Misión clase E: Cocinero Cocinero~

¿De nuevo salir de la ciudad sólo para trabajar? Bueno, mas bien, para realizar una misión. Kallen ya estaba completamente acostumbrada a esto, incluso consiguió los viajes en tren suficientes para que le dieran un talonario de cupones con 10% de descuento por cada ticket de tren. Pero hacía meses que no entraba a Ciudad Shirotsume, la última vez había sido fregaplatos dentro de un concurso de cocina, por lo que debía fregar a máxima velocidad para los cocineros profesionales. Por lo menos aquella vez le pagaron muy bien, luego de que los brazos le quedaron muy dolidos de tanto frotar y frotar los platos.

Esta vez era diferente, a Kallen le gustaba cocinar, pero ¿Ocuparse de un restaurante entero? El restaurante no era muy grande, pero aún así era una gran responsabilidad. Por lo que entró al restaurante, llamado algo asó como "Ciudad Rustbeef" (No sabía leer mucho el inglés), algo temerosa, con el cabello aplacado, y se dirigió directamente a la caja. Aún no habían abierto, eran las 8 am.

~Ehm... Buenos días...- Saludó timidamente con la mano, y luego sacó con algo de dificultad el volante de la misión -Vine por su pedido, mi nombre es Kallen Kozuki...

~Oh, ¡Welcome, Miss Kallen!- Saludó un señor gordo, calvo pero vestido con un uniforme de chef profesional -¿Do you speak english? Please, take an uniform- el hombre señaló el perchero, donde estaba una bata de cocinero y un gorro de chef.

Kallen, que no era muy buena en idiomas, le había tocado trabajar en un restaurante de unos dueños que hablaban inglés. Al parecer la misión iba a ser un poco más complicada de lo que pensaba.

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~Uhm... - asintió, intentando traducir lo que decía el hombre con los gestos que hacía.

Tomó la bata, se la colocó, se ató el cabello con una coleta alta y se cubrió toda la cabeza con el gorro alto de cocinero. Le pareció un poco exagerado aquel gorro, pero si ese era el uniforme, debía cumplir. Ella estaba ahí para cumplir ordenes con respecto a la cocina. Procedió entonces a entrar en el área de la cocina, un área considerablemente grande comparado con la cocina de su casa, y con muchos más utensilios, un asador, un horno, una parrilla de carbón, una cocina de leña... Además, todo aquello estaba impecable.

~Well, miss Kallen- El hombre se quitó la bata, el sombrero y los colgó en el perchero, tomando a la vez un maletín y un sombrero de viaje -La dejo a cargo de la cocina, el libro de recetas esta sobre la mesa, y cualquier duda, you can ask to my son, llegará un momento a atender la caja- dijo el hombre gordo y se retiró, dejando sola a Kallen en el restaurante.

Suspiró. Vio hacia el libro de recetas, y las que estaban marcadas con resaltador eran las que estaban en el menú. No eran muy complicadas a simple vista, solo había que tener un buen manejo del fuego y saber como picar carne.

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Mientras Kallen hojeaba como realizar cerdo empanizado al estilo francés, sonó la campanilla de entrada. Corrió hacia el mostrador, para ver quien era quien había llegado. Era un chico de al parecer 16 años, un poco más bajo que Kallen, de cabello rubio y ojos marrones, delgado.

~Uhm... Disculpe, aún no abrimos, el horario de apertura es a las 8:30 am - Brindó una sonrisa de disculpa, a la vez que se rascaba la nuca.

~No, no... Creo que me confundes de persona- dijo el chico negando con las manos -Soy el hijo del dueño, tu debes ser la del encargo, ¿No?- el chico entró, colocó su chaqueta en el perchero y se colocó la bata y el sombrero que había dejado su padre allí anteriormente, y se dirigió donde estaba Kallen, tendiendole la mano -Soy Saito, y voy a ser el cajero y tu guía hasta el final del día.- Sonrió y sacudió la mano de Kallen como saludo -Bien, ¿Sabes como preparar alguno de estos platos?

~Soy Kallen, mucho gusto- brindó una sonrisa de cortesía -Ajam, además, con todos estos utensilios no será muy complicado cocinar- asintió sonriendo, y de nuevo se dirigió a la cocina -Es hora de abrir, iré calentando los hornos~

El chico abrió la tienda, colocó el aviso afuera con el especial del día, y minutos luego aparecieron varios clientes. Al parecer, a pesar de ser un restaurante pequeño en medio de varios restaurantes grandes y lujosos, era muy conocido.

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El especial de ese día era pierna de cerdo relleno horneado, pero ese tipo de carne horneada y de tal volumen tardaría mucho en cocinar. Además de que estaba congelado, relleno previamente pero congelado. Comenzaron a llegar 3 órdenes de este platillo, y ni habían pasado 15 minutos de haber abierto el restaurante. La pelirroja sacó el cerdo del congelador, y comenzó a soplarle fuego levemente para que se descongelara, en dos minutos ya estaba listo para hornear. Le añadió unas cuantas salsas que encontró con buen olor, y lo metió al horno. Pero ya habían pasado 5 minutos y no estaba ni siquiera algo cocido.

