismo tiempo sería útil para que la espada se cargase nuevamente un poco más, quedando a casi la mitad de la hoja.

Bien... ¡Wha!

Diría ya que la criatura le golpearía el estomago lanzándolo hacia el suelo azotándose en el suelo y rodando para evitar mayor daño y al mismo tiempo para alejarse de la criatura.

Además de dura, fuerte... Y esta vez no se cargó mi arma.

Comienza a respirar un tanto agitado, ya que el golpe si le afecto un tanto. Haciéndole un poco difícil el respirar, mientras que el canino amigo de Hayato, se pondría de pie gruñendo con fuerza.

Déjalo, él es mio... lo haré pedazos.

Al decir aquello el mago, aquel lobo se mantendría quieto mirando a ambos, sin moverse, solo cuidando las cosas del árbol.

Vamos ¡ven!

Le gritaría a aquella criatura de roca mientras que esta instintivamente lanzaría un ataque hacia Hayato, lanzando dos puñetazos hacia donde él se encuentra.

Primer día. Medio día. Continuación


Al ver que los dos puños de la criatura iban directamente hacia donde Hayato se encontraba, este saltaría entre ambos brazos, golpeando continuamente los brazos hasta cargar al completo la espada de la hoja, haciendo que esta brille de color azul, para después, subir hasta su rostro pateando entre los ojos de la criatura para así saltar hacia atrás.

Bien monstruo es hora de que digas buenas noches.

Guardaría la espada en su funda, para después esperar a que la criatura se acercase a él, al momento de tenerlo cerca, lanzaría un corte horizontal, diciendo con palabras casi inaudibles.

Ice Blast...

Al momento de hacer el corte, el color azul de la hoja comenzaría a drenarse hasta quedar en color blanco la hoja, haciendo que de la hoja salga una ráfaga de energía azulina, golpeando uno de los pies de aquella criatura, dejando congelado aquella extremidad de la criatura.

Bien ahora, intentaré romper tu pierna.

Dice mientras que la espada queda como una espada sin magia, comenzaría a correr hasta donde se encuentra aquella criatura, esquivando un par de golpes que esta lanzaba con sus puños, para así intentar cortar la pierna congelada. Sería en vano, ya que, al intentar golpear el hielo, la criatura colocaría su otro pie enfrente para evitar que eso pasara.

Maldición, porque no lo haces más fácil.

Dice para la criatura, y así vuelve a tomar impulso para cortarle la pierna que tiene congelada, pero esta vez sería parado de golpe por un puñetazo que le proporcionaría la criatura.

Primer día. Anocheciendo.

Al ser derribado por la criatura, empuñaría nuevamente su espada para así levantarse, correría de nueva cuenta hacia donde se encuentra aquel ser, ahora saltando por el lado derecho, haciendo que la criatura quede totalmente expuesta. Al ver que no podría defenderse, correría hasta donde se encuentra la pierna congelada de la criatura, para así dar un combo de cinco golpes, siendo el primero un tajo horizontal, para después impulsarse con la misma velocidad que llevaba para dar un tajo en diagonal, elevando la espada, para despues caer en picada haciendo un tajo vertical en la mitad de la pierna, al tocar el suelo, daría una vuelta rápida haciendo que su cuerpo rote golpearía de nueva cuenta en un tajo vertical la mitad de la pierna de aquella criatura, para finalizar con un atravesar el centro de los ataques previos, haciendo que la pierna se haga pedazos por el hielo, al tiempo que la criatura caería al suelo agarrando la pierna faltante, esta parecería que no tendría dolor y lanzaría los restos de la pierna recién cortada hacia Hayato, el cual esquivaría a duras penas.

Diablos acaso no sientes dolor, maldita cosa.

Al decir eso, se hincaría en su pierna derecha para así respirar agitadamente, al tiempo que esa criatura comenzaría a arrastrarse hasta donde Hayato se encuentra.

¿Acaso no te cansas?

Tras decir eso se quitaría el impermeable rojo, para quedar solamente con su camisa negra y sus guantes.

Es tiempo de que te haga caer definitivamente.

Respirando con dificultad, comenzaría a alejarse la criatura para ganar un poco de aliento, y esperar que la espada vuelva a tener la habilidad de cargarse.

Primer día. Ocaso.

Al ver que la espada continuaría sin poder cargarse, continuaría huyendo de aquella criatura, haciendo que esta se arrastrase hacia donde él corría, siempre que estaba 3 metros cerca de él volvía a correr, para recuperar energía. Mientras tanto el lobo Silver se quedaba mirándole ya que le habían dicho que no interfiriera, no pensaba moverse de la sombra del árbol.

