Mision Rango E: Castillo oscuro (Madnees/Lyra)

Tenía la costumbre de caminar silenciosamente, y entre el camino cubierto por la espesa niebla, me sentía como un fantasma, aunque mi aspecto ya era algo fantasmal. Parecía haberle cogido gusto a eso de las misiones, pues había decidido tomar una calificada de peligrosa, en compañía de un mago que carecía de gremio. Por poco choqué contra el que parecía mi compañero por culpa de la maldita niebla, di un rápido paso atrás e incliné la cabeza a modo de disculpa.
-Tu eres...¿Madness?- dije en mi habitual tono neutro y suave- mi nombre es Lyra, vengo de Lamia Scale y mis habilidades son elementales de agua.
Creí necesario dar aquella información, aunque nada más, miré con desconfianza el animalito que pululaba junto a mi compañero y eché a andar por el sendero, en dirección al castillo del Nigromante. Miré de reojo a Madness, guardando las distancias aunque tratando de no ser demasiado descortés, aunque tenía que reconocer que sentía curiosidad, tanto por él como por la adorable mascota, aunque no lo hice notar demasiado.

Escuché atenta su advertencia, asentí casi imperceptiblemente, repitiéndome que debía confiar en el si quería que la misión saliera bien. Las altísimas torres del castillo se divisaban entre la espesa niebla, una enorme puerta firmemente cerrada se alzaba ante nosotros, entonces me di cuenta, vacilé un poco pero cogí el brazo de Madness, tirando de él para poder ocultarnos tras un arbusto del sendero, el cual estaba pegado al muro del castillo.
-No es prudente entrar por ahi- dije señalando la puerta- seamos cautelosos, el silencio es vital ahora.
Solté su brazo y observé con atención, había dos guardias custodiando la puerta principal, la cual quedaba descartada. Miré a Madness y le dediqué una sonrisita.
-Supongo que sabes trepar- susurré. Los muros eran perfectamente posibles de escalar, aunque había otro guardia bajo cada acceso a las ventanas mas bajas. Hice crujir mis nudillos ligeramente y me deslicé por el muro hacia la ventana más cercana, la cual estaba a varias decenas de metros de la siguiente. Le lancé a Madness una mirada de "Espera aqui" y me acerqué al inmóvil soldado, que no estaba cubierto por ninguna armadura, lo cual facilitaría las cosas. Dirigí mis pasos, ligeros y silenciosos como el agua hacia el pobre infeliz, al cual no le dio tiempo más que a girar la cabeza, incrédulo, justo cuando le propinaba un seco y contundente golpe en la nuca. Miré a mis compañeros, inexpresiva, y les señalé al muro a escalar, comenzando a subir yo, y resbalando de vez en cuando por la húmedas rocas.

Después del tercer resbalón, noté como me sujetaba, al instante sentí vergüenza, nadie solía ayudarme en nada, aparte la cara y conseguí auparme al interior del edificio, aguardando que Madness actuara. Escuché sus propuestas y me llevé la mano a la boca, como siempre hacía cuando quería pensar en algo, evaluando el peligro que podía tener.
-Dado que no tenemos ni idea de dónde se encuentra nuestro anfitrión, podríamos forzarle a salir de su escondite- razoné mirándole fijamente- se que antes dije que debemos ser silenciosos, pero no acabaremos nunca si vamos abriendo una puerta tras otra, hay que llegar hasta él de una forma mas... ruidosa.
Avancé hacia la puerta y giré el picaporte, escudriñando el pasillo, tuve que girar la cabeza porque uno de los soldados que rondaban por el castillo debió verme, este corrio hacia mi, espada en mano, gritando "Intrusos, intrusos!" Me lanzó un mandoble un tanto torpe, lo esquive y agarre del cuello, estampandolo contra la dura pared de piedra gris, tenia que ponerme de puntillas, pero mis manos estaban firmemente cerradas sobre su cuello.
-Dinos donde esta tu lider- exigí con un tono frio como el hielo.
-N...no lo se, no tengo esta información...- gimoteó intentando apartarme, aunque me mantuve firme, calvando aun mas mis dedos en su cuello.
-Mi compañero tiene una vara muy afilada- dije refiriéndome a Madness- y yo puedo ahogarte hasta que me lo digas.
Aquello ultimo era técnicamente mentira, ya que no podia crear grandes burbujas de agua, pero si podía hostigarlo con otro tipo de ataque hasta que desembuchara. Entonces me paré a pensar, mi crueldad no tenía límites, pero si se trataba de una misión, todo valía. Apreté los ojos y le solté, el desafortunado hombre echó a correr gritando algo a sus oficiales, aunque me quedé inmóvil en el sitio, mirándome las manos cubiertas por las azules mangas, después me percaté de que no estaba sola y señalé al soldado.
-Si lo seguimos nos llevara a sus superiores, ellos accederán amablemente a indicarnos el paradero de su lider, o si no...- sonreí con picardía- mas les vale que no.

