Diversion nunca esta de mas [Priv: Madnees/Lyra]

Me quedé mirando como Apolo salía del servicio con la boca abierta, aquello fue increíble y me provocó la risa. Me volví hacia Mad justo para escuchar lo que decía, mis mejillas se tiñeron de rojo intenso al instante y sonreí con timidez, si era el momemnto de las confesiones, quizá también era mi turno.
-Eh...yo... ¿Recuerdas que al principio apenas me acercaba a ti?-dije con algo de vergüenza por estar contándole aquello- era porque primero tenía que asegurarme de que no veías lo roja que me puse al verte.
Aquello incrementó el rubor de mis mejillas aún mas, bajé la cabeza, hasta que noté como Apolo se colocaba entre nosotros, le hice un sitio retirándome un poco hacia el borde de la cama, en cuanto Mad dijo aquello me quedé mirándolo con los ojos abiertos de par en par.
-Ah, no...no te preocupes- sonreí de oreja a ojera bastante incómoda.
Me voltee hacia el otro lado clavando las uñas en la almohada, tratando de respirar hondo, no lo había dicho a posta, eso seguro, pero me sentía tremendamente nerviosa por el comentario. Y sentía incluso más vergüenza por el hecho de que Apolo estuviera allí, me relajé poco a poco, pero sin voltearme, mientras suspiraba levemente.

Suspiré al oir su voz, volviéndome lentamente, él se había dado la vuelta, mirando en dirección a la ventana. Me incorporé, lanzándole una corta mirada a Apolo. Volví a acercarme a Mad y después de una leve vacilación lo abracé de repente, siguiendo un impulso.
-Está bien- le dije en un suave susurro- no te preocupes, no me ha molestado, tan solo... bueno, a veces actúo como una tonta, perdóname.
Sin apartarme de él alargue la mano y tomé a Apolo antes de que volviera a escabullirse colocándole en mi regazo. Los miré a los dos, eramos un equipo, de lo más pintoresco, pero un equipo fuerte ante todo, no podíamos permitirnos distanciarnos por tonterías como aquella. Acerqué mi cara a la de Mad de nuevo, entornando un poco los ojos.
-¿Sabes? Creo que el único ángel que hay aquí, eres tu- dije juntando mi frente con la suya, sintiendo su rojizo flequillo sobre mis ojos, si realmente existía un lugar llamado paraíso, aquel momento lo era.

Correspondí a su abrazo, sin ninguna intención de apartarme de él, apoyé la cabeza en su hombro, escuchando todas y cada una de las palabras que decía. No sabía como era capaz de decirme tantas cosas bonitas, a mi me era demasiado difícil describir con palabras lo que sentía por él. Generalmente me mostraba tan cerrada y, a veces fría que la gente solía pensar que estaba mentalmente preparada para cualquier situación, lo cual era verdad hasta que le conocí a él. Mad me había desestructurado mi escrupulosamente ordenada mente, y había logrado deshacer el hielo de un corazón apenas existente en muy poco tiempo. Aquel beso fue el más intenso que me había dado hasta ahora, como si el Sol y la Luna se hubieran encontrado de repente.
-Te quiero- dije muy bajito, solo para que él pudiera oírme, como si fuera un valioso tesoro que solo nuestro, demasiado importante como para descuidarlo, porque, así era el amor ¿No? Tan frágil que nos hace débiles, pero tan fuerte que nos hace invencibles. Jamás había creído en aquello, antes, para mi el amor no era más que un conjunto de cuatro letras sin sentido. De repente recordé, había traído algo para él, un pequeño regalo que llevaba mucho tiempo buscando para él y yo misma me había colgado al cuello para que no se me olvidara entregárselo.
-Toma- dije cerrando sus dedos en torno a mi regalo, no era más que un pequeño dragón de metal oscuro de enormes fauces que alzaba el vuelo, tallado a mano- es un Dragón de Fuego, yo tengo el de Agua, algunos dicen que otorga sabiduría y poder, aunque yo solo quiero que tu lo tengas, para que me lleves contigo siempre.
Sonreí levemente, señalando el dragón de agua que colgaba de mi cuello, con forma de serpiente marina con pequeñas alas, quizá yo era amante de los símbolos, pero tenía que reconocer que Mad me recordaba al fuego siempre que lo miraba.

Sonreí satisfecha, no sabía por que, pero los latidos de su corazón me tranquilizaban, me acerqué más a él si es que era posible. Mi mundo al final parecía estar completo, en aquel momento, no me imaginaba una vida sin él, y no paraba de preguntarme cómo había logrado sobrevivir sin él hasta ahora.
-Mad- dije ante su comentario- no me molesta en absoluto, es más, me gusta que lo hagas, ¿Quién crees que me va a besar si no eres tu?
Sonreí ante aquello, ya le había dejado claro que mis labios eran solo suyos, por lo que podía besarme cuanto gustara. Apoyé la cabeza en su hombro y le recorrí la linea de la mandíbula distraidamente con la yema del dedo índice, mientras obligaba a mis ojos a permanecer abiertos, solo contemplándole a él, porque era lo único que quería mirar ahora. Aquellos ojos que, a mi criterio, no tenían nada que envidiar al oro puro, y su sonrisa, que hacia al sol parecer una triste llama junto a una estrella, no se me ocurrían más adjetivos con los que describirle, giré su rotros hacia el mío, pare esa vez, robarle yo el beso.

Hacía rato que mis ojos se habían cerrado, que se negaban a abrirse aunque yo quisiera, aunque seguía escuchando la voz de Mad, como un eco tranquilizador. Recordaba que hacía tiempo que había considerado que el rumor de las olas del mar eran lo que más me relajaba, lo que más me hacía sentir bien y protegida. En aquel momento, las olas, la espuma, cualquier cosa que hubiera amado en mi vida quedaba eclipsada por algo mucho mas importante.
-No seas tonto- susurré en su oido, aun con los ojos cerrados- tu no eres molesto, ni siquiera vuelvas a mencionarlo.
Menuda tontería, él molesto. Mad quedaba muy, muy lejos de ser un mínimo de molesto, al menos conmigo.
-Está bien- dije ante sus palabras, sonriendo levemente- buenas noches. ahora si, caí en el profundo sueño que llevaba un largo rato queriendo acecharme, con un extraño sentimiento de paz.

Tema Finalizado^^