~Jooo, ya veo por que especificaron en el aviso "Mago de fuego"...- Dijo abriendo la puerta del horno, y comenzando a soplar con intensidad, hasta quedarse sin aliento.

Era una buena técnica, el cerdo ya estaba dorado, aunque quemado en algunos sectores. En 10 minutos el cerdo ya estaba listo, y sacó el arroz de la arrocera, comenzando a servir cada uno de los platos con la mejor presentación y lo más rápido que podía.

~¡Kallen! ¡Los clientes están impacientes!

~Uhm... ¡Ya voy!- se cargó los 8 platos quién sabe cómo, y os llevó hasta la ventana donde las camareras recogían los platos y se los llevaban a los clientes. Por lo menos Saito era el encargado de hacer los jugos, eso le lograba quitar un peso de encima a la pelirroja.

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Ya habían pasado 4 horas desde que había comenzado a trabajar, andando de aquí para allá en la cocina, haciendo todo tipo de comida rostizada, pero aún no había llegado la parte tortuosa. El favorito de la tarde era algo aún más difícil que el cerdo relleno: Pinchos de carne y pollo. La carne no estaba picada, el pollo mucho menos y ya habían llegado 8 órdenes de pinchos. No tenía ayudante en la cocina, así que debía ingeniárselas sola.

~Si tan solo tuviera un ayudante, o por lo menos supiera picar rapido, o hacer un chuchillo de fue...- pensó por unos segundos -¡Ya se! ¡Guren Warrior!- Invocó a la espada de fuego dentro de la cocina, en un punto que no sea visible a los clientes, para evitar espantarlos.

Era una buena idea, porque a la vez que picaba la carne, la cocinaba con el fuego que saliera de la espada, así que comenzó a picar a toda velocidad los 3 kilos de filete que había sacado del congelador, los 3 pollos y las chuletas de cochino. La carne ya estaba parcialmente cocida, pero aún debía convertir esos trozos de carne en pinchos, y además no tenía las varas para aquello.

~Bien... No tengo varas, pero tengo la carne y...- pensó por unos pocos segundos -Supongo que Red no Tobari funcionará...

Comenzó a sacar las agujas de sus manos, una a una, hasta quedar 30 agujas de 30 cm cada una, que mas bien no parecían agujas, sino varas punzantes. Con la espada les cortó una de las puntas filosas u comenzó a empalar la carne. No estaba haciendo los pinchos en el orden correcto, se supone que primero debía empalar y luego cocinar, pero era lo mejor que podía hacer. Cargó los 30 pinchos en una bandeja y los llevó al mostrador, dejando que el olor hipnotizara a los clientes.

~ Encárgate tu de entregarlos, Saito, yo debo seguir con las demás ordenes...- dijo con voz cansada, y adentrándose de nuevo a la cocina.

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Ya eran las 8 pm, Kallen estaba muchísimo más cansada que con cualquier otro trabajo. Picar, servir, hornear, soplar, voltear, moler, triturar, hervir... Todas aquellas cosas, una detrás de la otra, además de agotar su fuerza como humana agotaban su magia. Sirvió el último plato de pollo rostizado con ensalada césar y un tubérculo extraño cual nombre no conocía, y se tumbó en el suelo de la cocina, jadeando. El montón de platos en el lavaplatos era épico, aunque había lavado un plato cada vez que lo necesitaba para servir. El mundo de la cocina, aunque hiciera aquel trabajo considerablemente bien, no era lo suyo. Prefería mil veces andar de mesa en mesa entregando platos cuyos nombres apenas conocía, que estar preparándolos.

~Bueno, ha terminado tu turno... ¡Has hecho un buen trabajo!- Sonrió el hijo del dueño, y la ayudó a levantar -Aquí tienes tus 1000 jewels, que te aprovechen~- le dio un sobre blanco lleno de billetes -Se que fue un trabajo duro, pero seguro que a mi padre le gustaría contratarte como ayudante de cocina en algunas ocasiones, los clientes adoraron esos pinchos que hiciste... Incluso me digné a probar uno de esos... ¿Que les echaste? Saben tan diferentes a los normales - Dijo el chico con tono de curiosidad.

~Ehm...- Kallen se rascó la nuca y soltó un par de gotas en la cabeza, haciendo una risita tonta -Es un secreto de familia, no puedo decir como los hice...- mintió. La verdad era que fue una improvisación total, y hasta olvidó los ingredientes que usó para sazonar las carnes -Y emm.. Muchas gracias- sonrió cálidamente.

Dejó el sombrero y la bata, toda manchada de sangre y condimentos, en el perchero. Se despidió con un gesto de la mano y una sonrisa, dio las gracias al chico y se dirigió a la estación de tren de Ciudad Shirotsume. Fue un día muy cansino, bastante mas bien, pero consiguió el dinero que necesitaba y aprendió como usar sus habilidades en la cocina, o al menos para rostizar unas cuantas cosas.

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