Tsk... Esta cosa simplemente no se rinde. Pero así está bien. Ya que planeo derrotarle.

Respiraría hondo para después correr directamente hasta donde se encuentra aquella criatura, lanzando múltiples tajos hacia donde se encontraba su pierna sobrante, siendo la izquierda.

Toma esto maldita cosa.

Diría al tiempo que continúa haciendo golpes contra aquella criatura, deteniéndose de golpe, al ser impactado por un golpe que ella le da, haciendo que se arrastre en el suelo, y rodando para disminuir el impacto del golpe.

Uff... Me sacó el aire esta porquería.

Diría al tiempo que comenzaría a respirar de forma honda, para así recuperar el aire que le sacó del golpe.

Ah... Ah...

Ya un poco más calmado miraría aquella criatura sintiendo como su espada vuelve a adquirir la habilidad de recargarse.

Bien, un poco más y estarás lista para pelear de nuevo Yukianesa.

Diría mientras sujeta la espada con su mano izquierda, mirando a la criatura para así volver a correr contra ella lanzando varios ataques denuevo, intentando cortar la pierna izquierda, con la hoja de la espada. Al momento de dar el primer golpe contra la criatura sería rechazado de golpe contra el suelo, pero al tocar el suelo, de su mano derecha aparecería un brillo color blanco.

¿Qué?

Exclamaría mientras mira como en su mano derecha se va formando un arma nueva.

Primer día. Noche

Ya estando en el suelo con aquel brillo en su mano derecha aparecería una espada larga de unos 90 cm de largo y delgada de unos 12 cm de ancho, tomaría esa espada al mismo tiempo que la espada que ya poseía en su mano izquierda.

Wow... estas espadas creo que se llevan más que bien.

Dice al tiempo que comienza a moverlas en sus manos acostumbrándose al peso de ambas. Sintiendo como la nueva espada comenzaría a sonar al ser movida como si se tratara de un pequeño aullido de lobo.

Jeh... esta espada se llamará Ookami.

Tras decir aquello el lobo Silver que se encontraba en la sombra del árbol soltó un aullido agudo, dando a entender que aceptaba ese nombre de la espada.

Bien es hora de ver sus habilidades.

Saltaría para ir en contra de aquella criatura, golpeando primeramente con Ookami uno de sus brazos, enterrándola, para así impulsarse y golpear el rostro de la criatura con Yukianesa. Ambas espadas comenzarían a cargarse un 20%, Yukianesa se cargaba con un color azul claro. Mientras que Ookami se cargaba con un color amarillo brillante.

Oh, al parecer es tipo trueno.

Exclamaría mientras que saltaría hacia atrás para así mirar el color de la espada.

Bien, entonces puedo hacer un ataque “uni sono” con estas dos armas.

Al decir aquello, miraría a la criatura, dando una sonrisa un tanto confiada.

Ahora sí sentirás lo que es el dolor.

Primer día. Media noche.

Ya teniendo ambas armas en sus manos, correría de nueva cuenta contra la criatura de roca, haciendo que esta le lance un par de golpes al mismo tiempo, con ambas manos, colocándose como antes, entre ambos brazos lograría esquivar ambos ataques, para subir por sus brazos hasta llegar a su rostro, lanzando un tajo vertical con ambas espadas, sin cortarle, simplemente haría una segunda recarga y después se impulsaría hacia atrás para evitar ser sorprendido por un ataque. Afortunadamente tuvo demasiada suerte ya que eso estaba intentando hacer aquella criatura, haciendo que la criatura se golpee su propio rostro y el primer gemido de dolor sonaría de aquella criatura.

Al parecer tuve suerte, ya que tenias planeado hacer lo mismo que la vez pasada, desafortunadamente para ti, no volví a caer en tu trampa.

Diría mientras coloca ambas espadas en sus hombros, recargándolas en ellas, mientras que da unos pasos lentos rodeando al monstruo de roca.

Ahora yo tengo la ventaja en esta pelea.

Dice mientras que sigue caminando, rodeando a la criatura a pasos lentos mientras que esta sigue sintiendo el dolor por su propio golpe.

Déjame mostrarte lo que es el verdadero dolor... ¡criatura!

Gritaría al tiempo que llega a un costado de la criatura, correría hacia él, saltando un golpe proporcionado por dicha criatura, para después golpear su espalda con ambas espadas en un giro hacia delante, para después caer de pie, y así impulsarse hacia delante y evitar un segundo golpe que casi conectaba en la espalda de Hayato.

