Técnica de la Sierra de Agua.

Después de buscar una nueva técnica que aprender durante varios días, al fin di con una que más se ajustaba a mi estado de ánimo aquellos días. Destrucción pura. Salí del gremio sin avisar a nadie, ni siquiera a Madnees, no volvería hasta haber completado la técnica que tenía en mente. Me dirigí al puerto con cara de pocos amigos, escudriñé en busca de un barco que pudiera llevarme mar adentro. Pero al parecer no había ninguno disponible, di una patada al bordillo y solté una maldición, por lo visto me tocaría ir hasta la isla nadando. Aquello no era un problema demasiado grave, pero el hecho de que las cosas no fueran como yo había planeado me irritaba, y más si contábamos que ir nadando me retrasaría un montón.
Definitivamente me decidí a ir corriendo hasta el puerto y, fijándome en que nadie me viera, salté al agua, creando una burbuja de agua que me rodeara la cabeza de manera que pudiera respirar bajo el agua.
Me fijé en los corales y los peces de colores que nadaban en torno a mi y me miraban extrañados, me crucé con un par de tiburones a los que ignoré por completo. Levanté la cabeza, pensando que ya debía estar cerca de una isla o algo parecido, estaba harta de nadar, divisé una pequeña formación rocosa no muy lejos de mi posición, asi que me dirigí hacia allí, teniendo cuidado con las mareas, las cuales me empujaban contra los acantilados.

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Después de haber estado nadando tanto tiempo, encontré aquella pequeña isla, me encaramé a una roca con dificultad, ya que estaba empapada, mis brazos pesaban mucho, pues aquellas condenadas mangas habían absorbido medio océano. Me dejé caer sobre el duro suelo, pensando en que después del entrenamiento, me tocaría volver también a nado a la ciudad, decidí no pensar en eso aún y me dediqué a descansar, mirando distraidamente al cielo, estudiando la formación de las nubes que cambiaban de forma conforme el viento las movía. De repente recordé por que estaba en aquella isla y por que me había cruzado nadando toda esa cantidad de agua. Pero no tenía ganas de levantarme, a pesar de lo duro que estaba el suelo. Aquella técnica que iba a entrenar consistía en transformar el propio cuerpo en agua hirviendo y arremeter contra el enemigo. Sería mas facil si estuviera enfadada, y no había nadie cerca para hacerme enfadar, gruñí, yo por lo general odiaba el mundo, por lo que solo tenía que encontrar algo cerca de mi lo suficientemente odioso como para cabrearme.

Avancé por el pequeño islote pateando las piedrecitas que encontraba a mi paso, aquello estaba mortalmente solitario y silencioso. Al principio me había parecido encontrarme en un entorno tranquilo y lleno de paz, un lugar en el que poder entrenar a mis anchas, pero ahora descubría que me encontraba en una piedra, en medio del mar, absolutamente sola, pronto empezaría a hablar sola o algo peor.
Dirigí mis pasos distraidamente hacia el centro de la isla. El islote resultó tener forma de plato, con un hundimiento en su centro lleno de agua de mar que se colaba por unos diminutos huecos entre piedra y piedra. Decidí comenzar con mi entrenamiento en aquel lugar, a la orilla de aquella laguna al aire libre. La primera fase era la meditación, debía realizar un ejercicio similar al que usaban los elementales de aire para concentrarse, con las piernas cruzadas y los puños unidos frente a mi cerré los ojos, para después volver a abrirlos, entrando en un especie de trance de conexión con mi núcleo de poder, solo esperaba encontrar dicho núcleo sin problemas.

Si no lograba encontrar el núcleo de mi poder, podría quedarme atrapada entre las brumas de un espacio que solo existía en mi mente, con un aspecto exterior bastante pétreo y frío. Mis puños unidos bajo las mangas azules y los ojos abiertos que emitían un leve resplandor, carentes de visión, mi mente había abandonado mi cuerpo, al cual había dejado a su suerte, como una cáscara vacía y expuesta al peligro inminente. Pero si era rápida y encontraba mi núcleo, podría regresar a mi cuerpo y completar la primera y segunda fase: Concentración y compenetración. La segunda no era más que una fusión de mi propio ser con el núcleo de poder, de manera que mi cuerpo material se transformara en mi elemento en estado puro, es decir, lograr un cuerpo de agua. Comencé a "rebuscar" en el interior de mi cabeza, si es que se le puede llamar así, ya que no veía nada, en sentido literal, tan solo firmes paredes de agua que no permitían saber lo que había detrás, supuse que eran mis recuerdos. En el centro de todos había algo luminoso, bueno, el caso es que era una urna de lo que parecía cristal, dentro de lo cual, había una luz bastante potente, que luchaba desesperadamente por salir de su encierro.