Literalmente, me quedé con la boca abierta cuando Madness sacó el objeto al que llamaba Corazón de Yong y la armadura cobraba vida, he de reconocer que di un salto sel susto, pero me tranquilicé ante su sonrisa, parecía tenerlo todo bajo control. Levanté una ceja ante sus entusiastas órdenes pero no objeté nada al respecto.
-Entendido- me acerque a una ventana, donde la niebla se había convertido en una llovizna ligera pero constante, lo cuan era de vital importancia ya que mi elemento era el agua, y no podía hacerlo aparecer de la nada, sino manipularlo. Concentré una pequeña cantidad de agua en la palma de mi mano y mientras corría hacia la izquierda, un enorme sello azul apareció en mi puño, calculé la distancia y...
-¡Látigo de Agua!- el agua de mi mano tomó forma de látigo serpenteante que barrió a mis enemigos con bastante facilidad, aquel era mi único ataque con agua ofensivo, por lo que me desgastaba bastante, no debía abusar de él. Miré a Madness con el rabillo del ojo, parecía estar disfrutando como un niño con un caramelo. Aún con el látigo activado, me vi obligada a esquivar una maza que algún ingenuo me lanzó y quedó clavada contra la pared, di una elegante vuelta sobre mi misma para hacerme hueco con mi látigo, pero un soldado consiguió saltar el agua de alguna manera y llegar hasta mi. Observé a mi contrincante, era tres veces mas grande que yo por lo menos, teniendo en cuenta que la fuerza no era mi fuerte, si me lograba atrapar estaría perdida. Traté de acertarle con el látigo, pero sus armas cortaban mi agua, lo cual me molestó bastante. De un poderoso empujón, aquella bestia humana me lanzó contra la pared, en cuanto me golpee el agua cayó al suelo con un estrépito, apreté los dientes y miré hacia arriba, donde el guardia ya tenía preparada mi sentencia de muerte. De su espada salía un pequeño haz de luz, el cual, a mi criterio, no era otra cosa sino magia de rayo, mi punto mas débil.
-Bien, bien ya he descubierto tu punto débil, prepárate a morir- dijo. En aquellas ocasiones, le hubiera contestado algo como "Esa frase ya esta muy usada" pero solo acerté a rodar hacia un lado para evitar que me alcanzara, poniéndome en pie con dificultad. ¿Debía llamar a Madness en aquel momento? No, no podía depender de que él me ayudara siempre ¿o si? El hombre me golpeó con la espada iluminada, haciéndome sentir un terrible dolor, aunque no emití ningún gemido.
-Maldita sea- susurré- Apolo ¿Estas bien?
Con todo aquel movimiento, no sabia muy bien si la mascota de Madness se había caído de mi hombro.
-Látigo de agua...- susurré haciendo que mi látigo se levantara del suelo y barriera al soldado ya seguro de su victoria. Me quedé en el suelo, jadeando y maldiciendo el maldito rayo.