Un poco más y me pegabas...

Al decir eso miraría que ambas espadas estarían cargadas un sesenta porciento, notando como más de la mitad de ambas espadas estaban de color, siendo Yukianesa de color azul claro, mientras que Ookami era color amarillo.

Segundo día. Madrugada

Mirando como la criatura lanzaba ataques sin parar, Hayato comenzó a sentir que podía leer sus movimientos, saltaría en forma recta hacia él para ser parado por un golpe de nueva cuenta en el estomago haciéndolo retroceder, y soltar la espada Yukianesa, la cual se enterraría en el suelo.

Mier... Yukianesa.

Diría mientras que mira como la criatura no perdería tiempo e iría por esa espada.

Maldición... No te muevas Silver.

Gritaría al ver que el lobo casi corría por ir hacia donde se encontraba Yukianesa, mientras que la criatura tomaba dicha espada, Hayato se levantaba recuperando el aliento.

Te dije que yo me encargaré de él.

Dice en un tono de voz un tanto más calmado, mientras que respiraba tranqulamente con los ojos cerrados, para así correr a donde se encontraba aquella criatura, la cual no dudó un instante en usar la espada para intentar cortar al dueño de la misma, afortunadamente, Hayato usó la espada Ookami, para detener el tajo que estaba a punto de recibir, al ver que el choque de ambas espadas hacia que se cargaran, notó que la espada Yukianesa, ya tendría un ochenta porciento de la hoja cargada de color azul claro, al igual que la espada Ookami, solo que esta de color amarillo.

Solo falta uno en ambas.

Diría para así correr nuevamente y lanzar una estocada hacia el pecho de la criatura la cual sería repelida por la hoja de Yukianesa, haciendo que ambas espadas estén cargadas al cien por ciento. Mirando a la criatura, dio una sonrisa de victoria mientras que colocaba la espada en ambas manos.

Están al máximo.

Segundo día. Amanecer.

Al estar un tanto exhausto por no dormir una noche se quedaría mirando fijamente a la criatura, con ambas manos en la espada llamada Ookami, para así ver que la criatura, miraba la espada que le había quitado la cual tenía el nombre de Yukianesa, sonriendo de forma victoriosa.

Vamos úsala, usa su poder.

Rodearía a la criatura nuevamente caminando, con la espada Ookami en ambas manos, en forma horizontal, para así mirarle desafiante, al tiempo que cerraba los ojos y una gota de sudor tocaba el suelo.

Te reto a que uses mi arma en mi contra.

Continuaría moviéndose en círculos mientras que su verdadero propósito era alejar a la criatura de la vista de Silver, mirando de reojo a este último haría un guiño para que este diera un agudo aullido.

¡Aaaah!

Al momento en el que el aullido fue soltado la criatura lanzó la energía cargada en Yukianesa haciendo que una gran ráfaga de hielo fuera hacia donde se encuentra Hayato. Usando un salto hacia su lado derecho consiguió esquivar el ataque, pero aun el ataque estaba en curso, por lo que no dudó en usar el propio, lanzando una ráfaga de trueno grande hasta donde se encontraba la criatura, para su buena suerte, la electricidad tocó un poco de la magia de hielo, haciendo que esta se potenciara.

¡Comete esto!

El rayo daría de golpe en el pecho de la criatura haciendo que esta se partiese a la mitad, para así dejar la espada Yukianesa en el suelo.

Ah... Ah.... Terminó.

Diría mientras que camina hacia su espada de hielo, para así tomarla y hacer desaparecer ambas espadas mandándolas a su “dimensión”.

Estoy cansado Silver... Dormiré un rato mientras cuida tú...

Antes de que terminara de decir algo más calló al suelo y al instante comenzaría a roncar de lo cansado que estaba.

Segundo día. Anochecer.

Habiendo pasado 12 horas desde la pelea que tubo Hayato contra el monstruo de piedra, despertaría en el mismo lugar donde se quedó tirado, para su sorpresa a su lado se encontraba su mascota y amigo el lobo Silver, con unos hongos en la parte superior de su hocico.

¿Para mí? Jeh... gracias.

Dice mientras que toma los hongos y los come para así sentarse y respirar tranquilo, al ver la luz del sol que casi se desaparecia por completo decidiría levantarse y comenzar a entrar su fuerza física, para ello, se acostó en el suelo, usando sus manos empujaría la tierra para así comenzar a hacer unas lagartijas.