Me acerqué a la pequeña urna, me recordó a un cofre del tesoro, alargando la mano, rocé con los dedos la suave superficie de la caja que encerraba la luz. Estaba más que segura de que aquella luz era mi núcleo de poder, y la caja de cristal era la barrera psicológica que me impedía acceder a ella. Nada más tocar el cristal, sentí un potente empujón que me lanzó hacia atrás, no sabía que mentalmente pudiera sentir dolor, pero así era, era como haberse golpeado con una dura superficie de cristal sin llegar a romperla. Probé a golpear la pequeña jaula, pero el resultado fue aún peor para mi, un dolor agudo recorrió mi cuerpo ahora inmaterial. Cerré el puño y lo estampé contra el suelo, volviéndome a incorporar, tambaleante, y arremetiendo contra la caja transparente, tratando de invocar un látigo de agua. Pero me di cuenta tarde de que mis poderes estaban bloqueados, en mi mente no se podía usar el poder del agua control, estaba perdida, como no se me ocurriera algo pronto. Pensé con rapidez, pero lo único que se me ocurría era golpear, maldecir, y por consiguiente, caer y fracasar. Terminé cayendo de rodillas en el suelo, jadeando.
-¡¿Qué es lo que tengo que hacer para abrirlo?!- grité con lágrimas de rabia perlando mis mejillas. Me cubrí el rostro con las manos, empapándome poco a poco con mi propio fracaso, y es que ese era mi mayor defecto, el miedo irracional al fracaso. No era miedo a la soledad, porque esa ya la había experimentado más de una vez, era miedo a mi propio fracaso.

"¿Por que sigues anclada en el pasado?" miré a todos lados, una voz aguda y extrañamente conocida llegó a mis oidos. Y la pregunta me tomó totalmente por sorpresa. Delante de la urna, ahora había una diminuta figura, me llevé la mano a los labios de la sorpresa. Aquella pequeña figura, que vestía un traje azul sin mangas, iba descalza, y llevaba el blanco cabello suelto y largo hasta la cadera. Una niña. Pero no una niña cualquiera, me miraba sin sonreír.
-Soy yo- dije en un ahogado susurro. La figura se acercó a mi y colocó su manita en mi cabeza, sin mediar palabra.
Ahora me encontraba mirando a la misma niña, que en compañía de un anciano maestro, sollozaba durante un entrenamiento."Sigues anclada en el pasado, así no avanzas hacia el futuro" decía el maestro negando con la cabeza "Debes cortar el pasado de raíz, y empezar de cero" Y la niña le miraba, ya recordaba, recordaba aquel día. Esa niña que caminaba hacia el acantilado que estaba al lado y, tomando una de las espadas de su maestro y colocándola bajo su cabello, lo cortaba. Los finos mechones caían al suelo con lentitud, recordaba el apego que le tenía a mi cabello, pero había decidido cortarlo para también cortar el miedo y la pena. En un parpadeo, la escena se borró de mi vista, volviendo a ver a la niña frente a mi.
Fruncí el ceño y me adelanté, apartando las mangas que cubrían mis manos, y colocando estas sobre la caja, aferrándome a ella.
-¡No volveré a huir!- grité con los ojos cerrados- ¿Me oyes? ¡Jamás!

No tenía la certeza absoluta de que aquello funcionara, pero había que intentarlo si quería conseguir dominar la técnica. Las siguientes sensaciones fueron totalmente indescriptibles, todo se llenó de una intensa luz blanca me me obligó a cerrar los ojos con fuerza. El rumor de una cascada inundó mis oídos, como si el agua amenazara con penetrar como un torrente en mi cabeza de golpe. Después, el ruido sordo del cristal al romperse y caer hecho añicos al suelo. Mi núcleo adquirió un intenso y constante tono azul eléctrico, que me dejó mas tranquila. Introduje la mano en la esfera de luz, notando como, claramente, mi cuerpo cambiaba, aquella era una sensación muy agradable, pero extraña y totalmente novedosa. Cuando volví a abrir los ojos, me encontraba de pie frente a la laguna de la isla rocosa, miré mi mano, era totalmente transparente y cristalina, probé a caminar y moverme, incluso a girar sobre mi misma e impulsarme. A parte de un ataque fantástico, también sería una magnífica defensa, aunque por el momento, lo que tocaba era encontrar la manera de aumentar la temperatura de mi cuerpo de agua con rapidez, pues en una pelea de verdad no me podía permitir perder tanto tiempo en la preparación.
Pensé en lo que más me podía enfadar, y mi naturaleza acuática acudió a mis mayores enemigos, el fuego y el rayo, si me tenía que defender de ellos con aquella técnica, la balanza de la pelea se inclinaría a mi favor sin duda.