Me sentía tremendamente inútil, como una muñeca rota, y encima, mi compañero estaba preocupado, justo cuando iba a responder, sentí el empujón de él, mis ojos se abrieron al máximo, ¿Me había apartado? Escuché lo que le decía al bruto que le acababa de estampar contra el muro, apreté los dientes con rabia, sus palabras me habían calado, y me hacían sentir aun mas pequeña e inútil, lágrimas de rabia se agolparon en mis ojos, perfecto, habia elegido el mejor momento para derrumbarme. Fui vagamente consciente de que él me sostenía y me pase la manga por el rostro rápidamente.
-Gracias- dije con un hilo de voz- me temo que soy una molestia, de veras que lo siento...
Le miré de reojo y volví a apretar los puños, me aparté de él un poco, probando si realmente podía mantenerme en pie.
-No volveré a ser una carga- dije mirando con furia al frente- te lo prometo.
Dicho esto, suspiré y miré a los enemigos que quedaban, el molesto jefe que había golpeado a mi compañero trataba de levantarse tambaleante, la rabia comenzó a colapsarme, me agaché y tomé una espada que había quedado tirada en el suelo, yo no sabía usar las armas demasiado bien, pero aquello era una asunto personal. Me acerque al capitán, y usando la parte plana del arma, lo golpee con fuerza en la sien. Todo quedó en silencio, me di la vuelta y miré al resto de los subordinados vestidos con armadura.
-Quien le ponga una mano encima a alguno de mis compañeros, morirá- dije desafiante- yo tampoco dejaré que vuelvan a lastimar a mis amigos.
Parecieron entender el mensaje, poco a poco, dejaron caer las armas y echaron a correr, gritando el nombre del que parecía su Amo. La espada resbaló de mi mano, cayendo al suelo y repiqueteando ruidosamente.
-Estoy bien- dije caminando hacia ellos- vamos a acabar con ese molesto nigromante, compañeros.
Esta vez sonreí, con el rostro sincero, pensando en lo curioso que era nuestro grupo de misión, Madness, que parecía fuego puro, una persona creada a partir de colores fuertes, y yo, alguien tan opaco como una nube, sin olvidar a Apolo, el cual me había caído simpático.
Caminé hacia unas escaleras de caracol un tanto desesperante y comencé a subir, pensando en como podría ser nuestro próximo reto.

Sinceramente, yo ya me había esperado que el Nigromante fuera un rival a tener en cuenta, Madness parecía estar dándolo todo, pero en aquel momento, yo no me quedaría atrás. Esperé a que el mago estuviera distraído para atacarlo. En cuento fui a golpear, el hombre se volvió hacia mi, usando una de sus armas hechas a base de huesos, pero yo estaba furiosa, lo cual no es bueno para mis enemigos, ya que suelen acabar bastante lastimados, agarré su brazo y solté un potente puñetazo, que por un momento, pensé que había dado en el blanco, pronto salí de mi error y miré a mi adversario directamente a los ojos, los cuales eran negros y huecos, con dos luces rojizas danzando en ellos. Mi puño estaba inmóvil en el aire, pero no lo podía mover. Tampoco podía apartar la vista de esos ojos tan espeluznantes, como si unos brazos hechos de sombra rebuscaran en mi mente, parpadee dos veces seguidas y volví a a intentar golpearlo. Estaba absolutamente atrapada.
-¡Madness!-pude gritar- ¡no te acerques! ¡No le mires a los ojos!
Traté de pensar rápido, si lograba "despertar" de aquel extraño sueño... el Nigromante levantó una de las espadas de hueso, y fugazmente divisé una diminuta gota de un líquido morado, entonces lo entendí, no estaba paralizada por sus ojos, aquel era un nigromante especializado en venenos.
-¡¡Mad, aléjate de él!!- grité. El hombre pareció cambiar de idea en cuanto a la dirección de su espada manchada de veneno y la dirigió hacia mi compañero- maldito bastardo...
No sabiendo muy bien como, conseguí mover la mano que le tenía sujeto el brazo que levantaba la espada, él la bajó bruscamente, y en un intento de apartarme, la hoja de hueso rasgó mi manga, haciendo un corte en mi brazo. No sentí más que un pinchazo, corrí hacia mi compañero, al tiempo que seguía observando al mago, que tenía un par de saqueitos en la mano de polvos morados, veneno que se propaga por el aire, solté una maldición.
-¡Burbujas de agua!- grité, haciendo aparecer tres burbujas alrededor de las cabezas de Madness, Apolo y la mia- el veneno no nos afectará, las burbujas están rellenas de aire respirable.
-Puede que no os afecte este veneno- dijo el Mago con rabia- pero tu tienes una herida en el brazo, me pregunto cuanto durarás.