Uno... dos... tres...

Mientras hacia esos ejercicios el lobo Silver se disponía a dormir un rato, ya que el tiempo que Hayato permaneció acostado, Silver cuidaba los alrededores de que nadie se acercase, ni humano, ni criatura, ni insecto. El pequeño lobo se recostaba en la bolsa de dormir que habían dejado, mientras que Hayato continuaba con su entrenamiento físico. Pasada una hora, dejaría de hacer las lagartijas, sintiendo como los brazos le dolían levemente.

Bien... Llevo mil lagartijas, ahora a cambiar de ejercicio.

Ahora se acostaría boca arriba para comenzar a hacer abdominales, al tiempo de hacerlas comenzaba a contar desde cero, usando ambas manos en su nuca, comenzaría a hacer flexiones lentas hasta llevar un ritmo.

Uno... Dos... Tres...

Cuando comenzó a sentir dolor en dicha zona, se puso a hacer las abdominales más rápido. Al paso de una hora terminaría completamente empapado en sudor.

Ah... 800... Duele mucho...

Diría para después levantarse y tronar sus manos.

Tercer día. Amanecer.

Despertando en su tercer día sentiría como los brazos y el abdomen lo tendría todo envarado, cosa que no le molestaba ya que sabia el porque estaba así, mirando al lobo comenzó a jugar con él, lanzándole un pedazo de carne. Cuando el lobo vio lo que hiso fue en seguida detrás de ese pedazo de carne para así regresar sin nada.

¿Qué paso? ¿Lo perdiste?

Preguntaba Hayato mientras que el lobo solo lo miraba con un aire triste, el joven mago se agacharía para oler la boca del lobo.

A mi no me engañas, te lo comiste.

Diciendo eso el lobo sonreiría de una forma maliciosa y se lanzaría sobre Hayato para así lamerle la cara y jugar con él.

Jajajaja ya te dije que me haces cosquillas.

Diría sonriendo mientras que el lobo no haría caso y continuaría “torturando” a Hayato lamiéndole la cara y el cuello.

Espera Silver, debemos hacer la comida que hoy nos vamos para el gremio recuerda.

Dice mientras que vuelve a acomodar las ramas secas y las piedras en la misma forma que el primer día, colocando las ramas en el centro y piedras alrededor para que el fuego no se expanda a lo ancho, un par de piedras grandes paradas y una piedra larga acostada sobre estas dos últimas, comenzaría a quemar un poco de hongos, carne y unas hiervas que según Silver eran comestibles.

Hm... Huelen bien ¿No te parece?

Dice mientras que con una mano le sopla el humo hacia la cara del lobo, notando como este se comenzaba a relamer los labios.

Tercer día. Medio día.

Tras comer aquellos hongos, hierbas y carnes que traía en la mochila el joven mago Hayato, tanto Silver como él se dedicaron a recoger las cosas, apagar el fuego, con tierra, separar las rocas con cuidado ya que algunas estaban calientes por el calor que ocasionó el fuego encerrado entre ellas, dejando a un lado del árbol las piedras y las ramas que ya no usaron, mientras que los pedazos carbonizados de las ramas y demás basura que usaron, los guardaría en una bolsa de papel, para así tirarlos en algún lugar apropiado.

Bueno, Silver será mejor que nos vayamos rápido ya que parece que va a llover.

Dice eso el joven mientras que mira que el cielo que hace dos días estaba despejado comenzaría a llenarse de nubes color gris, cargadas totalmente de agua, esperando el momento justo para que “el cielo se viniese abajo” como dicen las personas mayores.

Al parecer no solo será una lluvia pequeña, tal parece que es algo muy grande y muy duradero, lo mejor será que nos vayamos de una vez.

Dice el joven mientras que comienza a caminar hacia donde su gremio se encontraba, dando alrededor de unos 100 pasos recordaría que dejó algo atrás.

Silver trae mi impermeable, lo olvidé donde fue la pelea.

Al decir aquello el lobo corrió rápidamente hasta donde se encontraba el impermeable rojo de Hayato, lo agarró con su hocico y regresó a gran velocidad hasta donde el dueño del impermeable.

Gracias, no sé que haría sin ti amigo.

Dice mientras que toma al pequeño lobo en sus manos y lo mete en su ropa para que así este no se mojara, ya que había empezado a llover.

Parece que el despertar de Ookami hiso llorar al cielo.

Diría mientras que mira hacia el horizonte caminando hacia el gremio al que pertenece.