Noté claramente como la temperatura de mi cuerpo subía, y traté de mantenerla constante, de manera que no me evaporase, pues si lo hacía, podía tener después un problema muy serio si me faltaba por arte de magia un brazo. Era complicado mantener el calor, y más si nunca había trabajado con temperaturas hasta el momento, ya que yo solo usaba el agua en estado líquido. Una vez tuve la temperatura deseada, comencé a pensar en un primer objetivo sencillo al que atacar, y, asi, probar la efectividad de la temperatura y el propio ataque. En aquella isla no había demediadas cosas que poder destrozar, solo pequeñas construcciones naturales hechas con roca volcánica oscura. Di un potente salto flexionando las rodillas en dirección a una de las enormes construcciones de roca, con la intención de destrozarla a la primera, pero cual fue mi sorpresa cuando mi cuerpo se golpeó violentamente contra la roca, jadee, levantándome, y furiosa, volví a arremeter contra las piedras, esta vez, creando más daño en ellas. Deduje que la rabia alimentaba aquella técnica, como la rabia alimenta al fuego. Con una potente patada, derribé la construcción, reduciéndola a escombros en menos de dos segundos. Pero no me contenté con aquello, busqué otro objetivo que destrozar, ya estaba totalmnte descontrolada, volver a mi estado normal no sería fácil.

Después de haber destrozado tantas rocas, me encontraba muy cansada, admiré el aspecto de la isla de roca volcánica tras mi paso. Estaba totalmente llana, como si por ella hubiera pasado un tsunami. Poco a poco fui parando, algo exhausta, y me dejé caer sobre el duro suelo, mientras mi cuerpo se iba haciendo cada vez más constante y recuperaba mi color de piel. Me miré en el agua del lago, todo parecía en orden, me quedé más tranquila, pues hubiera sido muy raro llegar a Lamia Scale convertida en una fuente y pedirle a alguien que si por favor me volvía sólida.
Pensé que había llegado la hora de volver, ya que el sol se estaba poniendo en el horizonte, tiñendo el cielo, antes azul, de un tono rojizo bastante hermoso. Me dirigí hacia donde, horas antes había finalizado mi larga travesía a nado, suspiré y volvía introducirme en el agua, esta vez, nadé con más tranquilidad, disfrutando del suave contacto de esta, y de los peces que se preparaban para pasar la noche, al resguardo de sus depredadores. Poco a poco, comencé a sentir frío, y supuse que aun me quedaba bastante para llegar a tierra, por lo que me di más prisa, sintiendo los músculos agarrotados, con las prisas no me había dado tiempo a descansar en condiciones, y ahora pagaba las consecuencias, tan solo desee que en el puerto hubiera mantas, sino, terminaría con hipotermia.

Una vez llegué al puerto, saqué la cabeza del agua, justo para encontrarme frente afrente con un pequeño bote en el que dos jóvenes pescadores se me quedaron mirando con la boca abierta. Ladee la cabeza, no sabía si les habían enseñado de pequeños que mirar a alguien fijamente era de mala educación.
-¿E...eres una sirena?- preguntó uno que tenía el cabello negro similar a las algas. HIce un gesto irónico con la cabeza y negué.
-Soy miembro de Lamia Scale, vengo de hacer un entrenamiento- dije, con los dientes castañeandome violentamente- si son tan amables de ayudarme, les estaría agradecida.
Me ayudaron a subir al bote y el otro colocó una manta sobre mis hombros, estuvimos largo rato hablando sobre en lo que consistía mi entrenamiento, si era muy difícil y si ser mago era bueno. Mientras tanto, ellos echaban las redes y yo entraba en calor, poco a poco, se fue haciendo de noche, y terminamos volviendo a casa tardísimo, pero valía la pena, habia aprendido una nueva técnica y ya sabía pescar.