Miré la herida de mi brazo y me quedé mas tranquila cuando Madness me dijo que no se propagaría aun ese asqueroso veneno.
-¿Pero que...?-dije en cuanto se inclinó sobre mi brazo. Al principio, mi primer impulso fue golpearle para que se apartara de mi, pero en cuanto descubrí lo que estaba haciendo reprimí las ganas de apartarle. Aparté la cara, absolutamente colorada, aquella era una situación bastante extraña. No me atreví a decir nada, aunque tampoco me dio tiempo, el suelo tembló, y por acto reflejo me levanté de golpe, dando un salto para alejarme del suelo. Logré caer en un lugar libre de objetos picudos que pudieran lastimarme y aguardé a que Madness inmovilizara al mago. Comencé a concentrar una desmesurada cantidad de poder en mi mano, el agua del ambiente se arremolinó a mis pies. Ya estaba lista.
-¡Mad!-dije al tiempo que llegaba al límite que me permitía mi cuerpo para usar aquel poder- cuídate de no ser golpeado.
Si dirigía mi látigo hacia el Nigromante y Madness no se apartaba a tiempo, corria el riesgo de ser barrido por el agua. Confié en que él fuera lo suficientemente sensato como para soltar al mago oscuro de su agarre lo antes posible.
-¡Látigo de Agua!- grité liberando la inmensa cantidad de poder acumulado en mi brazo. El látigo serpenteó rápidamente en dirección al Nigromante, y con una fuerza brutal lo barrió del mapa, haciendo un boquete en la pared del castillo.
Jadee con un ojo medio guiñado y el brazo dolorido, comencé a buscar a Madness con la mirada, temiendo haberle golpeado sin querer, hice bocina con las manos y grité su nombre, ya que entre tanto vapor de agua, polvo, trozos de hueso y demás porquerías no lograba ver más alla de un metro delante de mi.
-¡Madness! ¡Apolo!- grité esquivando escombros y huesos destrozados- ¡no es gracioso, contestad!
Comencé a ponerme nerviosa y furiosa al mismo tiempo, sabía que, según mi bipolaridad, en cuanto los viera podía, o bien abrazarlos o bien golpearlos por haberme asustado.

Me sentí mas tranquila cuando escuche sus voces, pero al verlos tambalearse me sentí tremendamente culpable, apreté los dientes, con el fin de asegurar la desaparición del enemigo, no se había apartado a tiempo. Cuando acercó su mano a mi rostro sentí que me volvía a ruborizar, aunque también estaba furiosa, iba a gritarle algo, pero el se me adelantó. ¿Me estaba abrazando? No supe como reaccionar, mas bien, solia ser reacia al contacto físico, pero sobretodo porque no sabia reaccionar ante esas situaciones, pero suspiré y le devolví el gesto un tanto cortada.
-Te juro que como vuelvas a arriesgarte asi te estrangularé- dije en un quedo susurro, me aparté y señalé con el dedo a Apolo- y tu también, que seas adorable no significa que te vayas a librar de mi ira.
Así era yo, para disimular lo indefensa que me sentía, gritaba. Entonces sentí la mano de él sobre la mia, y mi rostro fue una enorme interrogación. Comenzamos a bajar las escaleras y recordé la recompensa, lo cual me puso de buen humor, esboce una sonrisa, pensando en las técnicas que podía lograr aprender con aquellos ahorros. Un soldado un poco perdido nos salió al paso, pasó la mirada de Madness a mi y Apolo, dejó caer su lanza y echo a correr como si le persiguiera el fuego. En esto comencé a reir, una risa de autentica felicidad, llevándome la mano a la boca.
-Que bien me sienta terminar misiones- comenté cuando salíamos del castillo, la lluvia y la niebla habían cesado, y un tímido sol asomaba por entre las nubes negruzcas. En esto miré a Madness.
-Mad...-dije con algo de timidez- sabes...sabes que me has cogido la mano, ¿no?
Lo pregunté porque no sabía muy bien si él era consciente.
-Apresurémonos, no me gusta la herida de tu espalda.